Capítulo 27

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"22 de Julio de 2010"

La noche anterior los hermanos se habían ido a dormir relativamente temprano. La intención de Aiden era tumbado en la cama de su hermana hasta que esta se quedara dormida, pero él se quedó dormido antes que ella.

Mary le acariciaba el pelo a su hermano, como cuando él era el que tenía pesadillas de niño e iba corriendo a su cama en busca de consuelo.

Tras una noche reparadora para los hermanos, la salida del sol les despertó.

_Aiden, despierta. Tenemos cosas que hacer.

Mary besó a su hermano en la frente.

Como siempre, la mañana la pasaron trabajando. Durante la comida, Aiden volvió a sacar el tema del cementerio. No quería molestar a su hermana con esa visita, pero seguía queriendo ir a visitar a Nicky y a su familia.

_¿Estás seguro que quieres ir al camposanto? – Preguntó ella. – La última vez te pusiste bastante mal.

_Entonces no sabíamos lo que sabemos ahora.

_¿Estás seguro de creer en lo sobrenatural?

En esos momentos, Mary estaba dudando de nuevo sobre aquellos asuntos. Aun le dolían los golpes y muerdos que había recibido en el sueño que tuvo días atrás. Seguía creyendo, lo había vivido, pero su lado más racional ke hacía querer alejar esas ideas de su mente.

Aiden le tocó una de sus heridas.

_¿Tú aún tienes dudas?

Ella no contestó.

Le seguía doliendo todo. Hasta el roce de las sábanas le hacía daño, por lo que prefería que su hermano no la tocara.

_Vayamos esta tarde. – Le concedió el deseo Mary a su hermano. – Después de tener todo el trabajo listo, de hacer las tareas de casa, vayamos a ver a la familia de la amiga de mamá.

Salieron de casa poco después de la hora de la merienda. El cementerio tenía horario. Abrían por la mañana a las nueve y, por la noche, cerraban a las ocho. No debían ir muy tarde ni hacer demasiado larga la visita.

El camino lo recorrieron lentamente. Aunque Aiden había pedido encarecidamente a su hermana que fueran a hacer una visita al cementerio, le daba miedo entrar en él.

Le pesaban los pies del terror que le daba averiguar si había algo malo detrás de esa tumba, si los secretos que querían desvelar a través de ella, perjudicarían su vida o la de su hermana.

_Aiden, ¿estás bien?

Él asintió.

_Estoy nervioso.

_Si quieres, volvemos a casa.

El chico negó con la cabeza. Por mucho que le costara, iría hasta el cementerio y entraría en él. Necesitaba respuestas.

Realmente, no sabía qué se esperaba. Era una tumba, solo eso, una tumba. De ahí nadie se podía levantar, nadie podía hablar. Estaba seguro de que no iban a conseguir nada, aun así, quería intentar sacar alguna información de allí.

Con paciencia, los chicos llegaron a la puerta del camposanto.

Aiden tomó aire. Necesitaba coger fuerzas para entrar en ese lugar.

La puerta estaba cerrada, aunque no con llave. Lo hacían así para separar el recinto del resto del pueblo. Se hacía de esta manera como acto de respeto hacia los difuntos. Tiraron de ella para poder pasar.

Con algo más de decisión de la que habían tenido el resto del camino, se dirigieron hacia las tumbas de Nicky y sus hijos.

Aiden se sentó sobre la sepultura de aquella señora mientras que Mary lo hacía en el suelo.

El joven miraba fijamente las fotos de la familia de Nicky. En un momento dado, tras pasar varios minutos mirándolas, perdió la consciencia. Su hermana, que permanecía completamente en silencio, se levantó del suelo para sentarse a su lado. Puso la cabeza del chico en su regazo y dejó pasar el tiempo.

Tardó alrededor de una hora en recobrar la consciencia.

_Mary, ¿qué ha pasado?

_Dímelo tú. – Contestó ella.

Aunque había estado a su lado, Mary no tenía ni idea de lo que le había pasado. Había perdido la consciencia, sí, pero no sabía nada más.

_Te has desmallado. – Continuó hablando la chica. – He estado procurando que no te suceda nada mientras estabas en ese estado.

_¿No has intentado despertarme?

Ella negó.

_Sabía que no lo conseguiría.

_Deberías haberlo intentado.

El vello facial del chico se encrespó. Sentía el peligro a su alrededor.

_Mary, vámonos. – Le pidió a su hermana con cierta brusquedad. – Vamos a alejarnos de este lugar lo antes posible.

Ella le miró extrañada. Había despertado bien. No estaba especialmente contento, pero tampoco malhumorado.

El corazón de Aiden empezó a palpitar cada vez con más fuerza. Pidió de nuevo a su hermana que le ayudara a salir de ese lugar. Sentía que ese ambiente le estaba empezando a hacer daño.

La joven hizo que se apoyara en su brazo y le ayudó a salir de allí, tal y como el quería.

Estando ya fuera del cementerio, el chico comenzó a sentirse algo mejor. Aun así, quería sentarse en algún lado, recuperar del todo el color que había perdido ahí dentro desde que había recuperado la consciencia.

Mary aprovechó ese momento para hacerle una serie de preguntas a su hermano para averiguar qué era lo que le había sucedido cuando estaba inconsciente, si es que había ocurrido algo, o si lo recordaba.

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