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Cuando Win Metawin descubrió los terribles sentimientos que aguardaba su mendigo corazón para su mejor amigo entendió que solo había tres salidas, tres posibles historias de las cuales siempre elegiría la que le dejara con el recuerdo de él.

A lo largo de su joven vida, Win consideraba orgullosamente que podia manejar bien cualquier asunto que se interpusiera entre él y su objetivo; aunque en esta ocasión su destino incierto lo habría conducido a vomitar decenas de pétalos, estando encerrado en un cubículo con el retrete gastado del mercado nocturno de Patpong un par de minutos, sus manos ahora se deslizan de la tasa por el sudor de cada regurgito ocasionado. Win lo sabia, esa noche era la indicación que estaba esperando para poder despedirse de aquello que alguna vez amó.  

...

Sin embargo, ahí esta su corazón, en espera de un mínimo indicio que le  hiciera dudar.

—¿Qué me dirías...qué me dirías si no regresará?— en su garganta aún estaba fijada una bola de púas, rasgando su carne y alimentando a los hijos de la carroña con su sangre.

—Te desearía un buen viaje por su puesto— repusó, pues a su criterio era un buen deber soltar a la persona que más aprecias.

Naturalmente, después de haber brindado aquel espacio la línea recta se había detenido dejando nacer una gran curva, las cosas que se habían vuelto rutina ahora desaparecían junto con el aroma del otoño, era apenas el inicio de invierno.

Tal vez fuera un error de parte de Bright o tal vez solo era un insensato cobarde, pues Win creía conocerlo y sabía que pese a lo ocurrido años atrás, Bright no apostaría por algo tan "peligroso" como una relación. Fue solo un encuentro descabellado, un momento tan fugaz que apenas si podían respirar, pero lo hicieron, se condenaron el uno al otro.

Heather (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora