Capítulo XVI

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Erin llamó a la habitación antes siquiera de que pudiera hacerse a la idea de que era sábado. No tenía intención de abrirle, el plan de quedarse toda la mañana durmiendo en la cama intentando calmar su dolor de cabeza que a la vez era solapado por el olor de la sudadera que yacía a su lado había sido su principal opción, sin embargo no sabe que fue lo que le llevó a abrir la puerta, quizás por la necesidad de ataraxia que esperaba que la pelirroja le brindara, quien sabe.

Tras la puerta, la chica se dejó ver, con una expresión de preocupación entró antes de que Elio pudiera hablar y se sentó en la cama.

— Estás echo un desastre. — Murmuró ella, sacando de su mochila un cigarro y tendiendoselo.

Él no respondió, se limitó a frotarse los ojos, intentando ocultar las ojeras que bajo ellos había, esperando que Erin no se diera cuenta y que si lo hacía no hablara, en ese momento lo que menos quería eran leyes de moralidad.

Se quedaron un tiempo más en silencio, ambos mirando al frente, Elio vio como la chica observaba su reflejo, de vez en cuando se pasaba sus dedos por los mechones que sobresalían de su trenza, o se mordía el labio inferior, sin saber realmente que decir.

Y era normal, ¿Qué se decían en esas situaciones? "¿Siento que las cosas no hayan ido bien?" o el famoso cliché "¿Tú mereces algo mejor que eso?" Porque si Erin dijera eso, ambos sabrían que estaba mintiendo.

Si hubiera sido más cruel, fría, más cínica, se hubiera limitado a decirle que él solo era la tercera rueda en la vida amorosa de su tía (a la que adoraba) y aquel guapo americano, que se olvidara porque no tenía futuro, quizás eso hubiera bajado las expectativas de Elio y se hubiera  rendido, pero por suerte o desgracia no era así.

Erin abrazó a Elio, acarició su espalda cariñosamente, amigablemente, si se hubieran conocido de más incluso fraternalmente, Elio no se resistió y la abrazó de vuelta, suspirando, antes de dirigir su mirada a la sudadera y luego a la ventana.

— Podríamos ir a tomar un café. — Ella le dedicó una sonrisa, suave, apartando los rizos de la frente del italiano, él no pudo evitar pensar en Audra. — O si no, comprar una botella de vodka barato y emborracharnos mientras vemos alguna película de Paul Newman, siempre es buen plan.

Sonrió, una sonrisa torcida, pero sincera, agradeciéndole a la chica en silencio que estuviera ahí.— Un café primero estaría bien, no quiero que me duela más la cabeza.

Erin asintió, antes de dirigirse a su bolso y lanzarle una pastilla, que Elio miró con confusión.

— Tranquilo, solo es una aspirina. — Murmuró ella antes de entrar al baño.

La mirada de Elio se fijó en la pared, antes de dirigirse a la sudadera de nuevo. La cogió, mirándola durante algunos segundos, examinando cada hilo, cada milímetro de ella, antes de lanzarla al armario y cerrar este. Tras esto se tomó la pastilla.

Fueron a tomar un café a un lugar cercano, debido a la insistencia de Elio de que debía volver pronto a hacerse la maleta, Erin, a pesar de su insistencia acabó cediendo y llevándole a un café de temática cinematográfica.

Se sentaron junto a la ventana, frente a una gran foto de un hombre que al italiano se le asemejó a Marlon Brando, sujetando la mano a un hombre con un delantal desgastado por el uso.

— Un té de cerezas. — Dijo la pelirroja antes de dirigir su mirada al chico, esperando a que hablara.

— Un café irlandés, cargado. — Añadió él, notando la pequeña sonrisa asomar de la boca de Erin.

— Si quieres les pido la botella de whisky directamente. — Elio le sacó el dedo, antes de frotarse la cabeza y soltar un quejido, apoyando sus codos sobre la mesa y apoyando su frente entre estos.

Se quedaron en silencio hasta que trajeron ambas bebidas, la pelirroja moviendo desinteresadamente la cucharilla mientras miraba por la ventana, Elio por el contrario, se bebió el cóctel en cuanto se lo pusieron delante.

Estuvieron hablando, de banalidades, de arte, de cine, de cualquier cosa, explotando en carcajadas por nada, sonriendo por nimiedades, comentando de todo, excepto de Oliver, sin notar el paso de los minutos que se volvieron horas.

— Te voy a echar de menos, aunque suene estúpido. — Murmuró ella, tras ese silencio que se forma tras una risa.

Elio tuvo que aclararse la garganta ante aquella confesión.— Yo también. —Se limitó a decir, dirigiendo su vista a la ventana.— Puedes venirte cuando quieras... En casa siempre hay sitio para uno más. — Sonrió, a penas se notaba, una sonrisa torcida que hubiera pasado por una mueca.

Ella se encogió de hombros, pasando uno de sus mechones pelirrojos por detrás de su oreja, de nuevo. — No podré despedirme más tarde, ni mañana, tengo que coger un tren a Florida esta tarde, me han admitido en la universidad de artes.

Y la chica procedió a decir, con una dulzura diferente.— Ha sido un placer conocerte Elio Perlman, espero que en un futuro nos crucemos de nuevo.

Si pudiera definirse en ese momento, diría que la palabra "sensibilidad" se adaptaba a su persona completamente. Podría haberle atribuido su nudo a Oliver, pero extrañaría a aquella chica, conociéndola de a penas de días.

Y quería decirle tantas cosas, que al final no dijo nada.

Erin pagó y le extendió la mano, que él miró algo aturdido.

Andiamo Elio! — Murmuró ella, en un marcado acento estadounidense.— Te acompañaré al hotel y me despediré de tus padres.

Él asintió, en silencio, sin mediar palabra mientras volvían al hotel,  intentando mirar cualquier cosa, excepto a Erin, sin parar de pensar en ese " ¿Y qué hubiera pasado sí...?" que carcomía su cabeza.

¿Qué hubiera pasado si hubiera conocido a la chica en otro momento, otro lugar? ¿Si se hubiera enamorado de ella? ¿Qué hubiera sucedido si hubiera sido Erin quien hubiera pisado su casa en B. con una estrella de David colgada al cuello y un carisma casi tan abrasador como el sol que en ese momento pegaba? Quizá la historia hubiera sido diferente, o quizás igual. Quizá fueran algo, amigos o meros desconocidos.

Quizás, quizás...

No se había dado cuenta del momento en el que habían llegado al hotel y Erin se había despedido de sus padres,en ese  instante se encontraba frente a él, mirándole. Ambos se fundieron en un abrazo, él acariciando su espalda mientras ella escondía su cabeza en su cuello.

Se separó, besando su mejilla y despidiéndose de sus padres con la mano.

Y se fue, dejando detrás suyo a un Elio estático, mientras Samuel ponía una mano en su hombro.

— Estará bien y la volverás a ver. — Apretó su brazo suavemente, revolviendo tras ello su pelo.—  Vamos a comer y a hacer las maletas.

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¡Hola! Estoy de vuelta, personalmente no estoy muy contenta con este capítulo pero no quería dejar más tiempo colgada esta historia.

Ya no siento el fanatismo por "Call Me By Your Name" que sentía antes, sin embargo, ya que queda poco para terminar la historia, decidí finalizarla, aunque cancelaré la de "Silenzio" temporalmente disculpad.

Sigo amando el ambiente de la película y admirando enormemente el personaje de Elio y, aunque no pueda reflejarlo a la perfección, estoy contenta con el resultado, por ello no borraré esa historia y dejaré ese capítulo único como "prólogo" por así decirlo.

Don't Forget Me (Elio and Oliver)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora