005

1.6K 155 48
                                    

Todo había sucedido tan rápido a parecer de la chica; su espalda dolía a horrores y avancemos sin mencionar el golpe que recibio en la cabeza.

Estaba consciente, claro, solo no podía emitir movimiento alguno pues eso alteraría el dolor naciente en su columna.

— ¿Cómo te sientes?.— Escuchó decir, por el tono de voz pudo deducir inmediatamente que se trataba de un chico.

— He estado mejor.— Murmuró con suavidad, dejando escapar una risilla. Vaya tontera, sintió un punzón al momento y tuvo que reducir sus movimientos faciales

— Ya veo.— Dijo aquello con su tono característico.— Soy gowther, ¿recuerdas?.

La muchacha asintió, tanto su abdomen como parte de sus piernas estaban cubiertas por trozos de tela blanca, los cuales, por cierto se ajustaban perfectamente a su figura.

— ¿Cómo está ban?, ¿está herido?...— Preguntó, esta vez mostrándose preocupada; intentó moverse, nuevamente guiándose por la torpeza, cosa que provocó que el dolor se hiciera más punzante y que un quejido escapara de sus labios.

— Ban está bien, no debes preocuparte.— Al decir aquello colocó una de sus manos en la cabeza ajena, acariciando con lentitud las hebras castañas.

La pequeña solo atino a más que asentir, y fue entonces cuando un bullicio se escuchó en el pasillo.

— Creo que los chicos ya vienen hacia acá.— Musitó inclinándose un poco hacia la muchacha— ¿me dejas esconderme bajo tus mantas?

— ¿Uh?, ¿por qué?.— Cuestionó bastante confusa, el muchacho no respondió, más se colocó bajo las mantas abrazándose a las piernas de ls chica.

Entonces la puerta fue abierta de golpe.

— ¡____!, ¡estás despierta!.— Inquirió ban, en su mirar se reflejaba tristeza.

— Ban, estás bien...— Curvo sus labios hacia arriba mostrando una hermosa, pero a la vez dolorosa sonrisa.

— Lo lamento tanto, si no fuera por mí culpa no estarías ahí...— Dijo aquello con un tono amargo, sentándose en el banco que anteriormente ocupó gowther.

Lo demás se adentraron en la habitación, y fue entonces cuando el ambiente se tensó.

Las mejillas de la castañita inmediatamente se encendieron y los que ya se encontraban presentes se mostraban confundidos.

— ¿Le sucede algo, señorita ___?.— Preguntó elizabeth, ella se encontraba situada junto a meliodas quién al igual que king, tenían una de sus cejas levantadas.

— No, no...no sucede nada.— Respondió con un temblor en su labio inferior. Se preguntarán el por qué de esa actitud.

Bajo las sabanas, quién según solo se ocultaba, había empezado a acariciar con disimulo los muslos de la muchacha. Y a la vez, rozaba su lengua con los mismos.

— Te ves muy roja, ¿acaso tienes fiebre? ¡iink!.— Preguntó hawk, saltando de una manera bastante repentina a la cama. Fue entonces cuando la manta se enredó en una de sus patitas y gowther quedó expuesto.

Las miradas llenas de sorpresa no tardaron en hacerse presentes.

—...

—...

—...

—...

— Hola, chicos.— Saludó acomodando sus lentes, y frotando sus manos una última vez contra la pierna izquierda de la muchacha.

— ___, ¿puedes decirme que significa esto?.— Ban se mostraba pacífico, pero el aura que emanaba era más que asesina.

— Yo..., yo...— Sus ojos se mostraron acuosos, ahora se vería como una cualquiera y no tendría como defenderse.

— Le pedí que me dejase ocultarme, solo fue una excusa para tocarla.— Admitió el muñeco, los presentes le miraron fijo ahora.

— Así que, la tocaste sin su consentimiento, ¿no?.— Le preguntó meliodas, colocando una de sus manos en su cintura.

— Así es capitán, no es como si usted no lo hiciera.— Respondió devuelta, estaba preparado para retirarse y fue entonces cuando un gran golpe fue dirigido a su mejilla.

Ban estaba hecho una furia, tanto que la cabeza del muñeco dio tres giros seguidos y sus anteojos se vieron quebrados.

— ¡Ban!.— Exclamó inmediatamente la muchacha ya herida, por más que le rogara, se veía que no podría detenerlo.

— Se lo merece.— Masculló diane, colocándose a un lado de elizabeth y meliodas, quienes miraban expectante los golpes que ban brindaba a su compañero.

— Ay capitán, ya estoy cansado de ver peleas el día de hoy.— King se quejó bajito, abrazando su almohada con gran cariño.

— Bah, yo no.— Dijo este finalmente caminando en dirección a la castaña.

— Por favor, termina con esto.— Rogó al rubio frente a ella mirando la desgarradora escena donde ban terminaba por arrancar una de las extremidades del muñeco.

— ¿Segura no quieres que le de su merecido?.— Sus ojos color jade se mostraban opacos, la muchacha asintió pues la agresividad no resolvería nada.

Entonces meliodas encogió sus hombros, caminando en dirección hacia los dos pecados causantes de tanto lío. Con tan sólo uno de sus golpes, sólo uno de ellos. Pudo aturdir a ban y noquear a la marioneta.

— ¡Aghj, capitáaan..!, ¿qué mierda?.— Se quejó el albino acariciando la zona golpeada.

— Ya es suficiente de peleas, estoy seguro de que ya es tiempo de concentrarnos con respecto a nuestro regreso a baste. Tan sólo estamos a una noche de llegar, y según lo informado hay unos caballeros sagrados atemorizando las calles y robando las pertenencias de los pueblerinos.— Informó con una expresión completamente seria y dominante, los pecados presentes asintieron y se retiraron de la habitación dispuestos a descansar. Sabían la rutina que les esperaba.

Solo quedaban cuatro presentes.

Gowther, porque no podía moverse hasta estar completo con cada una de sus piezas.

Meliodas, esperando un momento a solas con la castaña para preguntarle por su salud.

Elizabeth, para compañía de su rubio.

Y finalmente ___, quién obligatoriamente debía de estar postrada hasta que llegase a sentirse mejor.

— Gracias por detener la pelea, meliodas. — La morena suspiró aliviada, mientras cerraba sus ojos con lentitud.

— No es nada.— Respondió alegre, empezaba a sentir empatía por la chica.

— ¿Necesita que la ayude, señorita ___?.— Cuestionó elizabeth acercándose de inmediato, en su sonrisa se notaba el desagrado aunque intentara ocultarlo.

— No tienes por qué.— Respondió esta de inmediato.

— ___, deja que elizabeth te ayude. Quizá te ayude a sentirte mejor.— Agregó meliodas.

— Mhm, entonces está bien...

Voy a protegerte. «Meliodas x tú.» EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora