Aquella noche Samuel soñó con Rubén, ambos se encontraban en una cita, estaban sentados frente a frente, en una especie de bar, encima de la mesa tenían un par de bebidas, y hablaban animadamente de las cosas que les habían sucedido en el día. Sus manos se rozaban constantemente pues ambos insistían en comer del maní que les habían llevado al mismo tiempo; el ambiente era cálido, y no porque hiciera calor, si no porque estaban juntos. La sonrisa de Rubén iluminaba el espacio más de lo que Samuel podía darse cuenta, porque no iba a aceptar que había algo extraño en ese chico, que hacía que pensara en el cada segundo. ¿Sería tan solo coincidencia que se encontraran aquella vez en el elevador?, la cabeza del pelinegro estaba en otro lugar, ya ni siquiera prestaba atención a lo que el Rubius del sueño le decía, estaba divagando y se estaba asustando con el rumbo que tomaban sus pensamientos.
Abrió los ojos, obligándose a sí mismo a despertar, no quería pensarle de aquella forma, le conquistaría con el único objetivo de tener sexo con el, ni más ni menos. Tomó el celular para ver la hora; el reloj marcaba las 4 de la mañana, con pocas ganas de volver a dormir, y sabiendo que dentro de poco debía levantarse definitivamente, entró a Twitter para pasar el tiempo. Y quizá por cosas del destino, lo primero que leyó fue un simple "Son las cuatro de la mañana y me estoy muriendo de ganas de comer chocolate" de Rubius.
—Qué hace este tío despierto a esta hora...— Susurró como si alguien más pudiese escucharle, la publicación marcaba las 4:02 am, estaban despiertos ambos y probablemente el ojiverde hacía lo mismo que él, huir de sus pensamientos. Samuel sonrió, había tenido una idea mientras divagaba. Bastaron solamente unos segundos, y absolutamente decidido le sacó un screenshot a aquellas palabras; las imprimiría y se encargaría de hacerle llegar el chocolate que tanto quería al chico.
Un hora después, Samuel estaba fuera de la cama, empezando su rutina de ejercicio. El tiempo pasó rápidamente, y cuando se dio cuenta, ya se encontraba en camino a la cafetería de la Universidad, en busca del regalo para el otro chico. Al llegar al lugar le compró un par de chocolates de los más grandes, para que no pensara que escatimaba en aquel obsequio. Contento con su compra, se sentó en alguna de las mesas a esperar que el chico apareciera. Previamente había impreso la foto del tuit, por lo que tenía todo listo. Pasaron cinco minutos, en los que el pelinegro había sacado de su mochila su computador y había comenzado a hacer algún trabajo que le habían dejado en clase. Pero al fondo escuchó una risa bastante fuerte, y tuvo que levantar la vista, para ver quién perturbaba su estudio; su mirada de desagrado desapareció cuando vio el dueño de aquella risa, Rubén. Con los ojos puestos en él, siguió sus movimientos, cuando se acomodó en una mesa junto con un par de amigos más, el chico que había visto el otro día con él también estaba. Y como por cosas del destino, dejaron sus mochilas en las sillas y salieron de la cafetería nuevamente. Samuel, aprovechando aquel momento, se levantó con rapidez y caminó hasta la mochila que había visto que Rubius había dejado allí. La abrió y metió dentro los chocolates envueltos en la hoja de la impresión. Con una sonrisa volvió a su puesto, justo a tiempo para que los chicos no le viera ni siquiera cerca de aquel lugar. Guardó su computador, y tomando sus cosas salió de la cafetería, tenía una nueva clase.
Rubén también tenía que irse, por lo que abandonando a sus amigos, y con Mangel a su lado, salió de la cafetería rumbo al salón donde tenía clase. Prácticamente salió tras Samuel, pero ni siquiera lo notó. Una vez acomodados dentro del salón en sus respectivos lugares, Rubius abrió el zipper de su mochila para sacar la libreta donde tomaría apuntes, pero aquella hoja se asomaba encima de todas sus cosas. Aprovechó que el maestro aún no llegaba para sacar aquello con extrema curiosidad; con el ceño fruncido desdobló la hoja, y vio dentro los chocolates con el tuit que el había puesto. Una sonrisa tonta se formó en sus labios y volteó a ver a su amigo.
—Mangel...¿Tú pusiste esto en mis cosas? — Preguntó mientras le mostraba el regaló y la hoja. Mangel negó mirándole con picardía, y estiró la mano para darle un ligero empujón en uno de sus hombros.—Que mi Rubius tiene una admiradora secreta. — Rubén volteó a ver el obsequio en sus manos, mientras se encogía de hombros y soltaba una suave risa nerviosa. Negó lentamente y suspiró, dejando las cosas sobre la mesa para después sacar su móvil y tomar una foto. Abrió Twitter, y escribió un corto "Gracias, no tenías por qué molestarte, la próxima me dices quién eres." adjuntando la foto en el trino. Suponía que si habían sacado la información de allí, podría agradecer por allí mismo. Rubius no había contestado nada a Mangel, la idea de que fuera mujer quién le había hecho el regalo le decepcionaba un poco, después de todo, nadie sabía que le gustaban los hombres, y no estaba listo para decirlo.
ESTÁS LEYENDO
Counting Stars (Rubegetta)
أدب الهواةEn dónde Samuel de Luque es el hijo de uno de los millonarios más reconocidos de España y es estudiante en una de las universidades más importantes de Noruega, en dónde también estudia Rubén gracias a una Beca. Basada en una interpretación de la c...