Ocho: Huir o quedarme.

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Luisa y yo no nos hablabamos.

Me dolia reconocer la distancia tan larga que había entre mi mejor amiga y yo. No podía culparme por ello ya que realmente no tuve la culpa de nada, solo defendí mi posición y a mi relación y si Luisa no estaba conforme con la decisión pues ese no era mi problema.

Luego de esa noche en el club, decidí tomar un poco de distancia también con mis otros amigos. Estaba empezando a creer que ellos solo entorpencian lo que tenía con mi novio, no sentía el apoyo de su parte y podía notar que todos estaban del lado de Luisa. Mathías y yo decidimos que lo mejor era apartarme mientras las cosas se calmaban.

No estaba feliz con mi propia decisión pero mi felicidad era al lado del hombre al que amaba, no estaba dispuesta a renunciar a él por un puñado de gente ajena a nuestra relación.

Mathías y yo teníamos un gran futuro por delante, nuestro amor se fortalecia día a día y la unión entre los dos era estable y segura. Ambos estabamos de acuerdo de llevar la relación a un nuevo nivel el cual era mudarnos juntos. Me sentía preparada para ello, para convivir con él y para que me siguiera haciendo la mujer más feliz del mundo.

Lo único malo de todo aquello era que tendríamos que irnos de la ciudad. La madre de Mathías vivia en Valencia[1] y hacía unas semanas se le presentó una nueva oportunidad de trabajo que no podía rechazar y como no quería alejarse de mí; me pidió que me fuera con él. No dudé ni un segundo en decirle que si, pero igualmente ahí se mantenía esa espinita molesta pinchando mis inseguridades.

Quería vivir con él, soñaba con una casa llena de niños que me llamaran mamá y a Mathías papá, pero sentía que era algo muy apresurado. Mi madre aún no aceptaba a Mathías, aún no tenía algún titulo universitario y recién había cumplido dieciocho años. Seguramente a quien le planteara la idea, me diria que estaba mal de la cabeza, yo misma me lo decía a veces, la cosa era que no sentía como si dar ese paso arruinaria mi vida, era todo lo contrario. Sabía que lo que iba a hacer era una completa locura, pero no tenía intenciones de echarme para atrás.

Mathías había dicho que solo estariamos en Valencia de manera temporal, quizás un par de meses o un año como máximo, ya que nuestro destino era Caracas para que yo cumpliera mi sueño de entrar a la universidad que tanto anhelaba. Mi corazón explotó de amor en ese momento, el saber que él queria que yo llegara a mis metas y que quisiera acompañarme a ello era como lo mejor que me podía pasar.

No solo velaba por él mismo, también por mi y al parecer a mayor medida.

Una caricia en la base de mi cuello me sacó de mis pensamientos. Una sonrisa perezosa se deslizo por mis sensibles labios ante el languido y pausado movimiento.

—¿En qué piensas?— Preguntó Mathías dandome un beso en la frente.

Alcé mi vista hacía él.

—En lo mucho que te amo.

—Que interesante, también estaba pensando en lo mismo. Me amo bastante.

Le di un golpecito en su pecho desnudo lo cual ocasionó que soltara una ronca carcajada y tomara mi mano para besarla en la palma.

—No seas agresiva, princesa.— Gruñó juguetón.

Me encantaba esta faceta de él. Verlo ser juguetón y bromear como un niño pequeño era la cosa más adorable del mundo. Ojalá las personas vieran este lado de él y no se empeñaran en tacharlo como lo que no era.

—Oye ¿Ya sabes cuando nos iremos?.— Inquirí distraida mientras jugaba con sus dedos entre los mios.

—Tengo que estar en una semana en Valencia, asi que dentro de seis días deberiamos de estar marchandonos.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2020 ⏰

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Un ángel atrapado en la cueva del diablo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora