¿Cuánto tiempo había pasado ya? ¿Dos meses? ¿Tres meses? No... creo que pasó más tiempo desde que junté a estas dos almas. Posiblemente medio año. Quien sabe...
Y pensar que un terrible y despiadado destino los encontraría. Terminar de esa manera...
Oh bueno, no me puedo quejar. Yo solo narro la historia...[...]
Ahí estaba él. Bruno Bucciarati. El hombre más respetado de Nápoles y quien salvó la vida de Adrienna, caminando por las calles para contemplar las hermosas vistas de la ciudad, las costas, el mar, el cielo estrellado...
Ese lugar era perfecto para pasar el rato, reunirte con alguien, o simplemente contemplar el lugar.
"Si... un hermoso lugar para despejar tu mente" Pensó Bruno. Verán, en estos momentos él no pensaba en nada en particular. Solamente se quedaba quieto, con la mente en balnco. Pero de repente, algo pasó por su mente... un nombre y un rostro, de los cuales jamás se podría olvidar.
Adrienna era su nombre. Si, la recordaba bien. Era aquella chica que tuvo que pasar un rato desagradable hasta que por obra del destino se encontró Bruno para salvarla. Si, la recordaba bien... esos hermosos ojos de color marrón, su negro y largo cabello recogido en una trenza de lado decorada por unos cuantos ganchos de rosas. Sus labios rojos y sus finas manos, su hermoso y frágil cuerpo tambaleante, y su voz. Ahhh, su voz... esa era la principal razón que lo cautivó y lo volvió loco, su dulce y hermosa voz.Sus mejillas se tornaban de un rosa pastel cada vez que pensaba en ella. Necesitaba verla y asegurarse que seguía bien, necesitaba verla, a ella más que nadie en el mundo, necesitaba...
[...]
- Bucciarati. Ahí estás - una voz joven se dirigió a Bruno. Una voz conocida. Si, era un joven rubio de extravagante peinado y estilo de vestir. Su nombre era Giorno; Giorno Giovanna, el miembro más joven y más reciente de su equipo. Era fácil recordarlo. Claro, se conocieron en medio de una pelea, una que casi termina mal para Bruno. Era imposible no recordarlo. - Te veo bastante pensativo, ¿Pasa algo? - Esa pregunta, esa pequeña pregunta ahora invadirá la mente de Bruno por un largo tiempo ¿Le pasaba algo? No lo sabía con exactitud. Así que simplemente respondió con un "No, no es nada" y volvió junto con Giorno al restaurante donde él y su equipo se hospedaban.
[...]
Ahí estaba ella. Adrienna Rossi, una joven doctora preocupada nada más que por su trabajo y por el buen cuidado de sus padres. Que era a donde se dirigía ahora, a casa de sus padres. Unas figuras de apoyo y comprensividad, unos totales ejemplos a seguir. Los iba a visitar justo ahora.
Si, Adrienna solo tuvo esas dos preocupaciones en su vida adulta. Pero ahora, cada vez más se iban juntando más. "Debo ir por cuidado en las calles" "No tomes el callejón de la izquierda para llegar a tu casa, de hecho, no tomes ningún atajo. Pide un taxi de camino a casa" se repetía todo el tiempo. "Halla una manera de agradecerle al señor Bucciarati"
Esa idea siempre pasaba por su mente, claro. ¿Como podría olvidar a ese hombre? Sus grandes ojos azules, su cabello negro cayendo por sus orejas, su extravagante forma de vestir, su hermosa piel morena, ahhh. La joven podría pasar horas describiendolo, estaba totalmente enamorada de ese hombre. No solo por su físico; no, ella no se fijó demasiado eso. Fue a lo que menor importancia le puso. Fue su carácter. Una persona fuerte y amable, dispuesto a ayudar a cualquiera que lo necesitara... dispuesto a salvar a una desconocida como ella. Podría pensar en él por horas, días, semanas incluso. Pero no tenía ese tiempo si quería llegar temprano a casa de sus padres.[...]
Alda Esposito y Gerardo Rossi eran sus nombres. Esperando la llegada de su querida hija.
Alda era una cocinera experta. Por supuesto que lo era, era su trabajo y talento en sus épocas de juventud, y todavía lo era. Pero ya era demasiado vieja como para encargarse de un lugar tan grande como su restaurante. Por lo que lo dejó al mando de su subordinado Antonnio, quien aprendió todas sus recetas y creó nuevas, convirtiendo ese restaurante en una leyenda culinaria.
Gerardo por otro lado, fue un respetado veterano de guerra. Logrando obtener varias medallas y un puesto muy importante, como era el del coronel. Pero, al igual que Alda, se tuvo que retirar por su avanzada edad. Perdió la capacidad de caminar en una guerra que cambió la vida de Alda y la pequeña Adrienna en ese entonces. Pero siguieron adelante. "Los Rossi nunca se rinden" ese era el lema famiiar. Algo que se pegó muy profundo en Adrienna.
