Jimin.
Bien, por ahí cerca del año 1988, bueno, específicamente por la fecha de 15 de julio de ese año, nos graduamos todos de universidad. Abrazos, felicitaciones y buenos deseos por todas partes, hipocresía pura. Venía junto con Sana, Tzuyu y Jungkook, sonrisas y más sonrisas, hasta que me despedí de la menor de ellas y pues bueno, Sana la tomó de un ala, la llevó a lo oscurito y se re comían. Jungkook las observaba, riendo avergonzado por el comportamiento de nuestras amigas en común.
— Sana, ya vuelve aquí. —hablé entre risas, pues mi amiga de cabello rubio no daba tregua.
— ¡TZUYU! ¡YA VÁMONOS! —gritaba el chico a tal vez un metro de distancia a mí. Cabe recalcar que habíamos bebido un poco, menos él. Cruzamos miradas y nos mantuvimos en silencio por unos segundos.
— Hey tú... ¿Hemos hablado antes? —hablé yo esta vez, acercándome un poco más a él, la poca iluminación de la hora y los tragos que había bebido anteriormente no me ayudaban.
— En realidad, sí, muchas veces. —respondió, esta vez viéndome a los ojos con cara de "¿Y este qué?".
— ¿De veras...? -ok, ok, tal vez no bebí solo un poco. Lo vi estirar los dedos de su mano derecha, al parecer iba a enumerar.
— Viniste a mi cumpleaños sin ser invitado, me llamaste Debra, aún no comprendo el por qué... ¡Oh! También derramaste vino sobre mi camisa. —por su expresión y tono de voz algo sarcástico, diría que lo tenía cabreado.
— Oye, lo lamento... —dije en un intento de calmar los ambientes.
— Ah, descuida, estuviste encantador. —habló con una bonita sonrisa, que por un segundo me hizo perder el equilibrio.
— ¿En serio? —arreglé mi chaqueta con orgullo, sin saber que él me estaba tomando el pelo.
— No. En realidad, no. —negó con su cabeza, rodando sus ojos, desviándolos de mí.
— Entonces... Sino eres Debra, ¿Tú eres...?
— Jungkook, Jeon Jungkook. —aún podía ver esa mirada asesina.
— Entonces, Jeon, ¿Quieres que te acompañe a casa? —estuve un poco más cerca de él y pasé mi brazo derecho por sus hombros. Quise sostener el contacto visual, pero el apartó la mirada.
Y bueno, unos momentos más tarde, dejamos olvidadas a las chicas y nos fuimos a su apartamento.
Narrador.
Los muchachos se besaban con deseo, el menor de ellos con un poco de timidez seguía las acciones del mayor mientras poco a poco se despojaban de sus prendas superiores. El efecto del alcohol que había digerido el pelirrubio ya había pasado un poco, sin embargo, aún tenía un poco de dificultad para caminar y más aún con su cuerpo apegado al más pequeño. Quitó también, esta vez con más cuidado, los lentes del de menor estatura, dejando un camino de besos por su cuello, junto a suaves chupones.
— Tú... ¿Estás seguro...? —hablaba entre suspiros Jungkook, mientras era apresado entre los fornidos brazos del mayor.
— Sólo calla. —pronunció volviendo a los labios del castaño, chocando contra una mesa. Le tomó por sus muslos, elevándolo y sentándolo en esta con sus piernas abiertas, aprovechando para quedarse entre ellas, apegando nuevamente sus cuerpos.
Jimin.
Al separarme de él, logré ver a tremenda obra de arte frente a mí. Un Jungkook sin camisa, con marcas rojas en el cuello, respiración agitada y sus mejillas de un bonito color carmesí, ni hablar de sus brillantes e hinchados labios. Simplemente, maravilloso.
