Sólo rogaba que no fuera cierto, cruzaba los dedos esperando que no fuera verdad y que sólo me dijera que la carta había llegado retrasada y que ella sí había pagado la renta. Pero claramente cruzar los dedos y rogar por ello parecía inútil, pues era obvio que aquello no cambiaría nada de lo que mi madre me diría cuando le preguntara por la carta.
Me adentré más a fondo por el departamento para revisar dónde se había metido mi madre. En la cocina no estaba, en la sala de estar tampoco, al tocar la puerta del baño no respondió nadie y en su habitación tampoco estaba. Había inspeccionado todo él departamento y el único rastro que mi madre había dejado habían sido sus llaves de la puerta de entrada. ¿Cómo entraría ella al llegar si no había llevado las llaves? Es que esta señora no pensaba en nada.
Me encerré en mi pequeño cuarto y me senté sobre mi silla giratoria, que acompañaba mi escritorio, para empezar a estudiar. Sinceramente no era fanática de estudiar, por tonto que se escuchara de parte de una rata de biblioteca, simplemente me gustaba aprender pronto y pasar las pruebas con notas buenas para el futuro que se avecinaba. La universidad a la que quería asistir no era exactamente una de "¿tienes dinero? Bienvenida", además si de todas formas lo fuera dudaba mucho que el poco dinero que tenía ayudara.
El timbre del departamento se escuchó aproximadamente a las ocho de la noche, justo cuando estaba terminando de estudiar y ya había comido algo por la tarde. Me levanté de mi silla giratoria negra y salí de mi habitación, para luego cruzar el corto pasillo de madera flotante y abrirle la puerta a la persona que había tocado, que, como supuse, se trataba de mi madre.
-Hola, mamá- la saludé y me acerqué a ella para darle un beso en la mejilla.
-Hola, Poopey- me saludó mi madre sonriente llamándome por el apodo que ella misma me había designado.
Me hice a un lado para dejarla pasar. Ella entró al departamento, se sacó los dolorosos zapatos de tacón aguja y se fue a sentar al sillón con sus zapatos en mano. Cerré la puerta divertida por su reacción al llegar y me fui a la cocina para buscarle algo para tomar. Opté por una coca-cola light fría en lata y se la llevé a la sala de estar.
-Ugg, el trabajo me tiene muerta- se quejó ella haciéndose un masaje en el cuello. Yo reí entre dientes y le entregué la bebida-. Muchas gracias, Poopey, no sé qué haría sin ti, hija- me agradeció ella sonriente tomando entre sus manos la lata de coca-cola. Le sonreí.
-De nada- dije guardado mis manos en los bolsillos de mi pantalón-. Por cierto, te ha llegado una carta- le informé intentando lucir un poco sorprendida.
-¿Ah sí? ¿Me la podrías traer?- me preguntó mientras le pegaba otro sorbo a su bebida en lata. Yo asentí con la cabeza y fui a por la carta que tenía guardada en el cajón de mi escritorio.
Cuando llegué a mi habitación, busqué en el cajón de mi escritorio, en el cual la carta abierta de la noticia de la renta deslumbraba por ser la única cosa que tenía guardada allí. Saqué la carta, la sellé un poco pasando numeradas veces los dedos por el borde abierto, y crucé nuevamente el pasillo de madera flotante para llegar a la sala de estar y pasárselo a mi madre.
-Gracias, cariño- sonrió ella agradecidamente tomando la carta.
Me quedé parada frente a ella mientras abría la carta, la desdoblaba y la leía. Estaba esperando su reacción de asombro ante la notica que estaba leyendo, cuando de la nada acaba de leer, dobla la carta y la vuelve a guardar en el sobre. Podrían imaginar mi rostro de "¿Qué? ¿Acaso no leyó lo de la renta? WTF?". Luego de eso, mi madre tomó nuevamente la bebida entre sus manos y tomó más de la lata de coca-cola.
¿¡Y qué!? ¿¡Eso era todo!? ¿¡Acaso no me diría nada acerca de la renta!? ¡Ni siquiera había reaccionado con un poco de asombro! Me empezaba a cuestionar si le había pasado la carta correcta o no.
-¿Mamá...?- la llamé con un tono un tanto enfadado. Me arriesgaría a decirle que había leído la carta si era necesario.
-¿Qué?- preguntó inocentemente dejando de beber coca-cola.
Acaso no leíste la parte de que no habías pegado la renta y que nos tendrán que echar del edificio?- le pregunté un poco más enfadada. ¡No podía creer que mi madre se comportara de esa manera ante la noticia!Un silencio que se me hizo eterno inundó la habitación por completo. Yo estaba esperando su respuesta y mi madre parecía pensar qué decir, aunque no podía sacar muchas conclusiones de su expresión de póquer.
-Sí, sobre eso. [tn]__, tenemos que mudarnos- dijo de lo más normal del mundo y yo en ese momento exploté.
Y con explotar no me refiero a que mi cuerpo explotó como una bomba y que mis intestinos hayan salido volando por toda la habitación. No. Yo me refería a que había explotado de rabia e impotencia. ¿¡Por qué rayos mi madre se mantenía tan tranquila ante la noticia!? ¡Nos iban a echar del edificio! ¡A LA CALLE! ¡Y de seguro luego viviríamos en un pobre callejón sucio donde no pegaría ni el sol! ¿¡Qué parte de no pagar la renta y echarnos a la calle, mi madre no entendía!? ¿Es que acaso no comprendía la situación? No podíamos ir por allí sacando billetes de veinte en cada árbol que encontráramos y luego comprarnos una casa en el lugar más cercano. ¡No!
-¿Mudarnos?- pregunté entre dientes enfadada y con un toque de sarcasmo en mis palabras.
-Síp- respondió ella escuchándose como una niña de parvulario.
-¿¡Y de dónde demonios vas a sacar dinero para comprar una casa!?- exclamé fuera de mis casillas.
Ugg, esta madre que tenía definitivamente era la única persona capaz de ponerme de mal humor tan rápido y tan grave.
-Tranquila, Poopey, haré una llamada y todo...- empezó a decir esbozando una pequeña sonrisa, a punto de completar su típica y conocida frase de "y todo estará resuelto".
-¿¡Y qué!? ¿Todo estará resuelto? Mamá, no pegaste la renta, ¿cómo vas a pagar una casa?- la encaré ahora más calmada, intentando ser más profesional y no tan gritona. Ella sonrió cálidamente.
-Poopey, tú tranquila ¿de acuerdo? Yo llamaré a alguien y todo estará resuelto- y ahí estaba la frase-. Tú ve a arreglar las cosas, nos iremos mañana por la mañana- concluyó ella y yo solté un suspiro, resignada.
Bien, debía de admitir que mi madre sabía manejar muy tranquilamente las cosas, hasta aveces era tan calmada su actitud que me daba rabia, pero sinceramente esa actitud que tenía ella era la única manera de no estar al borde de la histeria.
Llegué a mi habitación y abrí mi armario de pared que tenía a los pies de mi cama. Mi ropa era básicamente la misma. Remeras largas y holgadas, suéteres que me quedaban un tanto grandes, pantalones deportivos holgados, una mala imitación de las zapatillas Vans, y mi chaqueta gris universitaria que me había regalado mi madre por mi cumpleaños, la cual tenía la letra P de Poopey grabada en el lado derecho.
Escogí la ropa que usaría el día de mañana rápidamente, y la demás la metí en la pequeña maleta verde que tenía guardada debajo de mi cama. Mis libros, cuadernos y estuche, los guardé en mi mochila (que más que mochila parecía un bolso pequeño para viaje). Cuando ya tenía todo guardado y listo, me dispuse a ponerme el pijama, guardar la ropa que había usado en el día en la maleta, y a acostarme a dormir. Minutos más tarde sentí que mi madre entraba a la habitación a oscuras y me daba un beso en la frente acompañado de un "buenos noches, Poopey". Se retiró luego de eso.
A la mañana siguiente fue mi madre la que me despertó, en diferencia a los otros días que despertaba con mi querido pero a la vez odiado despertador blanco. Eran las siete y media de la mañana. ¡Oh, qué sueño tenía! Bostecé y me levanté de mi cama para dirigirme al baño a ducharme. Luego de una reconfortante pero sin embargo corta ducha, me fui a vestir a mi habitación con mi toalla envolviendo mi cuerpo. Un suéter delgado de color morado con escote V, unos pantalones deportivos y holgados de color gris, la imitación de las zapatillas Vans de color negro, mis gafas de borde negro y mi listón de cabello de igual color que mis gafas.
-¿Estás lista, cariño?- cuestionó mi madre entrando a mi habitación sin pedir permiso.
Ella estaba vestida con esas faldas ceñidas al cuerpo, una blusa blanca y sus típicos pero dolorosos zapatos de tacón aguja.
-Síp- respondí tomando mi mochila y mi maleta.
Mi madre me sonrió cálida y contagiosamente, y luego ambas salimos del departamento para ir a pedir un taxi a la avenida. Cuando un taxi se dignó a detenerse para nosotras, dejamos nuestros bolsos en el maletero y nos sentamos en los asientos de atrás. Agradecí que el caballero que conducía el taxi haya sido un tipo agradable en vez de esos de "lo que me importa es la mercancía, bitches".
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Tan Solo Una Nerd -Luke hemmings y tu-
FanfictionLuke es el chico más mujeriego, estúpido, popular y guapo de la escuela. [TN]___ kapsty es la chica más antisocial, nerd, de bajo perfil y extraña de la escuela. Que ellos congeniaran sería como mezclar agua con aceite. Si ellos se hablaran sería qu...