Última Oportunidad.

Capítulo 41.

Narra Ally:

Me levanté lentamente del sillón, las chicas ya estaban a nada de una congestión alcohólica, así que fui al cuarto de Lauren, tomé algo de ropa, algunas cosas del baño y otras cosillas que me parecieron necesarias. Guarde todo en una mochila y salí por una ventana que daba a las escaleras de emergencia, al estilo de Rebeca.

Iba apresurada buscando algún restaurante cuando de pronto vi a dos mujeres saliendo de un edificio, a lo lejos no las reconocí, pero conforme me fui acercando pude notar que me eran familiares, ¿cómo no lo vi venir? Eran ellas, pero ¿qué demonios hace Verónica aquí? Me quedé parada en medio de la calle, analizando las cosas, pero justo en el momento que iba a cruzar la calle para no tener que pasar a su lado me vieron. 

-¡Allyson!- escuchaba los gritos de Lucy, estaba furiosa.

Yo crucé la calle fingiendo no escucharla pero me aterró verla siguiéndome, así que corrí lo más rápido que pude y entré a un supermercado. Aprovechando que las había perdido, decidí comprar unas cosas para Lauren. Al no ver a ninguna persona conocida esperando por mi, salí con mucha tranquilidad de aquel lugar.

Estaba a unas 10 cuadras del hotel de Lauren, mientras esperaba que el semáforo se cambiará a rojo, pude escuchar alguien gritando que le habían robado su automóvil. Así que cuando cambio el color decidí cruzar esa larga avenida, pero mientras avanzaba pude notar que se acercaba a mi un auto rápidamente y aunque intenté correr ya era demasiado tarde, todo sucedió tan rápido, vi todo lo que había comprado en aquel supermercado volar, al igual que yo, pero vi su rostro, y quedé en shock, lo más duro fue el golpe al caer en el cofre de aquel auto para después resbalar al duro asfalto, pude sentir como arrolló mi tobillo al darse a la fuga.

Muchas personas corrieron a auxiliarme, escuchaba gritos y todo se volvía borroso a mi alrededor.

-Tranquila pequeña, ya viene la ayuda.- dijo la voz de un oficial.

-Lu...- mi voz era interrumpida por mi necesidad de toser, el sabor en mi boca se volvió ferroso, como pude llevé mi mano a mi boca mientras tosía, que sorpresa ver que estaba tosiendo sangre.

-No te muevas querida, guarda tus fuerzas, por favor no te duermas.- me hablaba suavemente aquel oficial mientras tomaba mi teléfono y uno de mis dedos para desbloquearlo. 

Pude escuchar como llamaba a Lauren, vi al oficial dándole indicaciones mientras se alejaba, llegó una para-médico, me puso un collarín y estabilizo mi columna mientras me ponían en una camilla.

-Lu...- otra vez la tos, me estaba ahogando con mi sangre, pero ellos tenían que saber su nombre, ella no podía quedar libre después de lo que nos hizo a todas, así que tomé aire con dificultad y hablé.-Lucy.

-¿Te llamas Lucy? -me pregunto la mujer mientras me subía a la ambulancia.

-No.-contesté difícilmente.

-¿Es la persona que te hizo esto?- me pregunto alterada la mujer.

No pude contestarle porqué mis ojos se cerraron y por un momento el dolor se fue.

No sé donde estaba pero escuchaba muchos murmullos, y entonces escuche su voz a lo lejos.

-Tienes unos minutos, debe ser llevada a cirugía de emergencia.

Pude sentir su mano en la mía, escuché que lloraba.

-Por favor Lauren, no llores, estaré bien.- me decía mentalmente.

Sentí como me empujaban y su manos soltar la mía.

-Tienes que vivir Ally, por favor, vive.-la oí a lo lejos.

-Lo intentaré, te lo prometo.- dije mientras iba al quirófano.

Pasó tiempo y de nuevo escuché voces y murmullos, creo que inclusive escuche llorar a Camila y Lauren mientras el doctor les decía la mala noticia. Una parte de mi se alegro de que mi mejor amiga no estuviera sola, pero otra parte de mi entristeció, ¿de verdad no voy a despertar nunca más? Lo prometiste Ally, tenemos que vivir.

-¿Usted es Lucy?- dijo una voz que me parecía familiar.

Lucy, escuchar su nombre provocó algo en mi; "CÓDIGO AZUL HABITACIÓN 103", entró una enfermera quiero suponer.

-¿Qué está pasando?- escuché a Camila alterada.

-Señoritas, ustedes no pueden estar aquí.- alguien les respondió, mientras se escuchaba la puerta y cortinas cerrarse.

-¡Preparen las paletas y carguen a 300."- fue lo último que escuché ese día.

<<No me odien, les amo.>>