Cuando pasaron tres horas desde que Henry se fue, Vero supo con certeza que en realidad había tomado una mala decisión.
Ser supersticiosa era algo implícito en ella, no podía no serlo cuando tenía un don que la hacía creer, así que atribuyó la falta total de clientes luego de Henry a la horrible acción que había cometido.
En la florería de Vero nunca faltaban los clientes y mucho menos en un día bonito como ese a mitad del verano; en definitiva debía ser su castigo por actuar con egoísmo.
Vero se mordía las uñas con nerviosismo mirando alrededor; puede que fuera impresión suya pero hasta sus flores habían perdido un poco de su brillo y color.
—Vaya, es un día solo —comentó Zoe, la chica que le ayudaba algunas tardes con la florería.
Su empleada era un poco más que eso y se la podía llamar amiga, era una persona accesible, de fácil trato, escuchaba con paciencia y era transparente como el agua, era el tipo de gente que Vero amaba en su vida.
—Sí.
—Es raro —continuó Zoe, con sincera perplejidad—. Nunca estamos tan faltos de clientes.
—Creo que es mi culpa.
Zoe levantó la mirada de las rosas a las que les quitaba las espinas, extrañada ante el comentario.
—¿Por qué?
—Hice enojar a las flores.
Vero no le contaba a nadie sobre su don pero nunca negaba que tenía una conexión con sus flores. A menudo insinuaba que su florería iba bien porque ella tenía magia, pero nunca afirmaba o negaba ninguna de las especulaciones que los demás hicieran sobre ella. La gente, incluida Zoe, simplemente aceptaban que Vero era buena para su trabajo sin hacer más preguntas.
—¿Las insultaste o algo? —El tono de Zoe era de clara burla—. ¿Les dijiste que sus tallos estaban gordos?
Vero ignoró el tono de Zoe, respiró con dificultad y decidió contarle todo.
—Hoy vino un hombre a buscar un ramo para acercarse a su novia. Debía darle lirios pero fui egoísta y le di azucenas a propósito. Ese ramo no servirá a sus intenciones y yo lo sabía.
Zoe no pudo evitar mirar a Vero como si hubiera perdido un tornillo. Estaba acostumbrada a sus divagues sobre el poder de las flores que ella manejaba pero jamás había hablado de ellas como algo más de lo que eran... y ahora decía que ¿estaban enojadas? Las flores no tienen sentimientos.
—¿Lo dices en serio? Eso suena...
—A locura, lo sé. Pero si me has creído antes que mis flores son mágicas, créeme ahora: las flores están enojadas conmigo. Por eso no hay clientes... y además me siento mal, físicamente mal.
—Quizás debas irte hoy temprano a descansar —sugirió Zoe, empezando a preocuparse—. Puede ser que el calor del verano te está golpeando.
—Zoe, si me consideras tu amiga, créeme —suplicó—. Te lo juro por mi florería que es lo que más amo: todas están enojadas conmigo.
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Las flores de Vero •TERMINADA•
Dragoste❝Vero tiene una conexión especial con sus flores pero ha decidido desobedecerlas; ahora sus flores se han molestado y no dejarán de marchitarse en sus manos hasta que ella arregle su error, incluso si eso implica ir en contra de su corazón❞. SERIE "...