Capítulo X

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Tras aquella intensa excursión, ambos quedaron como simples amigos e intentaron olvidar la situación, a pesar de ello, no paraba de darle vueltas a lo dicho por Erin y aunque odiara admitirlo, la chica tenía completa razón.

Sin embargo, se convenció a si mismo de que no hacía nada malo, que dentro de cuatro días se iría y dejarían aquel extraño y enfermizo romance de una vez y por fin serían felices, como ambos merecían. Se quiso persuadir de que el motivo por el que había conocido a Oliver era, simplemente para vivir una pequeña aventura que contrastaría con el resto de su vida, larga y aburrida.

"Quizá solo estuvieramos destinados a ser amantes, los segundos o terceros en la vida del otro."

Volvieron al picnic, los adultos conversaban animadamente acerca de la estancia en Italia el año pasado, Audra estaba entusiasmada, como buena doctorada en historia del arte le entusiasmaba la idea de oír todo lo que tenía que decir el señor Perlman de ese lugar y por supuesto, las anécdotas contadas por Oliver y los comentarios de Annella, quien parecía llevarse de maravilla con la joven.

Elio se sentó junto a ellos, al lado de Oliver, sintiendo la mirada de Erin sobre él, mas no era una mirada enfadada o celosa, no supo exactamente lo que quería transmitir la chica pues en su gesto se veían sentimientos encontrados que había intentado ocultar fallidamente, ella se sentó en el otro lado del italiano y pronto se enfrascó en la conversación mientras se fumaba un cigarro alternadamente con Elio.

Un escalofrío recorrió su columna cuando sintió nuevamente la mano de Oliver en su cintura, de nuevo, esta vez colándose lentamente por debajo de su camisa y acariciando su espalda baja, algo que a Elio le puso los pelos de punta y que Oliver notó, pues vio como una leve sonrisa asomaba entre sus labios.

Oliver se arriesgaba demasiado, Audra podría verlos, ver su sonrojo bajo lo poco que podían ocultar aquellas gafas de sol, Erin también podría hacerlo, pero a pesar de ello no pensó en quitar su mano de aquel lugar, ni lo haría.

Todos se fueron, quizá quedaran al día siguiente o quizás no, no lo sabía aunque esperaba volver a ver a Oliver mañana. Sin embargo antes de subirse al coche, sintió algo caer en su mano y al americano despidiéndose de él.- Toma, es un camino largo de vuelta, por si tenéis hambre. ¡Luego!

Y Oliver desapareció en el coche de la misma forma que había aparecido.

Elio bajó la mirada para ver que había en aquella bolsa que el americano le había dado y cuando lo descubrió, se ruborizó tanto que sintió toda su cara arder.

En aquella bolsa había varias piezas de fruta, todas melocotones, algunos más maduros que otros haciendo resaltar una paleta de colores anaranjados rosáceos, entró en el coche sin mediar palabra, le dio a su madre un melocotón y a su padre otro.

- Están buenos pero los que cultiva tu madre son mejores. -Sonrió Samuel antes de besar cortamente los labios de Annella, quien agradeció, admitiendo que pensaba de la misma forma.

Él tenía la mirada fija en los melocotones y recordando la escena del año pasado, no había vuelto a tocarse con una fruta después de que Oliver descubriera el melocotón enfermizamente lleno de semen sobre la mesilla y se burlara de él, justo como acababa de suceder, aunque la idea de que el americano se los hubiera dado con otra idea, le sonrojaba y excitaba más de lo que hubiera supuesto.

No tardó en percatarse de que en el fondo de la bolsa había algo, que él miró con curiosidad y extrañeza, lo cogió con cuidado, parecía tratarse de un papel, tal vez era el recibo, aunque al verlo doblado con tal pulcritud lo descartó. Abrió lo que parecía ser una nota y la leyó rápidamente.

"Espérame a las doce en tu habitación."

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Como este capítulo es corto, lo subiré junto a otro.
Aviso, el siguiente contiene un intento de smut y digo intento porque se me da demasiado mal escribir estas cosas, así que, leed bajo vuestra responsabilidad y entended que doy pena a la hora de escribir esto.

Don't Forget Me (Elio and Oliver)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora