V. 「Freak」

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"Llamas tan calientes que se vuelven azules.
Palmeras reflejándose en tus ojos,
como un verano eterno.
Así es como me siento por ti.
Si el tiempo se detuviera,
haría que este momento
dure por siempre."

《Freak, Lana Del Rey》







Las sombras nocturas junto al brillo de las estrellas estaban reflejados en los ojos oceánicos de Jotaro, quién sonreía desinhibido bajo la influencia del alcohol consumido esa noche. Noriaki solo pudo concordar con que él estaba igual o peor en lo que jugaba con la cereza su propia bebida.

¿Cuándo fue la última vez que se tomaron unas vacaciones como esta? El trabajo, tanto el que hacían para la fundación Speedwagon como el "oficial" que correspondía a sus carreras universitarias, consumía su tiempo y su energía lo necesario para no planear algo más especial.

Y esa ocasión merecía llamarse especial, con todas las letras. Reconocer orgullosamente que tenían una relación sólida de ya once años, con su respectiva celebración, era algo mágico que todavía ponía en Noriaki lágrimas de emoción. Era incapaz de recordar cómo se sentía vivir sin la compañía del otro, incapaz de razonar cómo careció de él y cómo ya no podría hacerlo de nuevo.

—¿Por qué... por qué estás tan lejos? — le escuchó murmurar con cierto timbre infantil.

Su risa fue sutil, más una sacudida en su pecho que un estruendo de su voz, y se levantó como pudo de su silla para alcanzar la de Jotaro. Una vez a su lado se acomodó en su regazo, sus piernas colgando a cada lado del asiento mientras acercaba sus cuerpos.

—Aquí estoy, cariño...

El balcón estaba en la semi penumbra, con solo las estrellas y las luces de edificios en la lejana panorámica, mientras que la incandescencia de la habitación no les alcanzaba en la mesa de cristal donde se encontraban.

Sus bocas encajaron juntas en un beso húmedo y torpe, profundo, el frenesí ralentizado por sentir al otro. La camisa de botones le comenzaba a molestar en lo que sus brazos se cruzaron sobre los hombros de Kujo, atrayéndole a su cuerpo que le pedía un mayor contacto.

Las manos que le rodeaban la cintura bajaron a sus pantalones, tomando su trasero a través de la tela para apretarle hasta sacarle el primer gemido y que, por reflejo, mordiera el labio inferior del otro. Noriaki se separó un poco de su rostro, con el suyo empezando a sonrojarse.

—Esta noche quiero prepararte yo — susurró el más alto. —Ah, hay tanto que quiero hacerte...

Asintió entusiasta, cerrando los párpados para besarle de nuevo. Su lengua delineó la contraria en una suerte de baile que no sabía realmente quién dirigia. A veces Noriaki creía que nunca estaría completamente satisfecho de besarle, que podría seguir por horas ahí, disfrutando cada mínimo detalle sin cansarse.

Jotaro le sujetó con más cuidado para cargarlo y ponerse de pie, lo que no duró más que dos o tres segundos antes de que volviese a sentarse con un golpe sordo. El movimiento le generó al pelirrojo cierta pérdida de balance, en lo que se aferró un poco más al otro hombre. Intrigado, pues era ya usual que le llevase en brazos sin problemas, levantó el rostro en su dirección.

—¿Qué pasa, cariño?

—Estoy menos sobrio de lo que pensé — confesó Jotaro, ocultando su rostro en el espacio entre su hombro y su cuello. Noriaki llevó sus dedos a los rizos azabaches con el fin de reconfortarle mientras trataba de no reírse. —Dame un momento.

Alquitrán y Carmín「JotaKak」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora