le fabuleux destin d'amélie poulain

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—¿Juguete nuevo?

Al oír la pregunta, Namjoon se volteó hacia la puerta, de donde provenía la voz de uno de sus compañeros de cuarto, Jooheon. El chico se encontraba cruzado de brazos, apoyado contra el marco de la puerta, observando con curiosidad la máquina de escribir que Namjoon acababa de apoyar sobre su cama, todavía dentro del estuche-maletín-porta-máquinas-de-escribir (como lo había llamado Jungkook en algún momento de la noche). 

—Súper cool, ¿verdad? —comentó Namjoon, asintiendo con la cabeza—. Siempre quise una.

—Es definitivamente muy tu onda —dijo Jooheon, acercándose para examinarla—. ¿De dónde la sacaste? Te habrá costado una fortuna...

—Me la regalaron —presumió él, incapaz de contener la sonrisa—. ¿Crees que haya salido cara?

—Seguro salió más cara que las ochocientas flores —bromeó su compañero, observando todos los ramos que aún adornaban el escritorio y que Namjoon reorganizaba para hacerle lugar a su nuevo regalo—. Si este chico sigue regalándote cosas, ya no tendrás lugar para ponerlo todo.

Namjoon soltó una risita, sabiendo que Jeon Jungkook era más que capaz de algo así. Una vez que estuvo satisfecho con la nueva disposición de las flores, sacó la máquina de su estuche y la llevó al escritorio, acomodándola con sumo cuidado. El tono opaco del artefacto contrastaba de una forma muy bonita con el vibrante amarillo de los narcisos, o al menos eso pensó Namjoon al permitirse un segundo para observar el cuadro completo.

—¿Qué es eso? —preguntó Jooheon de repente.

—¿El qué? —preguntó él a su vez, volviendo a mirar a su compañero, que señalaba un papel en el estuche—. Oh, no noté eso.

Donde tan sólo momentos atrás se encontraba la máquina, había ahora un papel doblado que, por supuesto, Namjoon no había visto antes. Ante la mirada atenta de Jooheon, sacó el papel de allí y lo desdobló esperándose cualquier cosa menos el sencillo "parque Naksan a las 3pm" que encontró escrito en letra prolija. Al leer la breve misiva no pudo hacer más que reírse, porque el menor no hacía más que sorprenderlo una y otra vez. Jungkook era simplemente increíble. 

Fuera lo que fuera que planeaba, Namjoon no podía esperar.

Unas horas más tarde, media hora antes de la hora pactada, Namjoon salió en bicicleta rumbo al parque Naksan. A medida que se acercaba al parque sentía cómo sus latidos eran iban cada vez más rápido, no podía dejar de preguntarse qué locura estaría planeando Jungkook y cómo haría para superarse esa vez. No era que no fuera a encantarle cualquier cosa que hiciera el chico por él pero... con todos los detalles que había tenido durante la semana, las expectativas eran altas. Para cuando finalmente llegó al parque, estaba seguro de que podría haber incendiado todas las montañas alrededor de la ciudad por los nervios. Justo cuando sentía que llegaba a su límite, su teléfono sonó.

—¡Jungkookie! —exclamó, tal vez demasiado emocionado.

—Siga las flechas azules, Kim Namjoon-ssi.

—¿Las flechas azul-

Por supuesto, Jungkook cortó antes de dejarlo terminar la pregunta. Namjoon nada más se rió con ganas, acostumbrado ya a la actitud misteriosa que el menor tomaba con las sorpresas, y empezó a buscar a su alrededor las supuestas flechas azules. No tardó mucho en encontrarlas, pintadas con tiza en el suelo, la primera a pocos metros de donde se encontraba parado. Luego de asegurar su bicicleta con candado, comenzó a seguir el camino marcado con las flechas, sin poder dejar de sonreír al imaginarse a Jungkook recorriendo la plaza entera para dibujar flechas con tiza, a vista de todo el mundo. ¿Cómo lograba salirse con la suya con esas cosas? Jungkook, ese loco. Ese maravilloso loco.

Bye, Stranger (nj)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora