I

505 40 2
                                    

Christopher miraba como la hija menor del reino del oeste contraía matrimonio con su mejor amigo: Zabdiel había buscado una forma de conseguir a una bella doncella, y había terminado por conseguir a una princesa.

El mismo día que Christopher debía conocerla en la noche, la Joven había llegado al castillo diciendo que iba a casarse con un militar de alto rango.

El padre de la joven lo había aprobado, pues era una forma de demostrar a los súbditos que no era un hombre malo, además que tendría más poderío con los militares.

Sale de la iglesia.

Se arregla el traje y también el cinturón, donde se encuentra la espada de hoja fina.

Christopher sabe que es uno de los mejores y más agraciados príncipes del continente.

Pero su carácter no es el mejor de todos.

Podía ser un hombre muy gentil con quienes lo necesitaban, pero odiaba a las doncellas que eran llamadas princesas, siendo estas las más interesadas y las que menos pensaban en sus pueblos.

Camina al bar del pueblo, bajo las miradas de varias personas, desde los mendigos, quienes reciben unas monedas del bolsillo del príncipe, hasta las mujeres y sus parejas e hijos.

Siempre ha llamado la atención, pero nunca de una mujer que soporte su carácter o que lo quiera con ellos.

Entra al mugroso bar.

Ve como a un costado un grupo de piratas lucha a golpes, al otro lado un grupo de hombres – ladrones quizá – miran su vestimenta con detenimiento.

Y en medio de todo ese caos ligeramente orquestado, ve a una dama: una mujer de cabellos negros como la noche, de piel blanca como la nieve y ojos azules…sus ojos…parecen tener toda una galaxia en ellos.

Se acerca a ella como si lo llamara a gritos, pero en verdad ella no dice ni una sola palabra.

Camina hacia uno de los taburetes y lo toma en sus manos, lo levanta hasta llevarlo al lado de la dama.

- no soy una princesa.– es lo primero que sale de los labios de la divina mujer.

- desgraciadamente yo soy el príncipe.– responde el castaño.

- ¿Qué deseas de mí? – le pregunta ella, con una sonrisa en labios y ve un tatuaje en su antebrazo, y él entiende por qué esta sola.

- ¿Cuál es tu nombre? – consulta el príncipe.Temiendo lo peor.

- Perla.– le responde.

El joven príncipe siente desfallecer cuando escucha el nombre de la Bruja más temida del océano.

Todos saben poco de ella.

En habladurías llego a escuchar que la mujer ha navegado con piratas y ha pasado por el triángulo de las bermudas, saliendo con vida, ella y dos hombres más.Los hombres habían muerto en las manos de la joven mujer.Decían que ella era la hija del océano, que tenía flotas con miles de piratas a su mando.Que, a pesar de cualquier cosa, el aire y el océano la ayudaban a escapar de los comodoros europeos, ella los llamaba Problemas.

Era una de las peores mujeres, con una de las peores famas y también con una de las sonrisas más hermosas conocidas en la tierra.

Era la Capitana más poderosa en medio de Hombres con solo una neurona en sus cabezas.

Pero el Príncipe, cansado de doncellas con complejos de princesas, decide invitar una copa a la bruja del cuento.

LA BRUJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora