III

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Los ojos del inspector Marcus Vyxen estaban fijos en las llamas que consumían la gasolinera

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Los ojos del inspector Marcus Vyxen estaban fijos en las llamas que consumían la gasolinera. La ambulancia estaba detenida lejos de la escena, atendiendo a los heridos; los bomberos tratando de apagar el fuego; el humo que ascendía desde las profundidades del local oscurecía el cielo.

Una mano puesta en su hombro lo sobresaltó. Su compañero, Patrick Reynolds, lo miraba sin ver en realidad, la mueca de su rostro desencajado por el terror logró asustar al inspector, poniéndolo alerta. La mano temblorosa de Patrick le tendió el teléfono.

- ¿Hola?

- ¡Ah, Vyxen! - el hombre al otro lado de la línea se oía agitado

- ¿Qué sucede, Stevens? - formuló frunciendo el ceño

- ¡Es horrible! - estaba tan alterado que un balbuceo absurdo es todo lo que podía pronunciar

- ¡Stevens! Cálmate - lo apremió él, impaciente - Respira profundo y dime qué es lo que viste.

- South High, un incendio, todos muertos - pronunció tembloroso

- ¿¡Qué!? - el inspector se alejó aún más del gentío, sin poder creer lo que escuchaba

- Luego de encontrarnos con el accidente de la gasolinera - donde estaba justo ahora el inspector - y avisar a la comisaría, seguimos haciendo la ronda habitual. Cuando pasamos por South Hugh las ventanas y puertas estaban cerradas, no había ni una sola persona afuera. Nos pareció extraño, ya que mi hija a esa hora suele llamarme en el receso, y decidimos entrar.

A estas alturas el pecho de Marcus Vyxen subía y bajaba tratando de que la mayor cantidad de aire llegara a sus pulmones. Miró de reojo a su compañero que aún se encontraba en shock a un lado y lo tomó del brazo para llevarlo al auto.

- Continúa - abrió la puerta del asiento del acompañante mientras metía dentro a Patrick, quien se movía automáticamente

Un suspiro de alivio se oyó detrás de la línea

- Gracias a Dios que mi hija no fue hoy a la escuela. Las puertas se encontraban cerradas así que las forzamos. Ha- había una canción sonando en los parlantes. Pumped up kicks, creo, no lo sé - tragó en seco - Las paredes estaban negras. Me asomé a uno de los salones y lo que vi allí casi hace que me haga en los pantalones, amigo, y no del uno.

En lo que el policía se tomaba una pausa para respirar, Marcus instruyó a una ambulancia para que los siguiera, ya que intuía que lo que dijera Hugo Stevens, no sería agradable en lo absoluto, y no se equivocó

- Cadáveres llenos de sangre, todos y cada uno de ellos muertos. Asumí que los demás salones estaban igual y no quería entorpecer más la escena del crimen. Ya llamé a los forenses.

- Vamos para allá - colgó

En un instante entendió por qué su compañero Patrick se encontraba así. No porque fuera un sensible y la situación lo escandalizara, en sus años de carrera ya habían visto de todo, nada podía sorprenderles. Aunque cabe destacar que en un lugar no tan pequeño para ser llamado pueblo, y no tan grande para ser llamado ciudad; estas cosas no solían ocurrirles seguido.

- ¿Qué demonios tiene este país con las matanzas? - expresó a nadie en particular sin pensar. Al instante giró a ver a su compañero, temiendo haber empeorado la situación, pero este seguía en el mismo estado de aturdimiento.

Después de todo, seguramente era su hija una de las víctimas, ya que era, o fue, una de las estudiantes de esa escuela.

Aceleró

Cuando llegaron al lugar de los hechos logró divisar a algunas patrullas, gente extendiendo la cinta policial, la ambulancia aparcando a un lado y los autos de los estudiantes aún estacionados, lo que hacía ver el escenario aún más tétrico, ya que a simple vista el edificio parecía estar como cualquier otro día de semana, sólo que más calmo.

Se tomó un momento para respirar antes de bajar del auto y volteó el cuerpo para hablarle directamente a Patrick.

- Patrick, escucha - dijo golpeándolo un poco en la mejilla para hacerlo reaccionar, lo que ayudó en cierta medida. Los ojos de Reynolds se enfocaron en Vyxen - se que el escenario no se vea alentador, pero no sabemos que ocurrió y necesito tu ayuda para descubrirlo. No pretendo darte esperanzas, lo que quiero es que levantes la cabeza y hagamos esto.

Los ojos de Patrick lagrimearon pero no dijo nada. Marcus suspiró

- Mejor quédate dentro del auto, no estás en condiciones - dijo, tratando de sonar comprensivo - te avisaré cualquier cosa.

Se bajó, cerrando la puerta tras de sí, encaminándose al lugar. Se encontró con varios policías hablando por el radio y revisando los alrededores.

- Los forenses están adentro - informó Stevens

El inspector asintió y pasó de largo.

Cuando entró notó que las paredes estaban negras. El hollín estaba por todos lados. Hace rato habían entrado al despacho del director, que además de encontrarlo con un tiro en su frente, encontraron un mp3 reproduciendo la canción junto al micrófono. Aparte de eso, podría decirse que si no fuera por la actividad de los forenses entrando y saliendo, podría hacerse pasar por una escena escalofriante y ya. Pero eso no fue lo que dejó sin aliento al inspector. No. La grotesca escena que encontró cuando miró en uno de los salones al fondo del pasillo lo asustó.

Si, había visto muchas cosas, pero nunca había visto un asesinato en masa en su pequeña ciudad. No era del tipo de lugar donde la comisaría recibiera llamados a todas horas. De hecho, era un lugar muy tranquilo. Y justo hoy estuvo en dos accidentes el mismo día y casi a la misma hora.

Las paredes estaban salpicadas con sangre, chorreaba hasta el piso. Había tantos cuerpos calcinados. Irreconocibles. Todos estaban en diferentes posiciones, unos más alejados, otros más juntos. A simple vista se veía el cabello y la piel chamuscados.

Pensar que eran tan jóvenes y que tenían toda una vida por delante le puso los pelos de punta. Un escalofrío le recorrió la piel de su nuca descubierta, casi como una respiración. Se volteó a toda velocidad, pero no vio nada, ni uno solo de los especialistas o policías.

De pronto parecía que hacía más frío y la necesidad de buscar un abrigo rápido lo abrumó. Salió a toda velocidad de allí. La próxima parada que haría, sería el bar donde solían ir todos luego de un largo día de trabajo.

- Envíame la información luego - le pidió a Stevens, que estaba hablando con otro policía. Este asintió comprensivo.

No se molestó en explicarle a su compañero que estaba demasiado afectado como para enterarse de algo cuando arrancó el auto, sólo siguió conduciendo.

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