Noche 13.

14 5 2
                                    

Yo nunca escribía para nadie.
Me consideraba alguien libre, o un intento de eso.
Encontraba magia en mis cuentos sin sentidos, y no esperaba a que nadie lo entendiera porque no me importaba. Era algo mío, mi mensaje secreto, espléndido.

No me había dado cuenta de que ese perfume que nunca sentí, se metía por cada poro de mi piel, por los ojos, por la boca.
Hacía arder en llamas el centro de mi pecho, torturaba mi alma.
Me hizo conocer la pena, el agua salada.
Me atacaba lentamente sin intención, disparando a matar.
Como hilos, se entretejia por cada extremidad, por cada neurona que lograba tocar y doblegaba así mi voluntad.

Me vi en la necesidad insidiosa de alzar la voz, que me escuche, que me entienda.
Yo había pasado a pertenecerle a ello sin querer darme cuenta.
Y todo lo que era mío, era de ella.

InsomnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora