𝑬𝒍𝒍𝒆 𝒆𝒔𝒕 𝒎𝒐𝒏 𝒃𝒐𝒏𝒉𝒆𝒖𝒓 ⚝

373 91 85
                                    

ELLA ES MI FELICIDAD

El tiempo avanza sin importarle que uno quiera o no, los años pasan en un abrir y cerrar de ojos, obligándonos a guardar los recuerdos del pasado en nuestra memoria.

El pueblo se había expandido con el pasar de los años, poseyendo ahora una gran cantidad de construcciones y habitantes. Los pequeños niños crecían, convirtiéndose en jóvenes llenos de sueños por cumplir.

La dulce Wong Kahei no se quedaba atrás, ya con catorce años recién cumplidos, soñaba convertirse en una profesional y viajar por el mundo. Seguía siendo la misma chiquilla bien educada y adorable, la cual estaba dispuesta a ayudar a quien lo necesitara, era una gran persona.

Siempre se paseaba por las calles con una amplia sonrisa, ocultando el inmenso dolor con el que cargaba desde hace un tiempo. Había aprendido que no todo era color rosa, era claro el ejemplo que le daban sus padres.

El señor Wong había sido despedido de la gran empresa en la que solía trabajar, no tuvo más remedio que volver a casa junto a su esposa e hija, siendo esa una gran oportunidad de recuperar el tiempo perdido con la última de ellas. Por suerte, logró conseguir empleo en una pequeña tienda que se encontraba cerca del parque, consiguiendo así el dinero suficiente para comer por el resto del mes.

Su esposa no estaba para nada contenta con ese cambio, sentía que ese trabajo era para pobres, pensaba que él debería estar a otro nivel. Se encontraba molesta, no tenía el dinero suficiente como para gastarlo en lujosas tiendas como acostumbraba a hacerlo, ahora debía vestir más de dos veces su ropa, como las personas normales.

Gracias a ese desacuerdo entre ellos dos, fuertes peleas se ocasionaban casi todos los días, Kahei tenía que ser testigo de los horribles gritos e insultos que se dedicaban día a día sus progenitores. Estaba bastante equivocada si pensaba que con la llegada permanente de su padre las cosas con la mujer se iban a arreglar, ahora se había vuelto parte de su rutina escaparse de casa para evitar escuchar de más.

Odiaba hacerlo, pero solo así podía desahogarse sin que nadie lo notara. Pensaba que todo lo sucedido había sido por su culpa, cosa que le decía siempre su madre, aprovechando el momento en que su marido salía al trabajo. Su madre se había vuelto el ser más despreciable, ya ni se preocupaba por ella.

Solo le preocupaba que fuera lo más parecido a una princesa, ya que ahora tenía la edad suficiente para encontrar a un novio que tuviera grandes riquezas. Sin importarle las interminables quejas de su única hija, la obligaba a usar apretados vestidos e incómodos tacones, preparándola para cualquier fiesta a la que asistiera.

Kahei estaba más que aburrida de aquella situación, pero sabía que debía seguirle la corriente, porque si no lo hacía, su progenitora la castigaría de la manera más horrible, así que prefería no imaginárselo.

Otra cosa que le aburría a la pobre chica era la reciente manía que tenía su madre de presentarla a chicos de su edad, para nada guapos, sin gracia, bastante serios para su gusto, pero, de una situación económica bastante alta. Cuando se quedaba sola con ellos, solía escuchar el mismo tema una y otra vez, los chicos presumiendo ser los próximos dueños de prestigiosas empresas, teniendo una gran cantidad de dinero a su poder.

Parecían no tener sentimientos, ya se lo había demostrado uno de ellos, tratándola mal y burlándose del nuevo trabajo de su padre, y como Kahei no quería quedarse de brazos cruzados, aquel insolente chico recibió una fuerte y sonora bofetada por parte de ella. Obviamente después fue regañada, pero lo importante era que había defendido a su querido padre.

⌗ fairy tale 𔘓 viseulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora