CINCO

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Yoongi no era alguien muy rencoroso, pero llegaba a tener sus límites.

Él siempre consideró a su pequeño como una boca suelta, lo sabia y lo amaba de aquella forma, sabiendo perfectamente que todo aquel problema no había sido su culpa. Lo que realmente le había molestado era la arrogante y discriminatoria aura de ambos progenitores.

Le sacaba de quicio, de sus cabales.

Su teléfono sonó en la mesita de noche junto a su cama. Había amanecido hace ya bastante tiempo, por lo que no le sorprendió que el reloj marcasen las 11:45am.

—Hola, corazón. Buenos días.— Dijo. In voz ronca, adormilado aún. Se había despertado hace un buen tiempo, pero su cuerpo seguía manteniéndose en ese estado de reposo.

La línea se mantuvo en silencio un momento, él estando seguro que Jimin seguía allí por el simple hecho de oír su respiración. Lo dejó pasar, levantándose luego en dirección al baño a la par que colocaba el celular en altavoz.

—¿Estás molesto?— Fue lo que ese chiquillo apenas pudo articular con una voz suave, cansada. Yoongi estaba seguro que no había dormido lo suficiente, se notaba.

—No contigo.

Y eso fue suficiente para que Jimin llorara un poco, aliviado como nunca por no hacer causado molestia en su amorcito.

Al menos, no él.

—Te quiero mucho, mucho.— Canturreó el pequeño al otro lado de la línea.

Yoongi sonrió con espuma en la boca debido a que estaba cepillándose los dientes justo como su rutina diaria de higiene le exigía. Podía imaginarse a Jimin desparramado en la cama, con su pijama puesta y el cabello completamente desordenado.

Lo amaba, con todas sus fuerzas.

—Te amo igual, corazón.

Jimin, al escucharlo, soltó una risilla encantada mientras rodaba un poco en su cama, con el teléfono celular en una silla justo a él. Estaba tan feliz que no notó a ciertas personas paradas del otro lado de su puerta, con tres bolearía de avión con un viaje directo a Grecia.

My little boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora