Capítulo dos: la salida del orfanato

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En esos diez años, de los ocho hasta los dieciocho años, Bianca, se dedicó a estudiar cinco idiomas. Que son los siguientes: inglés, alemán, italiano, francés y chino.

Cogiendo su bicicleta BH, y dos maletas grandes, comenzó su aventura. Por cierto, el timbre de la bicicleta, es el sonido de una vaca. Su bicicleta, muy bien arreglada, decorada con unas pegatinas de Queen y de Los Beatles, no pasaban desapercibidas.

Bianca salió una madrugada de mucho frío y nieve, salió de la ciudad de Nueva York, dispuesta a emprender una aventura, arropada con un abrigo que tenía muchos años, y unos guantes que no tenían menos. Su bufanda le tapaba la nariz y la boca. Algunas veces se le caía por el aire. Su pelo largo era muy bonito. Se lo recogía a veces con una coleta, cuando el aire le molestaba mucho.

Y pensó: ¿Dónde voy a dormir esta noche, si no tengo dinero?

¿Dónde voy a comer?

Bianca, en ese momento estaba preocupada, porque sin dinero, no podría ir a ninguna parte, ni comer nada, ni siquiera, un trozo de pan.

Durmió debajo de un puente, con el sonido del río llamativo, y con acompañamiento de dos o tres vagabundos.

Pasó mala noche, porque no estaba acostumbrada a eso.

Ya que, en el orfanato, por lo menos tenían cama donde dormir. Durmió sobre una de sus mantas que llevaba. Y de almohada se puso una de sus maletas. Al amanecer, dándole la cara a los primeros rayos de Sol, emprendió el viaje al centro de la ciudad de Vancouver (Canadá) llevando consigo de instrumento su melodiosa voz, que era lo único que podía ofrecer a la gente.

La golondrina blanca [En Proceso] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora