Noche 3.

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Cuando inicié en este sube y baja que llamé obsesión. Creí que se esfumaria poco a poco, que la emoción era el efecto de la subida y con la bajada se dispersaria.
Quizás me mantuve mucho tiempo en el aire, en lo alto, que es tan alto, que las nubes confundieron mis ideas.
La idea de bajar me pareció aterradora, porque privar de esas sensaciones a un pobre espíritu opaco, que conoció por fin su brillo, era cruel.
Ahora yo te llamo amor, porque, aunque bajé, no hace falta subir para sentirme así.
Estás aquí.

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