13• Del otro lado del lago, las cosas siempre han sido diferentes.

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– ¿Cómo vamos a llegar allá?
– Conozco el camino, hay un sendero que rodea el lago, pero está algo oscuro, así que nos aventuraremos a llegar a ese lugar. ¿Estás dispuesta a hacerlo conmigo?
– ¿Tengo otra opción?
– No.
– ¿Entonces para qué preguntas?
– Eres una grosera, ¿Sabes?
– He aprendido del mejor...

Kate sonrió.

Ambos empiezan a recorrer el sendero, en medio de la maleza, rodeados de la luz de la luna.

– Esto parece peligroso Marcus, ¿Qué tal si nos aparece una serpiente?
– Le pasamos por encima.
– Eso es muy cruel de tu parte.
– ¿Cruel para la serpiente o para ti?
– Pero no cuestionaré los resultados. Odio las serpientes. Me dan miedo...
– Eres una miedosa...

Al llegar, Kate queda estupefacta. Sus ojos brillaban, al mismo tiempo, que, su mente, trataba de procesar lo que sus ojos le mostraban.

– ¿Qué es todo esto? -dijo fascinada-.
– Son las mejores luces que hay... Luciérnagas.

~•~

Del otro lado del lago, las cosas siempre han sido diferentes.
      

– Este lugar no lo conoce nadie. Solo yo, y ahora, tú.
– ¿Cómo es eso posible? Es decir, ¿Cómo es que todos se pierden de este gran espectáculo? -sus ojos brillaban-.
– Porque todos están ocupados luchando para conseguir las mejores prendas, la mejor casa, el vehículo más rápido y los lujos más exorbitantes, sin saber, que las mejores cosas, no son las que se compran.

Del otro lado del lago, a la orilla del agua, había un pequeño muelle, y al rededor de el, una cantidad infinita de luciérnagas que flotaban e iluminaban, junto con la luna, el reflejo del agua.

– ¡Es hermoso! ¿Cómo es que no lo pude ver antes?
– Las luces de la ciudad, las opaca. Pero bueno, es un espectáculo especial, y tal cosa, merece una celebración especial, ¿No crees?
– ¿A qué te refieres?
– A que quiero celebrar contigo.
– ¿Cómo haremos eso?
– Tengo una idea... Pero es algo atrevida...  -dijo mientras miraba las luciérnagas-.
– Si lo dices con esa calma, me asusta.
– ¿Has nadado alguna vez?
– No, es imposible para mí.
– He visto a personas en peores condiciones hacerlo...
– Yo nunca lo he hecho.
– ¿Traes ropa interior, Kate?
– ¿¡Qué clase de pregunta es esa!?
– Vamos a nadar, y vestidos así, no lo haremos...

Marcus empieza a desvestirse, primero se quita los zapatos, luego se quita la camisa y finalmente, se baja el pantalón. Kate lo miraba fijamente, observaba su cuerpo centímetro a centímetro, mientras él, inocentemente se desvestía.

– "¡Lo amo! ¡Me encanta!". -manifestó hacia sus adentros, mientras veía la escena en cámara lenta.

– Es tu turno, Kate.
– No quiero hacerlo...
– Lo harás, yo ya lo hice. Piénsalo Kate, no va a haber nadie en la vida que te quiera tanto como para meterte en el agua y no dejar que te hundas.
– ¿Me quieres? -dijo sonrojada, mientras en su mente, contemplaba su cuerpo.
– Solo desvístete. 
– ¿Podrías ayudarme?
– Pensé que no me lo pedirías...

Marcus se acerca a Kate y le empieza a soltar la blusa botón por botón...

– Ya no estoy segura de esto, Marcus...
– Solo déjame hacerlo.

Luego de quitarle la blusa, su sostén beige quedó al descubierto.

– Que color más anticuado para una chica tan joven...
– Me gusta.
– Hay que quitarte el pantalón pero primero, los zapatos...
– Déjame ayudarte.

Kate se soltó el botón del pantalón y él; se agachó y le quitó sus zapatos, luego tomó el pantalón de ambos lados y empezó a bajarlo lentamente, mientras ella se sujetaba con firmeza de su silla...

– Ya estamos prácticamente desnudos.
– Me siento muy apenada... Es la primera vez que me dejo ver así.
– No debería avergonzarte, tienes un cuerpo excepcional.
– ¿Excepcional?
– Excepcional mente gordito.
– ...
– Es hora de meternos al agua, Kate.
– Puedes ponerme al final del muelle, accionaré los frenos y me dejaré caer...
– Eso no es buena idea, podrías caer mal y romperte algo. Además el muelle no parece estar en buenas condiciones, es mejor pensar en otra manera de meterte al agua. Y ya se me está ocurriendo la forma.
– ¿Cómo?
– Te meterás al agua al mismo tiempo que yo. Te cargaré y caminaremos desde la orilla hasta llegar a un punto en el que flotemos.
– ¿No vas a dejar que me hunda?
– No... No soy tan malo. Aunque al principio había pensado en que sería divertido cargarte, caminar por el muelle y lanzarte al agua y luego hacerlo yo...
– ¿Y por qué cambiaste de parecer?
– La gente cambia por las personas que quiere.
– No te mentiré, cuando me preguntaste si sabía nadar, intuí que me ibas a tirar al agua con todo y silla. Logré sentir algo de temor, sin embargo, conociéndote cómo te conozco, te gusta hacerme pasar malos ratos, pero no me dejas hundir... Siempre me sacas del lodazal.

Marcus se puso frente a ella, se agachó y le tomó de las manos.

– Creo que ya es hora de que te deje en paz.

¿¡Qué!? No me vas a dejar aquí, ¿O sí? Porque si crees que voy a tolerar que me traigas en medio de la nada y lejos de todos y que me dejes aquí, ¡Estás muy equivocado!
– Oye cálmate, no te dejaré aquí... Solo te dejaré en paz, ya no te voy a molestar.
– ¿Te vas a ir para siempre?
– No...
– Supuse que esto pasaría, nadie pasa mucho tiempo con una discapacitada, ya hasta se me hacía raro que me siguieras hablan- ... Espera, ¿¡Dijiste que no!?
– Claro que te dije que no ¿Si estás prestando atención, Kate?
– Tu cuerpo me tiene desconcentrada, deberías vestirte y yo también. Esto se está poniendo incómodo, yo, tú, tu cuerpo perfecto, y el mío que parece una bolita...

Marcus se levantó, para cargar a Kate.
Una vez lo hace, él la lleva en sus brazos y camina lentamente hasta que el agua cubre sus cuerpos.

– ¡Está fríaaaa! -Grita él-.
– ¡Cállate! -responde Kate, mientras le tapa la boca con sus manos-.
– ¡No me importa que me oigan!
– Está bien, grita todo lo que quieras, pero no me sueltes o no me verás más.
– No te voy a soltar, Kate. ¿Confías en mí?
– Confío en ti...

Marcus y Kate, estaban aprisionados el uno con el otro. Eran un solo cuerpo, que en una sintonía, danzaban al ritmo de las calmadas aguas de lago.

A tus piesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora