mimi wo sumaseba

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Ni bien despertó esa mañana, Namjoon no quería abrir los ojos todavía. Se mantuvo unos minutos tumbado en la oscuridad, intentando recordar la mayor cantidad de detalles posible sobre su sueño, porque había tenido un sueño maravilloso y quería aferrarse a la sensación que le había dejado. Las imágenes, aún frescas en su memoria, se repetían una y otra vez como una escena hermosa de película; recordaba un campo verde y vibrante, lleno de vida, y un montón de flores amarillas que lo rodeaban y guiaban su camino a través de la pradera. No le sorprendía haber soñado con flores, si lo primero que vio al levantarse fue su habitación llena de los ramos de narcisos que Jungkook le había regalado la tarde anterior, inundando su habitación con la deliciosa fragancia que, al parecer, se habían infiltrado en su sueño. Sonrió al pensar que, fuera cual fuera la sorpresa que Jungkook le daría ese día, sería difícil que fuera más bonito que seis ramos de flores... pero estaba seguro de que lograría superarse. 

Viendo que todavía tenía tiempo (pues, por alguna especie de milagro, se había despertado más de una hora antes de lo normal), se vistió con calma y preparó sus cosas tras hacer un pequeño repaso de todo, confiando en que esta vez no olvidaría nada. Luego, con mucho tiempo de sobra, se dedicó simplemente a observar los ramos que ocupaban casi por completo el espacio en su escritorio, acercándose para oler el bonito perfume mientras recordaba toda la secuencia del día anterior. Había sonreído tanto todo el día, y sonreía ahora aunque no llevaba despierto ni media hora. Tal parecía ser que cuando se trataba de Jungkook, no podía dejar de sonreír. Y sonrió aún más cuando la pantalla de su teléfono se iluminó con la notificación de una llamada entrante, incluso tan temprano. 

—Veo que hoy no te quedaste dormido —dijo Jungkook ni bien atendió, antes de darle tiempo a saludar siquiera—. ¿Será que la solución a todos nuestros problemas sea dormirnos temprano como anoche?

—¿Quién lo diría, verdad? —bromeó él—. Ser un adulto responsable en realidad funciona...

—Una pena que digas eso, porque iba a proponerte ser todo lo contrario.

—¿Cómo?

—¿Qué tal si te asomas al balcón ahora mismo?

—Jungkookie, ¿qué estás tramando...?

Antes de que terminara de hacer la pregunta, Jungkook ya había cortado la llamada. Nervioso y ansioso en iguales medidas, Namjoon se acercó hasta el balcón mientras guardaba el teléfono en un bolsillo. Casi esperaba ver a Jungkook con algún regalo estrafalario o haciendo algo cursi y exagerado como sostener una grabadora vieja pasando alguna canción romántica, pero para su sorpresa, no fue eso lo que vio. Jungkook estaba ahí, sí, pero lo único que traía era su mochila y la bicicleta en la que, asumía, había llegado. Con la encantadora sonrisa de conejo, el chico le hizo señas para que bajara a su encuentro y Namjoon no estaba por negarse a tal placer, bajó lo más rápido que pudo.

—Hey —saludó muy elocuentemente al llegar junto a él.

—¡Es un milagro! —exclamó Jungkook, sonriente—. ¡Estás aquí!

—Vivo... aquí...

—Tienes un talento increíble para arruinar mis diálogos de película, Kim Namjoon —se quejó el menor, riendo—. Tengo algo para proponerte, pero ahora ya no estoy seguro.

—Lo siento, de verdad —se disculpó, también entre risas—. ¿Qué estás tramando? ¡Todavía ni ha amanecido! 

—¡Y es que eso es parte del plan! —se defendió Jungkook, acomodándose en la bicicleta—. Ven, sube. 

—¿Huh?

—¡Sube! ¡Quiero llevarte a un lugar especial, pero tenemos poco tiempo!

—¿No sería más fácil si voy a buscar mi bicicleta y-

Bye, Stranger (nj)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora