Parte 1:

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— No puede ser —dijo Tanjiro Kamado con su temblorosa voz que demostraba su nerviosismo y pánico absoluto.

Sus manos sudaban y oscilaban, su cuerpo temblaba en espasmos, no podía controlar sus emociones, ni su cuerpo, mientras sostenía una prueba de embarazo que irrevocablemente daba positivo.

¿Qué le diría a Giyuu? El hombre había sido muy claro, no quería hijos.

Con su estilo de vida nunca podría estar presente para su hijo, casi no quería una relación con él por la misma razón, no quería lastimarlo con sus ausencias y poco tiempo juntos, su trabajo era demasiado adsorbente, consumía gran parte de su vida, solo dejando pedazos para lograr algo.

Lo entendía, claro que lo hacía.

Sabía perfectamente el miedo que tenía Giyuu a no volver a Tanjiro, que su vida fuera arrebatada por algún insurgente de Irak o Afganistán, que en una de sus misiones lo lastimaran al punto de dejarlo incapacitado y ser una carga para Tanjiro, no quería esa vida para el joven, atado a un lisiado sin remedio.

Tenía miedo de enamorarse, a formar una familia, a llegar a formar vínculos.

Pero el joven de cabellos burdeos y ojos bermejos se había colado en su vida de la manera más maravillosa que existía, con su gran carismas y bondadoso corazón, lo atrapo, lo embrujo, lo enamoro.

Ahora no lo podía soltar, era suyo como Tanjiro era de Giyuu.

Tanjiro era como un día soleado, como una hermosa playa con largas y grandes palmeras, con su arena blanca y agua transparente, Giyuu era como el frio invernal, que calaba sus huesos y congelaba el aliento, era como la nieve.

se armonizaban y se complementaban el uno con el otro.

Esta situación lo superaba, no quería que Giyuu negara a su hijo, no quería escuchar una negativa, ni un rechazo.

¿Qué es lo que haría?

El pánico poco a poco iba subiendo por su garganta, apretándola hasta casi afixiarlo, no sabía qué hacer, no sabía cómo manejar la situación que amenazaba con romper todo lo que habían construido, su vida juntos.

Por nada del mundo abortaría a ese bebé, era un hijo de Tanjiro y Giyuu, una pequeña creación de ambos, que tendría lo mejor de ambos, sería un niño bueno y con sus convicciones bien marcadas, seria valiente, bondadoso, servicial, fuerte a un nivel impensable, seria perfecto ante los ojos de sus padres.

Giyuu lo rechazaría y culparía a Tanjiro por ello, no, no quería escuchar las dolorosas palabras, las hirientes palabras, los impulsos de furia, los gritos, las demandas, los porqués.

Tanjiro estaba consciente que él estuvo mal, fue su error, no debió ocultarle a su novio que podía crear vida, pero era tan feliz que no vio la oportunidad.

¿Quién iba a decir que el condón se rompería?

Odiaba la situación, la aborrecía, no sabía qué hacer, amaba a Giyuu más que nada en el mundo, pero su hijo ahora era la prioridad.

Tomioka Giyuu descendía del avión de carga después de una misión, todos sus compañeros de equipo charlaban animadamente provocando un alboroto, las risas se podían escuchar a kilómetros y los gritos eran estruendosos, Giyuu negó, nunca cambiarian.

— ¿A dónde vas Giyuu? Tan rápido te vas a casa — dijo su compañero alcansandolo a trote.

Giyuu lo miro a traves de su hombro, mientras en el otro se colgaba su maleta.

Palmeras en la nieve ⌠GiyuuTan⌡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora