Las calles llenas, pero vacías. Las calles vivas, pero solitarias. Adrienna siempre pasaba por ellas, solo para contemplarlas, no necesitaba pasar por la capital de Nápoles, pero quería hacerlo. Pasaba sin prestar atención de las personas y de las miradas que se dirigían a ella. Solamente pensaba
"¿Que habrá sido de ese chico?" "¿Pasa por aquí usualmente?" "¿Lo volveré a ver algún día?" Esas preguntas no dejaban de pasar por su mente; y su corazón salía de su pecho cada vez que pensaba en él. Tenía que agradecerle de algún modo.¿De qué estoy hablando? Déjenme retroceder un poco....
Adrienna es una médica forense dedicada en su trabajo; lo adoraba, vivía por él. Tenía que estar atenta a cualquier llamada o mensaje, incluso en las más altas horas de la noche, pero no le importaba. Podría quedarse trabajando hasta las tres de la mañana sin cansarse ni un poco. Aunque, en sus tiempos libres, cuando no tenía ningún cadáver que atender, se presentaba voluntariamente a un pequeño hospital para ayudar en cualquier cosa que se necesitara, y ese día, fue así.
En fin.
Un día, nuestra chica estaba trabajando en un paciente un tanto inusual. Su rostro estaba desfigurado y tenía heridas internas. Estuvo trabajando en él unas ocho horas. Tratando sus heridas. Llegando a salir a medianoche. Pero ella estaba alegre de estar ahí. Su paciente sobrevivió.Terminando de trabajar en su paciente, Adrienna se lavó las manos y la cara, recogió sus pertenencias y salió del edificio. Comenzó a llover, Adrienna maldijo en voz alta y comenzó a correr buscando un camino más rápido para llegar a su apartamento.
Así que, pasó por un callejón para llegar. "¿Que me podría pasar?" No correré ningún riesgo" ella pensó. No podía estar más equivocada.
Al pasar por ese callejón Adrienna se sintió insegura, observada...
Empezó a caminar más rápido, y esa extraña presencia también lo hacía. El miedo estaba empezando a apoderarse de ella, así que corrió, corrió hasta que no pudo moverse más, estaba apunto de gritar pidiendo por ayuda. Pero no pudo...
Esa presencia ya la había capturado, no era más que un hombre que disfrutaba de meterse con mujeres el que la estaba acosando.
La lanzó contra la pared, tapando la boca de nuestra chica con la palma de su mano, con un fuerte agarre para que la hermosa mujer en sus brazos no escapara. Acercó su rostro a su cuello, su frío aliento presionado en el punto más sensible de su cuello.Una risa...
Una risa fue todo lo que ese hombre necesitó para helar la sangre de Adrienna y dejar que las lágrimas salieran de sus ojos. Era una doctora por el amor de Dios. No una luchadora experta.
El hombre paró de reír y presionó sus dientes en su cuello, para luego pasar su lengua por esas marcas moradas que dejó en el cuello de Adrienna, y ella no podría hacer nada...
El hombre siguió riendo, cada vez más, cada vez peor.
Quitó la mano de la boca da Adrienna, solamente para bajarla por su cuello hasta llegar a su pecho y comenzar a frotarlo y presionarlo, ese demonio se estaba aprovechando de la vulnerabilidad de la joven, y ella en respuesta solo podía sollozar. "Entonces eso es todo" "Estoy aquí sola sin poder hacer nada" "Por favor, que alguien me ayude" pensó.
Pero, como dijo ya, estaba sola. Su orgullo se caería a pedazos en ese instante.[...]
El hombre paró, su cara ya no estaba llena de descaro, había miedo en sus ojos, Adrienna no veía que estaba pasando, el hombre estaba de espaldas a ella, y Adrienna estaba recostada contra la pared, asustada.
[...]
— Lo lamento. No volveré a pasar por aquí. Lo lamento.
Ese hombre estaba... asustado, arrepentido quizá... Adrienna no lo sabía, pero si llegaron a salvarla.
Un chico, de unos veintitantos años, se acercó a la escena lenta y calmadamente. Había tocado el hombro del bastardo que estaba por divertirse con la joven doctora. Volteó para saber quién quería molestarlo. Preparó su navaja y lo vio...
El gran Bruno Bucciarati, parado frente a él, con una cara de disgusto ante lo que veía. El hombre se alteró, su piel palideció y se le puso la piel de gallina.
Antes de que el héroe de nuestra historia lograra acertar un golpe en ese bastardo, él se disculpó aterrado y salió huyendo.Pensando que estaría a salvo. Maldiciendo a Bucciarati en sus adentros. ¡Ja! Pobre diablo...
Saliendo del callejón en el que se encontraba, se topó con otra persona; uno de los compañeros de Bucciarati. Leone Abacchio, quién no dudó ni un solo segundo antes de darle un golpe tan fuerte que lo dejó aturdido.Bruno se apoyó de sus rodillas para poder ver bien a la joven frente a él, tirada en el duro piso, recostada en la pared sosteniendo su chaqueta y respirando agitadamente y tratando de procesar lo que pasó.
Bruno sostuvo la cara de la joven buscando heridas. Notaba el terror en sus ojos, el sentimiento de vulnerabilidad se reflejó en ellos. Pensar en todo lo que tuvo que aguantar antes de su llegada lo enfureció, y esa ira solo creció al ver la marca morada de dientes en su cuello.
Bruno se levantó y le extendió la mano. Adrienna, todavía asustada y desconfiada la tomó. Todavía no podía mantenerse en pié, se tambaleó y cayó. El chico logro atraparla en un cálido y delicado abrazo para evitar que cayera. La chica no pudo contener las lágrimas por más tiempo, y lloró en los brazos de su salvador.
Bruto frotó suavemente su espalda para calmarla.
Pensó que sería mejor acompañarla a su casa. Para que la joven estuviera más segura.
Adrienna se percató de que seguía lloviendo. Y que el hombre a su lado se estaba mojando...— Uhmm... oye — fue todo lo que pudo decir. Seguía en un estado de shock.
— Si, dime — le contestó el joven Bruno.
— Es... está llo... lloviendo — tartamudeo la joven, Bruno la vio, y sin necesidad de que la chica terminara, siguió caminando.
— No importa — le dijo Bruno a su acompañante antes de parar y voltear a verla — ¿Dónde queda tu casa? Te voy a llevar personalmente. Solo para asegurarme de que estés bien... — Bruno bajo la mirada, sus mejillas teñidas de un suave color rosado.
Adrienna accedió. Se sentía más segura con ese hombre a su lado.
[...]
El viaje fue callado, tardaron unos minutos en llegar, pero llegaron.
Se tenían que despedir. Eso era todo, su inesperado encuentro acababa en la puerta de su apartamento.
— Eso es todo — dijo Bruno ya dándose la vuelta para salir.
La joven volvió a si misma y en un pequeño salto lo detuvo para rodearlo con sus brazos. El joven tenía una expresión de asombro, sus mejillas ahora tenían un rojo carmesí por excelencia y su cuerpo rígido como una roca, antes de ablandarse por completo y corresponder al gesto de Adrienna.
— Disculpe ¿Puedo saber su nombre? — Le preguntó la chica al hombre que tenía frente a ella.
— Bruno Bucciarati. Encantado — El joven le respondió con una cálida sonrisa amorosa a la hermosa mujer que tenía en sus brazos.
— Adrienna Rossi. Un gusto — la chica le dio su nombre como gesto de educación y cortesía.
Y así permanecieron. Abrazados el uno del otro, posiblemente por unos cinco minutos, antes de percatarse de que seguían así. Y se soltaron inmediatamente. Bruno se despidió con una sonrisa antes de voltearse y salir del edificio...[...]
Adrienna no podía evitar sonreír cada vez que pensaba en él.
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le ombre dell'amore (Bruno Bucciarati x OC)
FanfictionAhí estaba él. El gran Bruno Bucciarati, el hombre que se ganó el respeto de la gente en todo Nápoles, Italia. El capo Bucciarati. Allí estaba ella. Adrienna Rossi, una chica preocupada nada más que por su trabajo y el buen cuidado de sus padres. N...