CAPITULO 3

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Había un baile para celebrar que quedaban pocas semanas para que naciese mi hijo y que nacíera sano. Había un montón de jovenes mi marido me miró tiernamente y me dijo que se iba a ver a unos amigos yo asentí y le dejé ir. Entonces entre la multitud vi a una joven criada de unos pocos años menos que yo, la había visto un par de veces hablar con Eric así que decidí llamarla

-hola mi señora ¿desea algo?

-¿alguna vez has visto de cerca a la muerte?

-no, gracias a los cielos, pero he oído que es una dama blanca con la mirada vacia y hermosos cabellos blancos al igual que su piel, se que siempre va con una capa de peregrina y se que tiene un gran cetro

-sabes mucho sobre ella ¿quien te lo ha contado?

-mi padre estaba enfermo y la veía siempre pero nunca se lo llevaba junto a ella, hasta que un día decidió que era su hora

-lo siento...¿como te llamas?

-Kendril

-bien Kendril ¿has oído hablar del amor de la muerte?

-la muerte no puede enamorarse, mataría a cualquier persona que besara

-la muerte está casada, con un hombre muy apuesto tiene el pelo negro y los ojos azules pero él no suele pasar toda la noche junto a su mujer, él espera a que ella se duerma y se va otra habitación junto otra mujer, él piensa que no lo sabe pero lo sabe muy bien y ella lo entiende sabe que sus labios, sus caricias o sus abrazos no son iguales que con una muchacha viva y cada noche, después que el principe salga de la habitación ella acostada y con la mano colocada al lado de la cama de su esposo suelta una lagrima de sangre y oro, lo que el principe no sabe es que ella con esas lagrimas puede dar vida a cualquier persona que haya muerto. La lagrima le recorre el rostro bajando por su cuello y llegando a su vientre donde crece el niño que tanto dice que ama las lagrimas traspasan la piel y hacen al niño más fuerte que ninguno. Cuando amanece ella finje sonreir y saluda a su marido el cual dice no haber salido de la cama, acaricia el vientre de su esposa ella se fija que ya no lleva el anillo en su dedo, si no en el cuello. La muerte se viste con sus elegantes guantes y en su mano izquierda luce su anillo de matrimonio,

siempre paseando con su manto negro cubriendole la cara y así evitando que el pueblo la mire y vea sus horribles ojeras de trasnochar por un hombre que ni si quiera la ama

-no sabia de esa historia...

dijo la chica secandose una lagrima con un pañuelo, ella miró mi mano y luego al principe y dijo

-mi señora... no era necesario saber esto, es una horrible historia

-es la realidad y se que tu también quieres yacer con el principe...

-no mi señora, no quiero... no podria traicionaros

-el deseo carnal es la menor traicion del hombre, ve con él...esta noche dirá que va a ir a la cocina a por algo para comer pero en realidad se ira a tu aposento, lo hace siempre

-disculpe señora, pero debo irme

-no cuentes la realidad, pues a nadie le gusta...deja que el amor del pricipe por su esposa sea tan hermoso como dicen los juglares y las pinturas

ella asintió y se fué cruzandose con Eric, el me miró y se sentó a mi lado, me dió un beso en la mano y me preguntó extrañado

-¿conocias a aquella joven?

-no, simplemente le quise preguntar una cosa

-tienes la cara triste ¿estás bien?

-si mi amor... no te preocupes

-te amo

dijo besandome. La fiesta terminó y todos nos fuimos a la cama, era muy tarde cuando dijo Eric “voy a la cocina, tengo hambre” yo asentí y de mi ojo brotó una lagrima. “Tranquilo Perth, yo cuidaré de ti” dije acaricando mi vientre. Dias más tarde paseando por el castillo algo me empezó a doler, grité me dolía mucho, me caí al suelo y vinieron unas criadas a ayudarme, me echaron en mi cama y colocaron toallas por todos lados, arremangaron mi vestido y me quitaron la ropa interior, una anciana me miró y dijo “tranquila saldrá bien” yo empujé y grité, mi marido entró de repente y se puso muy nervioso no paraba de caminar de lado a lado de la habitacion, yo sudaba no lo aguantaba, pensé que no saldria bien, todo estaba borroso cuando oigo el llanto de un bebé. Una sonrisa se dibujo en mi rostro y una chica dijo “es un hermoso varón” lo taparon con mantas y me lo colocaron en el pecho, yo tenia miedo de tocarlo y hacerle daño entonces Eric se nos acercó y me quitó el guante y juntó mi mano junto a

la del bebé, estaba bien. El cogió a su hijo le dio un fuerte beso y me sentí feliz de nuevo. Mandó salir a todas las criadas y nos quedamos los 3 solos

-mi amor, nuestro bebé

-se parece a ti, Eric

-es muy bonito, tiene una mirada sincera y alegre, Muerte... no podias hacerme más feliz

-nuestro pequeño Perth. Toma cogelo

dije dandoselo, el nervios lo cogió en brazos y el niño comenzó a llorar y de los ojos del niño brotaban lagrimas doradas

-¿como es posible? Sus lagrimas son de oro

-es hijo de la muerte, todo él toda su sangre es magica

-eso es genial, es un bebé magico

-nadie puede saberlo...

-¿por que?

-lo podrían robar y venderlo a muy buen precio

-entoncés tendremos que evitar cualquier contacto que no sea de confianza

yo asentí y el dio ordenes de mantener bajo vigilancia todas las puertas del castillo. Lo que no sabiamos es lo que pasaría meses despues, todo parecía ir bien pero una noche mientras dormiamos yo escuché el llanto de mi bebé pero no era un llanto cualquiera pedía socorro, me desperté rapidamente cuando vi a una mujer de con capucha cogiendo a mi hijo en brazos, intenté pararla pero algo me lo impidió y esa mujer raptó a mi hijo. Desde ese dia no he vuelto a esbozar una sonrisa voy las orillas de los rios, por las calles del pueblo sollozando y mi marido ya no sabe como lidiar con ese dolor, no ha vuelto a levantarse de la cama y solo desea encontrar a Perth

Santa Muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora