¿Morirías por mí?

sweet creature.

Inglaterra, 1878.

[...]

Yo era un jovencito de 16 años, todos hablaban de encontrar a su mujer y desposarse, todos hablaban de cabellos rubios y rizados, de caderas anchas y escotes lindos, de labios gruesos y pestañas largas. Pero yo... yo sólo pensaba en ti, en un chiquillo de ojos azules.
"La chica de Harry debe ser la más hermosa" solían decir mis amigos al verme sonreír. Yo solía contestarles "sí, es la chica más hermosa del pueblo" y todos hacían bulla, empujándome de un lado a otro. Y era cierto, pues mis ojos no habían visto cosa más hermosa que a ti, dulce criatura. Pero tú no eras una chica y eso era lo que más me encantaba, amaba con mi vida que fueras un hombre, pero los demás no lo miraban así, así que teníamos que ocultarnos.
Al principio era divertido y romántico, pero después la gente del pueblo empezó a sospechar y el vernos era cada vez mas complicado.

Recuerdo esa noche en el jardín de juegos, habíamos escapado de nuestras casas cuando ya todos estaban dormidos y estábamos riéndonos de cualquier cosa.

—Lo estás haciendo mal-. dijiste riéndote de mi incapacidad de hacer los ojos bizcos.

—Claro que no-. reproché, volviendo a intentarlo y tus carcajadas volvieron, me reí porque realmente tu risa era contagiosa.

—Harry, no puedo creer que no sepas hacerlo-. reíste y me mostraste cómo se hacía. Pero mi risa paró cuando te vi, te mirabas tan tierno. Dejaste de hacerlo cuando escuchaste que ya no me reía, volteaste a verme y sonreíste de una manera tímida. Y a pesar de la poca luz que había podría jurar que tu mirada estaba en mis labios, miré los tuyos por instinto. Y te empezaste a acercar. Mi corazón dio un vuelco cuando vi que te remojaste los labios e inconscientemente hice lo mismo con los míos. Y me besaste, me besaste tan suave y lento, como si tuvieras miedo de lastimarme. Pero después tu beso se volvió salvaje y rápido, esto no podía ser real. Te separaste de mí y me maldije por eso, ¿por qué tenías que parar?, ¿y por qué quería que siguieras?, pero me di cuenta que solo lo hiciste para tomar aire, y después volviste a juntar tus labios a los míos, tu beso estaba lleno de deseo y yo no quería que esto terminara nunca.

Me tomaste del brazo y me levantaste para guiarme a la pared más cercana del lugar, y yo sumisamente dejé que me llevaras. Me recargaste en la pared y comenzaste a besar mi cuello. Tenía el corazón acelerado, mis sentidos estaban saturados y tenía las ganas tatuadas sobre la piel. Te deseaba, cuanto te deseaba. Subiste tu boca hacia mi oreja y sentí tu aliento caliente en mi oído. Me iba a derretir.

—Te amo, Harry-. susurraste, me entraron unas ganas inexplicables de llorar.

—Te amo también, Louis-. respondí casi al instante y te abracé, me abrazaste y me sentí protegido, por un momento me sentí en casa.

—Creo que mis brazos fueron hechos para abrazarte-. me dijiste y sonreí, me aferré mas a ti, no quería separarme nunca.

Pero tuvimos que hacerlo ya que el señor que cuidaba el jardín nos vio.
Gritó algo que no logré entender y tú me jalaste del brazo y corrimos, corrimos mucho, hasta que llegamos a una calle y finalmente tomamos aire y nos reímos. Reímos tanto que el estómago dolía. Realmente fue gracioso escapar de ese hombre.

Cuando recuperamos el aire me llevaste a mi casa, y como en las típicas historietas de amor, también te despediste dándome un beso, no te importó siquiera que alguien nos hubiera visto.

Y te fuiste, dejándome con esa sonrisa estúpida en el rostro.
Estaba enamorado de ti y de todas tus pequeñas cosas.

Me tenías, Louis. Realmente me tenías.
Ese día no pudo haber sido más perfecto.

Larry Stylinson.