Aventuras

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Nick

Antes de contarle a Lydia todo, habían pasado varias cosas; tuvimos unas muy buenas semanas fuera de CASIALPA, como la vez que Lydia se tomó las pastillas equivocadas y le dieron un efecto algo... distinto a su personalidad común, fue algo muy divertido, terminó organizando una fiesta en el hotel pero no nos corrieron, de hecho nos dieron un regalo ya que Ly atrajo la atención de más personas fuera del hotel, lo que les dio publicidad...

-Diablos Nick ya despierta, ¡es urgente!- Lydia me zangoloteó un millón de veces hasta que logré abrir mis ojos.

-¿Qué pasó? ¿Estás bien?- estaba algo desorientado y la veía borroso. Poco apoco fui recobrando mejor la vista.

-Por error me tomé unos medicamentos que no eran míos.

-¿Qué hiciste qué?- ahí desperté por completo.

-Es que hace como media hora bajé al lobby y pasé por recepción y estaba medio dormida así que me distraje y tomé las pastillas que estaban ahí, cuando las mías ni siquiera las llevaba conmigo porque se quedaron aquí en el cuarto. Después cuando ya iba subiendo me di cuenta de la tontería que hice.

-¿Qué medicamento tomaste?- le pregunté muy preocupado pues si fue uno que puede causarle un efecto muy dañino tendremos que ir al hospital enseguida.

Lydia me miró con un puchero.

-¿Prometes no reírte?- fruncí el ceño confuso... ¿Por qué me reiría?. -Me tomé la... tomé fluoxetina.

Solté una carcajada extremadamente ruidosa.

-Dijiste que no te burlarías.

-Oh, no, yo no prometí nada- aún seguía riéndome hasta que la tos me hizo parar en seco-. Entonces te tomaste un antidepresivo...- comencé a reírme otra vez y traté de disimularlo.

-Disimulas muy mal- me dijo Lydia con la cara larga.

-¡Hey, vamos!- ella se cruzó de brazos y volvió a hacer un puchero, me dieron ganas de tomarle una foto pero sé que no se dejaría-. Al parecer aún no te hace efecto- me burlé y ella me aventó una almohada a la cara, lo que me hizo caerme de la cama y logré escuchar su risita antes de asomarse.

-Cuando las pastillas te hagan efecto yo seré el que me ría- le advertí sonriéndole.

-Descuida que ni se notará el cambio. No creo mucho en un cambio de humor debido a unas pastillas.

-Lo dice la que toma como 50 diarias para sentirse mejor.

-Eso fue un golpe bajo- me aventó otra almohada a la cara y volvió a reír.

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Pasó aproximadamente como una hora y media, Lydia estaba... bueno, ella estaba... ahmmm. ¿Cómo decirlo?

-¡Que sí!, ya vente Beto, súbete conmigo a BAILAR- gritaba ella al recepcionista que, para comenzar, no se llamaba Beto y, en segunda, estaba más asustado que nada por lo que le dirían si no podía calamar a Lydia ya.

-Soy Pa...pa...blo- tartamudeaba el pobre chico aterrado.

-Es lo mismo. ¡Hey Nico sube ya!

Hasta mi último respiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora