Un año después
6 de abril
8:31La profesora Matthews era una de las mejores personas en aquel lugar.
Daba la sensación de que no encajaba en absoluto en semejante centro. Ella colorida y sonriente y su alrededor sombrío y apagado.
Siempre que posaba una de sus sandalias número 37 dentro de cualquier aula, era como si un rayo de luz y alegría iluminase tu realidad durante unos instantes. Dejabas de verlo todo tan negro y enfocabas los detalles, los colores. Como si al fin lograses salir a la superficie tras unos largos minutos bajo el agua helada. Desde luego, una sensación agradable como poco.
Cuando caminaba, su pelo liso avellana se balanceaba al ras de su espalda con un ritmo constante, siempre perfecto, siempre brillante. El perfume de flores silvestres característico de aquella mujer se expandía por la pequeña habitación en cuestión de segundos, invadiendo tus fosas nasales y sosegando cada centímetro de tu cuerpo. Era increíble, sin duda alguna.
La mujer tampoco mostraba darse cuenta de ello, pero no había día que no desentonase con su entorno. Como una diminuta y adorable margarita en un espeso mar de petróleo.
Cada vez que hablaba era inasequible no dedicarle tu absoluta atención; su dulce y delicada voz te conseguía envolver, como una cálida sábana bordada.
Pero, como todo, es temporal. Se acaba en algún momento. En cuanto la oxidada campana sonaba con el tintineo de las 10 am, toda la luz se esfumaba, dejándote de nuevo con tu deprimente y absurda vida.
Salías al recreo—Bueno, fingías hacerlo, pese a que te escondías como una rata en los lavabos—, te comías tu asquerosa merienda y peleabas contra tus cortas ganas de vivir para seguir con el resto del día.
Asistías a tus siguientes clases, tomabas los apuntes que tu cerebro agotado te permitía y mantenías la cabeza en el interior de la capucha descosida, para impedir cualquier tipo de contacto visual o interacción con nadie. El resto de alumnos parecía captar la idea, se alejaban lo máximo posible de ti y ni hacían el esfuerzo de pedirte que bajaras la persiana de la sucia ventana a tu lado.
Ellos se levantaban, la corrían y volvían a sus sitios; muertos de la risa. Y de aborrecimiento. Todos igual, como un patrón. Desdeñaban a los diferentes a ellos de una forma casi desesperada.
Llegaba la hora de la comida. De nuevo el timbre, la avalancha de adolescentes, fugaces mochilazos, libros por los suelos...
Todo era paz y tranquilidad en el Underville High School.
Pero menos aún te esperas al aterrizar en ese indigente pueblo. Y ni comentar lo que te figuras recibir de sus miserables ocupantes.
Todos y cada uno de ellos con sus decaídas y funestas miradas, andares deprimidos y voces roncas. Ninguna persona lo suficientemente dispuesta a mostrarse amable como para hacerlo, ensombreciendo más aún el ya tétrico pueblo.
Casas siniestras, ninguna mascota en todo Underville. Cada uno de los jardines y patios descuidados, con la hierba seca y las limitadas plantas abandonadas a su suerte.
Ni un solo mercado decente, con comida vomitiva y calidad inexistente. Los vendedores tampoco hacían el más mínimo esfuerzo de hacerse parecer simpáticos, reduciendo aún más sus penosas compras. Y así hasta que los pueblerinos no tenían más remedio que comprar otra cosa que no fuese basura o chucherías de la gasolinera Matt's.

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Mitad & Mitad [R.U.] #1 ©
Novela JuvenilCada luz tiene una sombra... o eso dicen. Los secretos, la oscuridad, los engaños... nunca son amigos de nadie. Katia Marsh no ha tenido una vida fácil, sus demonios pelean con ella cada minuto de cada día; agotan sus fuerzas al 0. Chiara Davies vi...