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Aquella habitación se sentía abrasadora, producto de la temperatura de sus cuerpos frenesís. Los leves gemidos de apoco subían de intensidad, al igual que el ritmo de los vaivenes. No existía nada más que sus cuerpos fusionándose, donde solo importaba aquel hermoso chico debajo suyo, la manera es que se aferraba a él, sus gestos sugerentes, sus ojos fuertemente cerrados, sus finos cabellos castaños esparciéndose por su almohada, danzando a la par de cada estocada, aquellas mejillas encendidas y su tentadora boca semiabierta dejando escapar su nombre incontables veces...

—Mateo...

Abrió los ojos de golpe, aún con la respiración agitada y su cuerpo cubierto de sudor. Aquello se había sentido tan real, ese maldito sueño que no lo abandonaba y el cual parecía avanzar conforme los días pasaban.

Al igual que las últimas noches, ya no fue capaz de conciliar el sueño, así que se levantó de su cama y fue directo a su cocina a beber un poco de agua. Después de la conversación que tuvo con Temo se sentía intranquilo... más de lo que ya estaba. El que le ordenara alejarse de Diego le molesto en demasía, pero más que molestia era miedo.

Tenía miles de pensamiento en su cabeza, intentaba ignorarlos, pero ahora comenzaban a ser demasiados, evitándole así pensar de manera clara. Había cruzado la línea, lo que había pasado con Diego iba mucho más allá de lo que unos amigos hacen... porque eso eran ellos; amigos, no amigos con derecho, ni amigovios o como quieran llamarle... entonces ¿por qué no se arrepentía? Y para empezar ¿tenía que arrepentirse?

Río irónico pues sabía la respuesta, tenía qué, él siempre había sido un chico orgulloso de lo que era, de su religión y sus creencias. Pues contrariamente a lo que muchos pensaran en el judaísmo no te sembraban la ideología dogmática, al contrario, siempre te decían que debías cuestionar y usar la lógica y la razón para encontrar la verdad. Y es lo que hacía, sin embargo, topaba con pared, pues a pesar de que los judíos aceptaran a las personas homosexuales, rechazaban como tal los actos de estos, y bueno él en tan solo unas horas había hecho de todo, llegando hasta el final.

Y ahí estaba él haciendo lo que su religión le indicaba, se cuestionaba, ¿Por qué era malo el estar con una persona del mismo sexo? Sí ambas partes estaban de acuerdo ¿en qué afectaba a los demás? ¿Por qué algo qué se sentía tan bien, estaba tan mal? ¿Por qué eso condenaría sus almas?

Por una parte, estaba su religión, por otra sus padres... ¿Qué pensarían ellos de esto? Soltaba una sonrisa amarga, pues sabía bien la respuesta, sería la decepción de la familia... algo completamente contrario a lo que él buscaba. Desde siempre busco ser el orgullo, complaciendo en todo lo que su exigente padre le pedía, con tal de lograr su objetivo y su reconocimiento, no le importaba lo que tuviera que hacer para conseguirlo, o bueno eso era hasta que llegó Diego... Diego, aquel chico que ahora prácticamente vivía en sus pensamientos, aquel que sin notarlo lo estaba cambiando de a poco, haciéndolo una mejor persona, ese que estuvo para él en el momento en que más necesitaba de alguien, el que hacía que su vida tomara un poco de color.

Entonces apareció la pregunta de la que tanto estaba huyendo ¿era homosexual?, lo meditó por un largo momento, no lo era. Desde que conoció la atracción física siempre habían sido chicas las que se encontraban dentro de sus intereses, tal vez en cierto momento le llegó a parecer atractivo algún chico, pero nunca para pensar en eso de manera sentimental.

En ese momento la imagen de Diego vino a su mente, recordando incluso la primera vez que lo conoció, deslumbrándolo con aquel optimismo, causando en él cierta incomodidad, pues sentía que nadie podría ser tan positivo y feliz. Cuando se dio la verdadera oportunidad de conocerlo se sorprendió del chico que tenía enfrente, sí era ingenuo, pero eso lo hacía sumamente lindo, a pesar de que él no se había portado tan bien con él en el pasado, cuando fue inculpado por el accidente de Aris y Carlota fue el único que creyó en él, a pesar de que todo estaba en su contra.

Abstinencia [Matiego]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora