Tan Solo Una Nerd -Luke hemmings y tu-

Capitulo 3

Mi madre le dio la dirección al señor taxista con su típica sonrisa de comercial y yo la miré con una ceja enarcada.

-¿Qué?- preguntó inocentemente al no entender por qué la veía así.

-Pues... ¿qué dirección es esa? ¿Adónde iremos? Claramente la dirección que diste no se escuchó como un hotel- le expliqué y ella rió ligeramente.
WTF? ¿Qué le pasaba a mi madre últimamente?

-Iremos a la casa de una amiga mía. Éramos mejores amigas en la universidad y nos mantenemos en contacto. Cuando la llamé dijo que no había problema por ir, eso sí... me dio una advertencia para ti- dijo ella mirándome fijamente con su pequeña sonrisa cálida en el rostro y se acercó a mí para ordenar uno de mis mechones rebeldes de cabello detrás de mi oreja.

-¿Ah sí? ¿Qué advertencia?- cuestioné extrañada y curiosa. ¿Desde cuándo las amigas de las madres de uno daban advertencias?

Yo sólo vi a mi madre fijamente y estando completamente tranquila.

-¿Y?- pregunté sin entender.

-Tienen un hijo- volvió a decir mirándome como si fuera obvia la respuesta.

-... Lo sé, te escuché... ¿pero qué tiene si tienen un hijo?- pregunté aún sin entender. Un pequeñín no podía hacer tantos problemas.

-No sé si entiendes, cariño, pero... TIENEN. UN. HIJO- repitió ahora más lentamente la última parte.

-No sé si entiendes, cariño, pero... TIENEN. UN. HIJO- repitió ahora más lentamente la última parte.

-No entiendo cuál es el problema, mamá. Tienen a un pequeñín como hijo, por mí está bien, será como mi hermanito si es necesario, dudo que haga tanto desastre- le dije ocultando mi desesperación por aún no entender a qué rayos se refería mi madre.

Ella soltó un suspiro de rendimiento al darse cuenta de que en definitiva jamás lograría hacerme entender y el taxista soltó una sonora carcajada, como burlándose simpáticamente de mí. Un segundo después, el taxista dijo la frase que esperaba escuchar desde que partimos.

-Hemos llegado- dijo el tipo que se había burlado de mí y le cobró a mi mamá.

Hablaron como un minuto antes de salir, pareciendo que fueran los mejores amigos de la vida. Finalmente, y no sé cómo, mi madre terminó pagando la mitad de lo que había cobrado el taxista al principio y él, como un caballero, no pareció quejarse al revisar el dinero.

Mi madre y yo salimos del taxi, cogimos nuestras cosas de la parte trasera del auto y nos dirigimos a la puerta de entrada de la casa en la que me quedaría por, probablemente, mucho tiempo. Mi madre tocó el timbre de la casa, y cuando escuchamos pasos (demasiados, parecía que venía toda la familia), ella se acercó rápidamente a mi oído y me susurró rápidamente antes de volver a su postura:

"Yo no dije que fuera un niño pequeño...".

Y la puerta se abrió desde adentro de la casa.

Oh, dime que esto no es real y que nos equivocamos de casa.

Rogaba yo inútilmente al seguir viendo las mismas figuras paradas frente a mí.

Maldito sea el día en que mi madre no pagó la renta, maldito sea el día en que el taxista nos condujo hasta aquella dirección, maldito sea el día en que conocí a ese chico que estaba al otro lado del marco de la puerta, y de paso, por qué no, maldito sea el día en que comí esos estúpidos frijoles que me cayeron como bomba al estómago.

Mi madre saludaba alegremente a su amiga y al esposo de ésta última. Mientras que yo estaba ahí, parada como idiota, mirando a aquel chico con quien viviría por tanto tiempo y con quien compartiría esa casa.