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       — ¿Qué dice tu carta? — exclamó el rubio muy entusiasmado. 

       — También me aceptaron — respondió el de los cabellos negros. 

Hizashi, con su única mano libre, acercó el rostro de su compañero al suyo y besó sus labios. 

Habían pasado varios meses desde el incidente. Hizashi aún tenía hematomas, dolor de espalda, y un brazo roto, pero estaba mejorando de a poco. Shouta tenía ambos tobillos y una muñeca esguinzado, caminaba con muchísima dificultad y a penas podía mover su mano herida, pero al igual que su compañero, se estaba recuperando. 

Las heridas mayores ya habían sanado. Shouta estuvo varios meses con las piernas escayoladas y a penas pudiendo mover el cuello. Además, había desarrollado un gran miedo a las alturas, llegando a hacersele difícil el subir y bajar las escaleras de su hogar. 

Yamada estaba excelente comparado a como estuvo tras el accidente. Había sobrevivido de milagro. Tardó tres meses en recuperarse de una fractura simple del cráneo, también había roto su otro brazo y resultó con un traumatismo craneoencefálico. Le costaba mucho concentrarse y su memoria solía fallar, también, se había más lento al momento de procesar la información, más tranquilo y muy poco tolerante al ruido o la luz. Avanzaba muy lento, pero lo hacía. Tras despertar en el hospital, ni siquiera fue capaz de reconocerse a sí mismo o al resto. 

         — ¿Te das cuenta? — preguntó el rubio, mientras sonreía y abrazaba a su compañero. 

         — ¿De qué? 

Yamada no respondió, se quedó mirándolo en silencio. 

         — ¿Hizashi? — volvió a hablar Shouta — Oye, Hizashi — continuó — ¡Present Mic! ¡Hizashi Yamada! 

        — ¿Qué? — respondió. 

        — ¿Qué ibas a decirme?

        — No sé.

Shouta soltó unas carcajadas, y casi por inercia, el rubio lo imitó. 

        — ¡Es impresionante! Era nuestro sueño tonto de niños. Nunca pensé que lo lograríamos — comentó Shouta. 

Yamada lo besó y sonrió. 

        — Bueno, ya deberíamos irnos ¿No? — preguntó el azabache. Hizashi asintió con la cabeza y tomó su mano, para luego, comenzar a caminar a casa de Aizawa. 

Entraron y fueron recibidos por los padres de Shouta, quienes estaban conversando con Chisaki, sentados en la sala. 

El hombre, molesto, se levantó y golpeó la pared. 

           — ¿Tú otra vez? ¡Creo haberte dicho que no quería volver a verte! — exclamó el mayor, enojado. 

           — ¿A quién? ¿A mí? — preguntó el rubio — ¿Y por qué me odias, compadrito? 

           — Dime la definición de "compadrito" ¡En mi casa nadie se comunica como si estuviese en un burdel! —. Este se acercó al menor y tiró de su camiseta. 

           — ¡Suéltalo! ¡No puedes rebajarte a su nivel! ¡Es un niño! — gritó su esposa tras presenciar esto. 

          — ja, ja ¿Qué es burdel? — cuestionó Hizashi. 

Muy molesto, el hombre comenzó a zamarrearlo. 

           — ¡Papá no! — intervino Shouta, e intentó soltar el agarre de su padre. 

           — ¡Basta, señor Aizawa. Hizashi no puede realizar movimientos tan bruscos con la cabeza! — intercedió Chisaki. 

El hombre hizo oídos sordos a estas palabras y el chico perdió la consciencia. Asustado, lo dejó caer al suelo. 

Shouta corrió a levantarlo y lo recostó en el sillón. 

           — ¡Papá! ¡Si no vas a escucharme a mí, por lo menos escucha a Chisaki! ¡Cada vez que Hizashi hace algún movimiento muy brusco se desmaya! ¡Ya lo perdiste como por media hora! 

           — No me grites. Vete a tu habitación. Estoy molesto. ¡Te quité de la escuela un tiempo para que no tuvieras ningún contacto con este chico! 

            — "Este chico" es mi novio. 

El hombre suspiró. 

            — Está bien. Te lo he dicho tantas veces que ya me da igual. Hazlo. Si te hace feliz está bien. Pero... él debe demostrarme que cambió, o de lo contrario, volveré a prohibirlo. 

Shouta recordó la presencia de su amigo y la sonrisa de su rostro se borró. Se acercó a él y lo abrazó. 

            — Perdóname... yo sé que t...

           — Eres como mi hermano, Shouta. Si eres feliz, yo seré feliz. Y... Con respecto a eso... sí, nos gusta el mismo chico, pero la verdad es que no quiero estar con él. Él me gusta, pero... él nunca me haría feliz, y yo nunca lo haría feliz a él. Me da igual. 

Aizawa comenzó a llorar. 


           



        

Tiempo // EraserMic.Where stories live. Discover now