III » can you feel me?

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Sostuve el marco de madera sobre mis manos. No estaba segura de por qué había aparecido de nuevo en mi mesilla, a las tres de la mañana cuando yo prácticamente lo dejé en el sótano. Había tratado con sudor y sangre olvidar mi pasado académico, donde todo lo que hacía era llorar y llorar siempre por esos insultos. Ahora que ya era una mujer hecha y derecha, (si ese era el término indicado para definirme, porque no quedaba aún muy claro) no quería tener ningún recuerdo acerca de toda esa mierda que viví. Incluso si eso significaba dejar atrás a mis mejores amigos de la secundaria. Incluso si eso significaba dejar atrás a Harry.

Dejé el marco una vez más en el rincón menos solitario y húmedo del sótano y suspiré mientras daba una pequeña vuelta sobre mis pies.

«Dos años en esta casa, y sigo acumulando la misma mierda que cuando me mudé. Soy increíble» Solté una pequeña carcajada, y me dispuse a subir las escaleras, encaminándome de nuevo hacia la segunda planta. Cuando mi cuerpo estaba apunto de salir por el umbral, una rágafa de aire frío azotó mi cuerpo, y con su paso, también cerró la puerta dando así un sonoro portazo.

Salté en mi sitio ante el estruendo, para luego darme cuenta de la claridad de los asuntos. Había quedado encerrada en un sótano. Con poca luz. Y estaba anocheciendo.

Traté con todas mis fuerzas de abrir la puerta, pero fallé en los catorce intentos seguidos. Maldita sea.

¿En qué momento acepté una cerradura para el sótano?

Bufé indignada y pateé la puerta con todas las fuerzas que tenía en mi pierna.

Espera un momento...

...la puerta no tiene cerradura.

-¡¿Qué clase de broma es esta?!-vociferé a... nadie. ¿Por qué demonios ahora hablaba sola?-¡¿Eres tú Molly?! ¡No tiene gracia!-exclamé de nuevo, tratando de concienciarme a mí misma de que esto era sólo una broma pesada ocasionada por mi mejor amiga. Pero no hubo resultado-¡¿Marco?!-lo intenté de nuevo.-¿Carlota?

Mi voz se fue apagando poco a poco, viendo que mis intentos de salir de aquí y poder golpear a alguien por la broma se desvanecían.

La misma ráfaga de viento llegó golpeándome en la cabeza, haciendo que todos los cabellos cortos de mi nuca se erizasen. Bufé por lo bajo y me giré consternada. ¿Qué demonios ocurría en mi casa? ¿Acaso no leí bien el contrato y todo esto trataba acerca de una casa encantada?

Si de algo estaba segura es de que estaba completamente aterrorizada.

Quiero decir, nunca antes había creído en cosas paranormales como hombres lobos, vampiros, reencarnaciones, espectros, y todo eso. Pero estar en una situación como esta te abre de lleno la imaginación y te hace creer en todo lo que nunca imaginabas.

Y yo no quiero un demonio habitando en mi misma casa.

Sentí una pequeña corriente de aire acariciar mi brazo, por más tiempo del que debería, y fruncí el ceño cuando algo frío cincelaba mi brazo.

Miré hacia abajo completamente aterrada, encontrándome con una frase escrita con tinta roja en mi brazo.

"¿Puedes sentirme?"

¡¿Eso era sangre?! Quedé estática en el lugar y traté de calmar mi respiración, que se había agitado de sobremanera al igual que los latidos de mi corazón.

Ahora sentí la misma corriente de aire en mi otro brazo, junto con el mismo cosquilleo de algo frío en mi piel.

"No"

Y entonces, grité como una poseída.

Comencé a correr por el poco espacio cuadrado que tenía de sótano, gritando ayuda como una histérica y aporreando las paredes.

Una fuerza extraña me impidió seguir corriendo, mientras que se instalaba en mi boca prohibiéndome gritar como hiena en celo. Balbuceé unas cuantas maldiciones que eran apaciguadas por aquel extraño toque en mí, y entonces escuché el ruido de unos cristales romperse.

Miré hacía el suelo y pegué otro pequeño brinco, todo lo grande que aquella extraña fuerza me permitió.

Se había roto el marco.

Bueno, mejor dicho, algo había roto el marco.

Algo me empujó por la espalda, y me acercó con sumo cuidado hasta los pequeños cristales, que por alguna extraña razón éstos habían desaparecido, al igual que el marco de madera. Sólo quedaba en el suelo la foto de Harry y yo.

Me acerqué con cautela hasta tomarla entre mis dedos, y con desconfianza la giré.

"Tienes que ayudarme"

Aquello estaba escrito con la misma letra en cursiva, pero con tinta negra por detrás de la foto.

Miré mis brazos, las letras rojas se habían esfumado por arte de magia, al igual que los cristales y el marco. Al igual que la puerta, que ahora estaba hecha añicos.

¿Qué demonios había sido todo eso?


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pasense por mi tablón en la cuenta de @bemywar, gracias,

Paola :)

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⏰ Última actualización: May 09, 2015 ⏰

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