Capítulo 21

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"9 de Julio de 2010"

Mary regresó al salón varios minutos después de que hubiera ido a la cocina. Regresó con una taza de valeriana, planta relajante y un platito con cubitos de hielo, por si el invitado quería enfriar la bebida.

Se sentó de nuevo con su hermano y David.

El camarero le dio un par de sorbos a la infusión. Respiró profundamente y comenzó de nuevo a contarles a los hermanos los recuerdos que tenía.

_¿Podemos preguntarte algo? – Intervino Mary al ver a su invitado dejar la taza en la mesa.

_Claro.

_Exactamente, ¿qué sucedió en esa casa? Tiene muy mala fama y no entendemos por qué.

_Es normal. No sois del pueblo. No conocéis la historia que se esconde detrás de ese edificio.

_En realidad, algo sí conocemos. – Contestó Mary acordándose de las historias que su madre les había contado. – Nuestros padres estuvieron viviendo aquí cuando yo tenía un año. Lógicamente, yo vine aquí con ellos, pero no recuerdo nada de esa época. Era demasiado pequeña. Decidieron irse del pueblo al terminar el curso que mi madre estaba impartiendo.

Su hermano se sorprendió al escucharla hablar tan libremente de su familia. Desde que habían llegado al pueblo, le había reñido en repetidas ocasiones por hacer él lo mismo.

_ ¿Vuestra madre era maestra? ¿Quién era?

_Bonnie Smith. – Contestó Aiden.

_¡Vaya! Me dio clase cuando yo estaba en segundo de primaria. – Contestó David. – Era una excelente profesora.

Los hermanos sonrieron. Les encantaba que los alumnos de su madre la recordaran con tanto aprecio.

Después de ese comentario, el camarero comenzó a contarles su experiencia en la Casa de los Williams.

_Como todos los chicos, mis amiguitos y yo fuimos a ver aquella casa de cerca. Conseguimos entrar en el jardín. Una vez ahí, no sabemos cómo, la puerta al caserón se abrió. Lo hizo sola.

_Suponemos que no fue de forma natural, con algún truco que alguien puso para que se abriera así.

_No. Esa casa llevaba sellada hace muchísimo tiempo. Buen, haciéndonos los valientes, entramos. Allí vivimos cosas que...

David se echó a llorar. La angustia de lo que vio allí se apoderó de él. Volvió a revivir cada detalle.

Sus amigos y él hicieron una investigación. Así, al menos, lo denominaron ellos. Tras un recorrido por la planta baja, decidieron subir a la parte superior de la casa.

Se quedaron parados al final de las escaleras decidiendo por dónde iban a empezar a mirar aquella planta. Allí pudieron ver cómo una mujer vestida de época se acercaba a ellos corriendo, como si quisieran huir de alguien.

Unos segundos después, un hombre oscuro, sin rostro, consiguió acercarse a ella. La cogió por el brazo y la retuvo a su lado por unos segundos. Tras sentir todo el odio que había en ese ser, que no era poco, ese ser la tiró por las escaleras.

Esta señora, que había entrado en pánico, rodó por las escaleras, terminando en la parte baja de la casa con la cabeza abierta y con algunos huesos rotos, los cuales se podían ver a través de la piel. Algunos de ellos salían al exterior.

Desaparecieron delante de sus ojos, en su simple pestañeo.

Durante unos segundos, se quedaron parados. No supieron cómo reaccionar a aquello que acababan de ver.

El hombre echo de sombras, se acercó a ellos con paso lento, muy lento.

Los chicos estaban paralizados. Ya no era el miedo. Si por ellos fuera, hubieran salido huyendo de allí pocos segundos después de ver a aquella señora muerta en la parte baja de las escaleras.

El hombre hecho de sombras llegó hasta ellos. Con un dedo, acarició la cabeza de cada uno de los niños.

Se sintieron desvanecer. Entraron en una especie de trance en el que quedaban semiinconscientes.

Recibieron una serie de golpes en el cuerpo, como si les estuviera pasando lo mismo que la mujer que estaba en la parte inferior de las escaleras.

No tuvieron consciencia del tiempo.

Despertaron en el jardín, en el exterior de la casa. ninguno de ellos sabía cómo habían llegado hasta allí. Tan solo, sentían los golpes y miedo, mucho miedo. Nada más que eso.

Llegaron al pueblo aterrados, con un alto grado de desesperación. Todos contaban la misma historia.

Poco a poco, los chicos fueron olvidando lo que había sucedido. Sus heridas, las pocas que tenían, se curaron en un tiempo record.

Ninguno de los chicos, recordaría lo que sucedió aquel día en la Casa de los Williams. Únicamente, David recordaba alguna cosa suelta, algún detalle pequeño e insignificante.

Esto le causó todos los problemas que marcaría su vida.

Al terminar su historia, David estaba hecho un mar de lágrimas. Esa parte de su biografía no era especialmente agradable para él. Fue la peor época de su vida, con mucha diferencia.

Mary le cogió las manos. Le dio mucha ternura escucharle.

_No llores. – Dijo la chica intentando consolarle. – Todo eso ya pasó, estás a salvo. La casa no tiene ningún poder sobre ti y, por suerte, la etapa que pasaste en el psiquiátrico ya quedó atrás.

_El hospital si queda ya lejos. Otra cosa es esa casa. Ese lugar siempre persigue, no te deja ir.

Los hermanos no entendían a qué se refería, aunque sus palabras parecieran estar cargadas de razón. Desde luego, no parecía que se estuviera inventando nada.

Una vez el chico se hubo calmado, regresó a su casa. aquel sería el principio de una amistad entre los hermanos y el camarero.

Las historias que había sobre esa casa no las veían normales.

Empezaron a creer que algo de cierto había en todo aquello. Cosas extrañas habían vivido desde que llegaron al pueblo, aunque no tuviera nada que ver con el caserón.

De estos temas, pasarían varios días hablando.

Casa Encantada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora