5.

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Junto a la primavera, llegaron mejores tiempos.

Los habitantes de Sekil quedaron maravillados de ver que las hojas de los árboles y el pasto eran tan verdes como los libros decían, y que las flores eran más bellas de lo que alguna vez imaginaron. Por primera vez en décadas, pudieron disfrutar de la primavera y todas sus maravillas, y le agradecieron al Príncipe de Hielo por devolverles las estaciones.

La maldición que había caído sobre Xiao Xingchen cuando desató el invierno eterno también se rompió, permitiéndose sentir amor y poder envejecer junto a Xue Yang.

Ambos muchachos decidieron quedarse en el pueblo, aunque de vez en cuando volvían al castillo en las montañas para poder disfrutar de la paz que sólo ese lugar podía ofrecerles. Dedicaron el resto de sus vidas para devolver la vida y la felicidad a Sekil, con la misión de convertirlo de nuevo en un lugar mágico.

—Ha sido una buena vida, ¿no crees? —Xue Yang comentó una noche de abril, mientras estaban tumbados sobre el pasto y admiraban las estrellas. Volteó a ver a su esposo, quien estaba a su lado y tomó su mano. Su rostro estaba lleno de arrugas, pero para él seguía siendo ese bello joven que había conocido en las montañas, décadas atrás.

Xingchen sonrió y acercó la mano del menor a sus labios para dejar un beso sobre el dorso de esta.

—La mejor, y todo gracias a ti.

Xue Yang rio y negó con la cabeza.

—Me das mucho crédito, Daozhang.

—Bueno, si no hubieras sido tan orgulloso de subir aquella montaña, seguramente no me habrías encontrado y nada de esto habría sucedido.

—Hmm, en eso tienes razón —se acercó a él y lo abrazó por la cintura—. Agradezco haber sido un muchacho terco y estúpido, entonces.

Xingchen soltó una risa. Apoyó su cabeza sobre la de Xue Yang y besó su frente. Poco a poco sentía que su respiración se iba debilitando.

—Prométeme que vamos a estar juntos en la siguiente vida...

—Por supuesto, Daozhang~. Seré capaz de lo que sea con tal de encontrarte.

El Príncipe del Hielo sonrió mientras que una lágrima caía por su mejilla. Su corazón se había roto cuando era apenas un joven y por mucho tiempo creyó que no podía remediarlo, hasta que Xue Yang apareció en su vida. Quizás el invierno eterno había sido la única forma en la que podría haber conocido a su verdadera alma gemela, a su compañero de vida. No lo cambiaría por nada del mundo.

—Gracias por todo, A-Yang...

—No tienes porqué agradecerme, ge. Por ti lo haría todo de nuevo, incluso ser mordido por lobos con tal de que tú me salvaras.

La risa de Xingchen sonó aún más débil. Incluso después de tantos años, Xue Yang no había perdido ni un poco de su actitud burlona y sarcástica.

—Es un alivio —lentamente cerró los ojos—. Te amo, Xue Yang.

—Yo también te amo, Xiao Xingchen.

Con una última sonrisa, soltó todo el aire de sus pulmones y dejó que su cuerpo se relajara.

En esta y en la siguiente vida, iría hasta el fin del mundo, con tal de encontrarte.

Frost | XuexiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora