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¿Dónde están los cuerpos que se buscaron y se ataron entre sí, con nudos de músculos y maravillas. Y ciegamente creyeron que seguirían para siempre mojados de esos jugos y muertos sólo de risa?

Cuenta atrás. Siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno... Una mañana la cama amaneció con escarcha. En ese momento supieron que todo había terminado.

Nos desplazamos sobre una suerte de montaña rusa en la que con frecuencia es necesario contar con un apocalipsis a modo, un desastre mayúsculo y ahora es imposible no llorar si escribo de ti, tratando de no tener dolor en el centro del estómago. Ni vergüenza por haberte roto el alma en mil pedazos. Es comprensible tu odio hacía mi. Sin embargo yo te lo dije cuando nos dejamos, te dije; que algún día me lo agradecerías. Teníamos un camino que recorrer sin estar juntos. Yo lo sabia y aún lo se. Con esa certeza de vieja bruja que soy, me nutrí, me fecundaste y florecí. Me quede con lo mejor de ti y tu te quedas con lo peor de mi. Pero no me arrepiento estaba escrito. Veinte años fue la suma de los dos.

"Es preciso cambiar, si no tenemos cuidado la vida se vuelve rápidamente predecible, monótona, una sequía". José Saramago.

Amantes de la A a la ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora