Donde Chan vuelve a casa después de la universidad para ver a su hermanastro, pero JeongIn cambió y ya no es el pequeño que conocía, ahora, es porrista y está saliendo con alguien. Chan no sabe por qué todo esto lo inquieta, pero lo hace. Y apesta.
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Quienquiera que estuviera detrás de la puerta empezó a girar la perilla, pero al percatarse de que estaba con seguro, se alejó.
No iba a llegar demasiado lejos.
—Probablemente están tratando de asegurarse de que volvimos de la fiesta —JeongIn dijo en voz baja. —Deberían saber que estamos aquí, ¿verdad?
Chan comenzó a moverse y se inclinó sobre él, volviendo a encender la luz. JeongIn tenía la cara un poco rosada cuando el chico se acomodó para comenzar a besarlo de nuevo. Cuando los besos del castaño pasaron de su rostro a su cuello y de su cuello al resto de su torso cubierto por las mantas, JeongIn intentó seguir hablando:
—No quiero que nos metamos en problemas ni nada... —sus propios jadeos le interrumpían, pero no le importaba, solo quería disfrutar del hecho de que el recorrido de Chan continuara yendo cada vez más abajo de las mantas hasta llegar a repartir pequeños besos en su masculinidad— hazlo otra vez... joder, sí —JeongIn apartó la tela y observó a Chan lamiendo la hendidura de su polla; antes de bajar sus pantalones y su ropa interior de una sola vez. —Necesitamos un plan sobre lo que vamos a decir... Oh, bebé, más lento.
Chris sonrió y disminuyó la velocidad —Deja de preocuparte por cosas que no podemos controlar.
—Podríamos haberlo controlado —le dijo JeongIn. Bajó las manos hacia el cabello oscuro del chico y envolvió sus dedos en él— Pero entonces te besé... Chan, no quiero correrme todavía... Channie...
Chan lamió desde la base de JeongIn hasta la punta de su polla y comenzó a cubrirla con su boca. Avanzó lentamente mientras alcanzaba el lubricante y entonces abrió la tapa, pero JeongIn lo agarró del cabello y lo obligó a ir más profundo, provocando que Chan soltara un gemido grave, haciendo vibrar su garganta.
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JeongIn era mucho más apretado de lo que Chan estaba acostumbrado. Le tomó un tiempo hacer que se adaptara, aunque éste siguiera diciendo que estaba listo. Comenzó con tres dedos agonizantemente lentos, mientras besaba sus muslos internos.