Cuando finalmente llegó a casa de sus padres, recordó algo. Algo muy importante ¿Cómo pudo olvidarse de una noticia tan importante como ésa? Oh bueno, solo tendría que contarles eso ahora. No era un gran problema.
Adrienna tenía una copia de las llaves, para poder entrar sin necesidad de molestar a sus padres. Por lo que simplemente abrió la puerta y entró.Allí estaban ellos. Sonriendo al ver la cara de su preciosa hija frente a ellos.
Por dios, cuánto amaba a esos viejecitos. Adrienna sonrió y los saludó educadamente, se sentó en el sofá, y conversó con ellos.[...]
Una charla normal, eso era todo. Una simple charla, cómo estaban, que tal su día, si todavía tenía su trabajo...
Adrienna no pudo evitar reír ante esa última pregunta, por supuesto que todavía tenía su trabajo, no lo iba a cambiar por nada del mundo.[...]
La charla tardó horas y horas. Por supuesto, Adrienna evitaba decir ciertas cosas, como lo ocurrido hace seis meses, para no preocuparlos.
Cada vez la charla se hacía más extensa y larga. Así que tuvo que darles la noticia importante. Eso que recordó en el pomo de la puerta...
- Mamá, papá. ¿Todavía recuerdan a Antonio? - les preguntó la joven. Pero, ¿Quién diablos es Antonio?...
Antonio era el ex novio de Adrienna, un imbécil total, que la dejó por una cara bonita, luego de haberse acostado ya algunas veces con Adrienna. En fin, era un idiota. Y la chica estaba feliz de no tener que preocuparse por él.- Si, creo que lo recuerdo - dijo Alda, - El jovencito tiene un talento excepcional en la cocina - la señora estaba un poco corta de memoria, y había conocido a varios Antonios, por lo que en realidad no lo recordaba del todo.
- ¿Qué pasó con él hija? ¿Porqué esa pregunta? - Gerardo, por su parte, si se acordaba de Antonio, oh por supuesto que sí. Nunca olvidaría el día en que los descubrió teniendo una aventura, fue un día bastante penoso para todos.
Gerardo odiaba a Antonio desde lo más profundo de su corazón, pero aprendió a acostumbrarse a él. Después de todo, si su hija era feliz, él era feliz.- Ya no... seguimos juntos...- fueron las palabras que salieron de la chica. Alda, al oír esas palabras finalmemte se acordó de que Antonio hablaban. Gerardo por otro lado, mostró una expresión de asombro y una pizca de... ¿Felicidad? Si, posiblemente eso era. Después de todo, nunca fue un tipo bastante querido en la familia Rossi.
- ¿Desde hace cuanto tiempo... es que ya no llevan juntos? - le pregunto Alda a su pequeña. Claro, de ser cierto lo que dice debieron terminar si mucho hace dos días.
- Desde el año pasado, creo...- dijo Adrienna. Estaba cerca de esas fechas. Pero estaba bastante feliz con su vida actual como para acordarse de ese idiota.
- ¿Y porqué no nos lo dijiste? - preguntó Gerardo sorprendido ante la indiferencia y cierto toque de humor en el tono de su hija, sabiendo casi perfectamente cuanto lo amaba...
- Para ser honesta, se me olvidó - Dijo Adrienna entre risas. Sus padres estaban sorprendidos. Su hija, como de unos dieciséis años en ese entonces, les había dejado muy en claro que lo amaba. Debió ser un imbécil para que Adrienna tenga ese humor sobre su separamiento. Pero no le prestaron atención. Su hija era feliz. Y eso era lo único que les importaba. Y a Adrienna, solo le importó ver lo felices que eran sus padres. No necesitaba a un idiota como su ex novio para ser feliz. Sin embargo... todavía pensaba en él, a veces. Pero, ya muchas veces, no como el hombre al que una vez llegó a amar entregándose a él en cuerpo y alma. No, ahora pensaba en él como un imbécil bueno para nada que posiblemente este viendo con quien pasar el rato. De cama en cama.
Pensándolo bien, ella esaba feliz de haberlo dejado. Nunca cambiaría de opinión.
[...]
Mientras pensaba en el idiota de Antonio. Alguien más llegó a su mente. Bruno, por supuesto. Nunca dejaría de pensar en él. No podía esperar para contarle a sus padres sobre él. Sin embargo, todavía tiene que esperar un poco más; si. No les iba a hablar a sus padres de un completo desconocido del que se enamoró. Tendrá que esperar más tiempo... pero este se volvía insoportable...
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le ombre dell'amore (Bruno Bucciarati x OC)
Fiksi PenggemarAhí estaba él. El gran Bruno Bucciarati, el hombre que se ganó el respeto de la gente en todo Nápoles, Italia. El capo Bucciarati. Allí estaba ella. Adrienna Rossi, una chica preocupada nada más que por su trabajo y el buen cuidado de sus padres. N...