SIETE.

113 11 1
                                    

La charla no salió como Jimin y Yoongi habían querido, pero tampoco había terminado en un desastre del que todos se iban a arrepentir.

Yoongi tenía una semana para demostrar qué tan "buen novio" podía ser para su pequeño (teniendo en cuenta que, para los padres de Jimin, "amor" significaba dinero).

Yoongi sólo era mesero en un café y eso le ayudaba a su alimentación ya que estudiaba la universidad gracias a una beca. Él tampoco había tenido mucho dinero con anterioridad en su vida, sólo lo necesario para un par de salidas al mes en familia y su primer celular antiguo apenas a sus 17 años.

Pero amaba a ese chiquillo, con su alma, mente y corazón; si debía buscar otro trabajo con paga adicional que no le afectase a su actual labor y estudios, lo haría.

Se despedía de dormir y daba la bienvenida a ese líquido caliente u oscuro con cafeína.

Jimin, por su parte, estaba preocupado. Él no quería que su mayor se rompiera la espalda simplemente porque debía llevarlo a restaurantes lujosos, darle regalos caros y demás cosas que sólo provocarían mucho vacío en la billetera que el mayor tendría que rellenar con horas de su vida.

No quería eso, no quería que sus padres volvieran a Yoongi lo que ellos eran y pensaban que estaban en lo correcto: un adicto al trabajo que no sabe vivir.

Jimin no estaba feliz, Yoongi tampoco.

Esa noche lograron pasarla juntos en el departamento del mayor, con un par de engaños a los progenitores de Jimin para que lo dejaran quedarse. Habían aceptó a regañadientes, pero aceptado al fin y al cabo.

Ahora Jimin se encontraba en la cocina preparando uno sándwiches de crema de maní, como un aperitivo que lograría mantenerlo feliz hasta la cena. Yoongi seguía pensando en todo lo sucedido y dio por hecho que toda la charla lo había dejado paranoico porque él ahora se sentía realmente mal por no poder darle a ese pequeño ser todo lo que merecía. Se sentía, incluso, el peor ser humano de la historia por arrastrar a un bello chico junto a él en el abismo donde, en realidad, esos sándwiches no estaban destinados a ser una merienda, sino su cena.

Pensó un poco y miró su cartera, encontrando el dinero apenas y suficiente para ir a comprar una pizza grande con una soda e incluso un postre.

No usaría el transporte público hasta su siguiente paga, pero no creía que fuese realmente malo caminar un par de cuadras.

—Jimin, cielo. Vamos a comprar algo para cenar.— Dijo finalmente levantándose del sofá y buscando sus zapatos. La pizzería sólo estaba a un par de casas así que no tardarían mucho en llegar allí.

Mañana buscaría un trabajo de medio tiempo, quizás de turno nocturno, pero lo conseguiría a toda costa.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 22, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

My little boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora