Crimen y Castigo

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El señor Arnaldo se va acercando con un aire algo picaresco y a la vez drástico, no quería que tenga una mala impresión mia a penas empezado el curso pero, por suerte y lástima, estaba sentado al lado de la niña más linda (para mi) en este salón.

-Jovencitosss.- Dijo el señor Arnaldo poniendole mucho énfasis en la S.- parece que estoy interrumpiendo su muy interesante conversación. ¿Podrian contarmela?

Estaba helado. ¿Qué le diría? Que Natalie me considera un pervertido y que ella tiene serios desequilíbrios emocionales... No era opción.

-¡Profe!. - Natalie salió a la defensa.- estabamos hablando sobre las actividades del colegio y sus programas. Le contaba que usted a parte de....

Dejé de escuchar, y solo asentía cada vez que el profesor me miraba como tratando de decir que yo ni enterado de toda esa información. La voz de Natalie bajó paulatinamente hasta que me fuí perdiendo en el movimiento de su boca, de esa sonrisa incómoda, de sus perfectos ojos castaños, de su piel blanca enrojecida por la vergüenza. Que bonita se la ve ruborizada. Siempre renegué de las chicas que usan maquillaje en exceso, ella no necesitaba nada, ya tenia ese color ideal en las mejillas y sus pestañas largas y erguidas no tenian que envidiarle a las máscaras de Maybelin Dior. ¡Es una diosa!

-¿Usted está deacuerdo con su compañera señor Carransa?- dijo Arnaldo.

-Uhh- ¿Deacuerdo con qué?- Ahhhh... pues ... ¡¡¡claro!!!

-Muy bien, entonces los espero a los dos hoy por la tarde en esta misma aula, daré el seminario a tercero, cuarto y quinto de secundaria y parece han sido los únicos interesados del aula.

-Claro profesor.- Dijo Natalie algo molesta.- como perdernos de sus clases...

Y Arnaldo se fue, ahora Natalie me miraba con furia.¿Qué he hecho?

-Ni te atrevas a preguntarme que haz hecho.- ¿A caso lee mentes esta chica?.- No dijiste ni mu, te la pasaste mirandome y no, no eres nada disimulado al momento que te gusta alguien.- ¡¡¡Ahhh!!! Ya esta enterada, soy un idiota.- He tenido que mentirle y eso no se me da muy bien, ahora nos quedaremos hasta las cinco escuchando su clase de la tarde. Y ni pienses huir. Uggggg, te estoy odiando Stephan.

-Nooo, lo siento mucho, no era mi intención distraerte pero toda la culpa no es mia. Tú fuiste quien pidió nos emparejaran.

Creo que se indignó al oirme y abrió la boca como un caiman,me miró con desprecio y con su silencio lo dijo todo. Estaba enfadada.

Pero... la verdad no era tan malo quedarme por la tarde. Tendria dos horas más para contemplarla.

Si mi crimen era admirar su belleza y encantarme con su actitud, aceptaría cualquier castigo.

El último enamorado ™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora