Hazbin Hotel no me pertenece.
.___________________________________________________________________Si bien Charlie era una estudiante modelo, esto no se debía precisamente a sus visitas diarias a la biblioteca. Sus tareas solía hacerlas en las noches o en sus horas libres en el colegio.
En realidad, había ido la primera vez a la biblioteca solo en busca de algunos libros de consulta, pues no le agradaba del todo el ambiente. El silencio ahí le molestaba, pues prefería escuchar musica mientras estudiaba o tener algún ruido de fondo que le permitiera concentrarse.
Pero fue en esa visita que la vio.
Era una chica bonita, de tez morena y hermoso cabello largo. Charlie debía admitir que tenía estilo, siempre que la veía, usaba un conjunto diferente, pero igual de hermoso que el del día anterior.
Parecía tener la extraña costumbre de leer de pie, pues siempre la veía por los mismos estantes, hojeando algunos libros, sin variar su postura salvo para apoyarse en el otro pie al cabo de un rato.
Charlie podría decir que aquello fue un flechazo, y desde aquel momento empezó a frecuentar la biblioteca con la esperanza de verla. Solía pedir algún libro de literatura que dejaba a un lado apenas divisaba a la misteriosa chica y sustituía por su cuaderno de dibujo. Aprovechando el escritorio en qué se sentaba, se ocultaba parcialmente entre algunos chicos que apenas y le prestaban atención y sus pilas de libros, para así dedicarse a dibujarla.
En un principio tenía la excusa de dibujarla por su vestimenta, diciéndose a sí misma que solo era por la ropa que le interesaba llegar a conseguir en algún momento. Pero cuando sus bocetos pasaron a ser más de su rostro e incluso sus manos, se dio cuenta de que aquello era más que un simple flechazo o interés por la moda.
En todo caso, se había resignado a qué todo quedaría como un simple amor platónico, pues no tenía las agallas de ir a hablarle. Temía demasiado arruinar la conversación y su oportunidad de conocerla y se conformaba con observarla a lo lejos, dibujandola cada que tenía la oportunidad.
Pero todo cambio un día en que accidentalmente dejó el cuaderno en la biblioteca.
Aquel día, se le había hecho tarde para llegar a cenar, al quedarse viendo de más a la chica, por lo que no recogió todas sus cosas, tomando un libro de la biblioteca en su lugar. Fue cuando ya se encontraba en su hogar que se dio cuenta de su equivocación.
Esperando que quien encontrara su cuaderno, lo entregara al personal de la biblioteca, fue al día siguiente a ella, apenas terminaron sus clases.
Para su mala suerte, nadie había entregado algún cuaderno el día anterior, y Charlie se sentía sumamente miserable, además con un miedo por lo que podría decir la persona que se llevó su cuaderno sobre él. Empezó a sentirse como una total acosadora y, por ese día, decidió que era mejor estar en otro lugar que no fuera la biblioteca.
Agradeciendo a la bibliotecaria después de entregar el libro que tomó por accidente, salió del lugar, sin saber que unos ojos pardos la seguían.
Frente al enorme edificio de aspecto victoriano, había un parque lo suficientemente grande como para tener un pequeño lago artificial donde niños jugaban con barcos a control remoto. Decidió tomar asiento en una banca, a la sombra de un árbol, dejándose caer sobre ella y agradeciendo que no hubiese alguien más que la ocupara.
Quería estar sola para lamentar su perdida.
- ¿Está ocupado?
Quizá pedía demasiado al universo.
Abriendo los ojos y alzando la cabeza, vio a una chica señalar el otro extremo de la banca. Por culpa de los rayos de sol que le daban directo a la cara, no pudo distinguir su rostro, aunque se le hacía vagamente familiar.
- Adelante - dijo, volviendo su cabeza hacia sus manos, ocultandola entre ellas.
Pudo sentir como la chica se sentaba junto a ella, demasiado cerca para su gusto, aunque no dijo nada al respecto. Sintió un poco de movimiento a su lado hasta que volvió a escuchar su voz.
- Son muy buenos, ¿no lo crees?
Entendiendo que se dirigía a ella, quizá intentando hacerla sentir mejor al verla tan mal, alzó nuevamente la mirada para ver de qué se trataba.
Charlie no tardó nada en reconocer su cuaderno de dibujo, alegrandose y abochornandose a la vez, esperando no tener que dar explicaciones, pero cuando alzó un poco más su mirada para ver a quien agradecer, los colores se le fueron del rostro y sintió como en su estómago se hacía un vacío enorme.
Allí, a lado de ella, se encontraba la misma chica que había dibujado por las últimas semanas. Jamás, ni por un minuto, imagino que sería precisamente ella quien terminaría encontrando su cuaderno.
Aquellos segundos fueron eternos para Charlie mientras veía a la linda morena, con una sonrisa inocente, señalar uno de sus dibujos donde ella aparecía con un bonito vestido de una pieza y un listón en la cabeza. Lo único que pudo decir para no alargar ese silencio tan incómodo (al menos para ella) fue murmurar un "si" y asentir con la cabeza.
Su contraria rió ante sus acciones de una manera que a Charlie se le hizo demasiado linda, logrando devolverle algo de color a sus mejillas.
- ¿Tú los hiciste? - preguntó la chica, pasando la hoja.
Charlie se vió tentada a negarlo, pero intuía, ella ya sabía que el cuaderno era suyo. Por algo se encontraba ahí, ¿no? Sus mejillas se sonrojaron aún más, hasta llegar a sus orejas. No se atrevía a verla a la cara, aunque ella parecía bastante absorta en sus dibujos.
Un nuevo murmullo, apenas audible y un asentimiento fueron toda su respuesta.
La joven morena sonrió, se puso de pié y entregó el cuaderno a Charlie, quien lo tomó con manos temblorosas y una extraña mezcla de emociones que no le permitían alzar la cara y enfrentar a la chica.
- Gracias - dijo apenas con un hilo de voz.
Ya se esperaba algún insulto o que le pidiera alejarse como respuesta, por lo que abrazó su cuaderno y se encogió en su lugar, pero lo que no se esperaba fue lo que dijo la chica.
- ¿Quieres ir por algo de beber?
- ¿Perdón?
Por supuesto, no terminaba de creerse aquello. Finalmente alzó la mirada hacia su contraria que la veía con una sonrisa en los labios y una mirada coqueta.
- Creo que ya va siendo tiempo de conocer a quien me ve todos los días en la biblioteca, además, me gustaría ver más de tu trabajo, si no tienes problema.
Si antes estaba sonrojada, ahora Charlie era oficialmente un tomate. Podía jurar sentir el humo salir por sus orejas. ¡Ella lo sabía! ¡La había notado observarla todo ese tiempo! Aún cuando había intentado ser lo más discreta posible.
Pero ella no parecía enfadada o molesta, al contrario, parecía incluso divertida ante la situación. Reuniendo algo de coraje y pensando en que ya no podría sentirse aún más avergonzada, Charlie asintió, guardando sus cosas y poniéndose de pie, aún con la cara roja pero con determinación a seguir a la chica de sus dibujos.
- Por cierto, mi nombre es Vaggie.
Sonrió y Charlie no pudo evitar devolverle el gesto. Quizá, esto no sería tan malo después de todo.
- Soy Charlie...
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No tengo mucho que decir, solo que prefiero enormemente los AU, más con temática escolar.
Espero que les guste.
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Dulces y regalos
FanfictionPequeña antología de one-shots, para la Chaggie week. Veamos que tal me va está vez.