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«Mm, Lady-bug...» el chico murmuraba entre besos, a la vez que la chica devoraba su boca sin piedad.
Los sentidos de él estaban aumentados cuando estaban transformados, no pudo evitar ronronear mientras Ladybug lo calentaba.

Estaban los dos, en una habitación secreta que Chat Noir consiguió.
En realidad esa habitación no era para estas cosas, era más bien para que se curaran si un akuma dejaba alguna secuela.

Solo lo conocían su Lady y él.

Era un espacio privado para los dos.

Pero aparentemente era una mala idea dejar encerrados a un par de adolescentes vestidos con trajes de látex, que además tenían una fuerte tensión sexual.

La relación con Ladybug era estrecha, mucho más que antes, después de que ella se convirtió en guardiana.
Y él la amaba cada día más si eso era posible, pero lo que le alegró la vida fue darse cuenta de la manera en la que Ladybug lo miraba cuando creía que él no se daba cuenta.

Adrien podría ser estúpido o ciego (podrías llegar a llamarlo así)
Pero siempre era capaz de notar lo que sentía Ladybug.
Es como si esa chica maravillosa estuviera conectado con él.

Y Ladybug sentía un deseo.
Un deseo que pronto se decidió a encarar.

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