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Kim NamJoon
Esto de ser príncipe no era fácil, a veces me pregunto cómo sería ser una persona común y corriente. La triste realidad era que todo en mi vida estaba controlado desde que nací, una triste marioneta de mi padre.
Caminaba por las concurridas calles del pueblo, claro que antes de salir me había cubierto un poco para no levantar sospechas y crear un bullicio. El mercado estaba lleno de gente, lo cual me agradaba ya que podía ver a las personas de mi pueblo más de cerca, pero algo o un olor específico llamo mi atención.
« Rosas y vainilla (?»
Jamás había olido algo así.
— ¡Jimin! Tienes que atraer clientes no espantarlos — se queja una señora apuntando con su dedo a un chico con muestras gratis de golosinas en una bandeja.
No pude detallar su cara del todo debido a la cantidad de gente que estaba pasando.
— Madre, ¡hago mi mejor intento! — responde un poco quejoso.
Me acerqué a el con la intención de tomar una muestra gratis y también para saber si el olor venía de el, pero antes de que pudiera acercarme del todo el chico me mira, haciendo que detalle cada facción de su rostro, dándome cuenta de lo hermoso que era.
— Antes de que hagas lo que creo, tengo que decirte que están del asco así que has como si los ves y sigue tu camino. — aconseja mientras sonríe.
— Ummh, no creo que estén tan mal. ¿Por qué dices eso? — pregunte con la excusa de seguir escuchando su voz, la cual era tan hermosa que la escucharía eternamente como si fuera la canción más celestial.
— Es un nuevo invento de mi madre y salió muy mal, me está obligando a promocionarlo así que, solo me queda advertirles a todos que es un experimento fallido.
Solté una leve risa ante las ocurrencias del pelinegro, pero antes de poder decir algo más el chico ya se estaba despidiendo con su mano para volver a la tienda.
