Wooyoung

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Una delicia~

Quien diría que sería tan difícil de cocinar, me costó cortarte y casi descartó la idea, pero no sería nada digno para ti. Con lo mucho que te gustaba meterte en los platos ajenos.

Siempre tan atento a mi dieta, porque un niño de diez años con algo de mejillas era buen objetivo para las burlas...

Las humillaciones eran mi pan de cada día, debía estar acostumbrado, pero pensar que un niño con tu sonrisa podía ser tan cruel, me partía el corazón. Tu risa aún resuena en mis oídos, te reíste tanto ese día que a ti y a tus amiguitos se les ocurrió poner mierda en mi porción de pastel de chocolate. Tu cara no borró ni un segundo la mueca enorme de alegría mientras yo tragaba cada bocado.

Y las risas mientras vomitaba...

Tan dulcemente cruel, esa crueldad se transformó en un chico risueño. Recuerdo que te acercaste a hablarme como si nada de eso hubiese pasado, como si no me obligarán a correr por el campo del internado bajo el sol de verano gritándome, diciéndome lo gordo que estaba, como me pateaban cuando estaba tirado sufriendo por el calor.

Me recordaste todas esas bromas mientras no parabas de reír y yo reía a tu lado. Quizás pensaste que comer mierda en reiteradas ocasiones sería una buena anécdota para recordar luego de nuestra adolescencia.

La risa fue tu forma de pedirme perdón y hacernos amigos, olvidar todos esos momentos sumamente divertidos para ti y tus amigos, pero que para mí fueron un calvario. Cada risa me llenaba de odio, de rencor, te miraba... Tan perfecto, tan encantador, imaginaba las maneras de hacer tu pasatiempo tu forma de vida.

Te invité a pasear, te pusiste muy contento, te llevaría a todas partes te dije, te hiciste tantas ilusiones, pensaste que cumpliría cada uno de tus caprichos y lo hice sin dudas. Al caer la noche debíamos regresar, pero tenía una última parada. Fuimos directo a la escuela, no quería que te regañaran, eso me decías luego de cada broma "No lo digas... no quiero me castiguen"

No te preocupes Wooyoung... no le contaré a nadie...

Primero un tajo en el cuello. Guarde el cuchillo que utilice con Hongjoong, siempre lo admiraste tanto, le lamiste tanto los huevos, naturalmente te volviste su favorito, siempre haciendo todo lo que él te pedía. Seguro te sentirías feliz de lo detallista que soy contigo. No lo limpie, tu sangre fresca se camuflo con la seca.

Me suplicaste que te perdonará, que no te hiciera daño mientras sostenías tu garganta e intentaba no ahogarte con la sangre que brotaba de tus labios. Fue placentero enterrar tu boca en un montón de mierda de perro junto al depósito del internado y ver cómo te ahogabas entre arcadas y sangre.

Levanté tu cabeza y te miré, nuestros ojos se encontraron por última vez. Te dije cuanto te detestaba, cuán miserable me hiciste sentir y repetí constantemente mis palabras mientras desmembraba tus brazos y piernas, separaba cada parte de tu cuerpo mientras bañaba el mío con la sangre salpicada. Me relamí los labios y sentí el agradable sabor.

Luego sólo fue cuestión de dejar los pedazos de carne sin piel en el refrigerador, la cocinera haría lo suyo. Qué bueno había sido escuchar tus quejas sobre el desperdicio de espacio y lo poco limpio que dejaban todo luego de preparar el almuerzo... la señora Kim era muy amable, pero algo despistada, usaba unos lentes enormes que acomodaba después de cada golpe que daba con su gran cuchillo de carnicero.

Tercera puerta...

Nadie te encontraría allí, tu rostro pálido y tus ojos saltones, la sangre manchando tus labios. Tu cabeza cabía a la perfección en aquel lugar, tenías el tamaño perfecto.

Venganza ○Ateez○Donde viven las historias. Descúbrelo ahora