First Day [1x01].

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Añoraba notablemente los cimientos de mi antigua casa. La de locuras que había vivido allí, tanto buenas como malas. Pero claro, ahí estaban mis padres para descolocarme la vida justo en el mejor momento de esta: la adolescencia.

El motor del coche rugía como un condenado al que le quedaban pocos días de vida por cada kilómetro que recorríamos hasta nuestro nuevo hogar en Massachusetts. Al menos era un estado que me gustaba, por lo que tampoco me iba a quejar demasiado.

Necesité aire al ver el pueblo en el que tendríamos que vivir ahora. En la entrada, un letrero gigante que se balanceaba haciendo amago de caerse nos daba una fría bienvenida. Al principio, las casas eran todas iguales y monótonas de color amarillo grisaceo, como si estuvieran sucias; más adelante, unos pisos y más urbanización daban un toque de alegría a quel lugar, señalando que aquel era el centro de la ciudad. Aunque la gente que paseaba por las calles (familias, solitarios e incluso niños) nos miraban temerosos, como si una panda de asesinos sangrientos hubiesen llegado a su deseoso pueblo.

- Cariño, esta gente nos mira mal. No me gusta este pueblo, nada. - mi madre apuntó a mi padre con su típico acento francés. Se llamaba Monique, y, ella era feliz hasta que apareció mi padre y la descolocó para usarla como una sirvienta más.

- No me importa en absoluto tu opinión, así que cierra esa bocaza y espérate a que lleguemos, podrás ponerte a limpiar muy pronto - contestó mi padre, quien asestó un volantazo que nos cambió de dirección hacia la derecha.

La trataba a patadas, y su actitud no me gustaba en absoluto, ni lo más mínimo. Algún día nos las pagaría.

Cuando atravesamos el centro de la ciudad, aparecimos en una lujosa urbanización llena de grandes y espaciosas casas.

Aquella ciudad era extraña. El principio de ella era ruinosa y desolada, mientras que según avanzabas el lujo se iba apoderando de ella.
Paramos en una de las casas, que hacía esquina, por lo que era algo más espaciosa.

¿De dónde habría sacado mi padre tanto dinero para quella casa?

Los tres nos bajamos, cargando con las maletas recién recogidas del maletero y subíamos los escalones que daban paso a nuestra nueva casa.
Esta estaba compuesta de un amplio vestíbulo, con un gran salón a su izquierda y una sala de estar a su derecha, mientras que ambas estaban unidas a la cocina, que daba paso al patio trasero. La parte de arriba de la casa se componía de cinco habitaciones y dos baños y, la boardilla.
Abajo estaba el sótano, también bastante amplio.

Elegí una habitación que daba al patio trasero y, también al que sería mi próximo instituto.  El Instituto Dollhouse. Sí, un nombre un tanto extraño viniendo de un insituto, pero en aquel pueblo todo era extraño. Noté una mano sobre mi hombro.

- Sé que echas de menos todo lo que dejamos atrás - mi madre y yo nos mirábamos a través del reflejo de la ventana - pero tu padre es el que ha querido esto.

- Creo que es hora de hacer lo que te salga de las narices, mamá. No puedes estar a la sombra de él el poco tiempo que sigas viva, porque a este ritmo te matará pronto - aquellas palabras me obligaron a abandonar la habitación, mientras los gritos de mi padre pidiéndole la cena a mi madre retumbaban a través de las paredes
Cenamos en silencio y, cuando estabábamos recogiendo la mesa, el timbre iluminó aquel silencio.

Me dirigí a abrir la puerta, pero mi padre me hizo un gesto para que estuviese quieta, ya que él sería el que habriría la puerta. Todo un machista.

- Hola, buenas noches - una voz femenina sonó al otro lado de la puerta - como presidenta de esta comunidad, le doy la bienvenida a esta urbanización. - no pude evitar la tentación de asomarme detrás de mi padre para observar a la mujer. Era regordeta, sobretodo en la cara, ya que la grasa de las mejillas la achinaban los ojos, y sus pies embutidos en unos estrechos zapatos de tacón la hacían treméndamente ridícula.- Me llamo Kathy, Kathy Wellington, encantada, señor Harmon.

Mi padre le tendió la mano, sin decir ni una sola palabra como el verdadero maleducado que era.

- Bueno, como a todos los vecinos, se le entregarán un formularío de la comunidad, en la que usted podría aceptar ir a las reuniones que se celebran aquí y... - la voz de aquella mujer me mareaba, lo que me obligó a tomar asiento en una de las sillas del comedor.

- Creo que me voy a la cama - susurré a mi madre, o a mi padre, o a cualquiera con tal de informar de mi mal estado.

Ni treinta segundos tardé en dormirme. Aquello era extraño... aunque quizá el cansancio del viaje y de el órden de las cosas me hubiera provocado aquello. ¿O no?

American Horror Story: High School.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora