Día 4. Tiempo a solas

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Hazbin Hotel no me pertenece.
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Una de las cosas que Vaggie más disfrutaba de salir con Charlie, era pasar el tiempo en su casa.

La mansión Magne era un castillo enorme, con cientos de habitaciones que podían explorar y dónde podían realizar diversas actividades. Le gustaba poder enseñarle a cocinar a la joven princesa, pues no podía negar que disfrutaba ver su rostro de exasperacion cuando algo no le salía o cuando sus ojos brillaban al probar alguno de sus platillos. A Charlie le encantaba cuando preparaba platillos típicos de su país, pues era algo que rara vez se podía encontrar en el infierno.

Había veces en que se decidían a probarse ropa nueva y modelar para su pareja, teniendo a su disposición el enorme guardarropa de la princesa (y en ocasiones el de sus padres). Era algo que divertía a ambas, más cuando optaban por probarse algun conjunto de Lucifer.

Otra cosa que solían hacer, era desvelarse viendo películas. Solían hacer maratones hasta que el cielo volvía a su rojo característico, dejando atrás ese tono azulado que indicaba cuando caía la noche. Vaggie tenía la ligera impresión que, cuando Charlie sentía que se había burlado suficiente de ella al hacer mal un platillo durante su tiempo en la cocina, optaba por poner películas de terror a manera de venganza, pues estos nunca fueron de su total agrado.

Y si bien, ese era uno de los propósitos de la princesa, la realidad, desconocida para la demonio polilla, era que Charlie aprovechaba el miedo que le provocaban aquellas películas, para poder pegarse a ella y abrazarla.

Las veces que decidían no ver películas, preferían colocar musica. Charlie tenía la costumbre de poner su reproductor en aleatorio, pues disfrutaba tener bailes espontáneos con su pareja, sobre todo, los bailes lentos tipo vals, que las obligaban a estar juntas lo suficiente como para perderse en la mirada de su pareja y en su tacto. Vaggie por otra parte, prefería un tanto más, los bailes más rápidos y con más movimiento. No era secreto que en vida disfrutó mucho del baile, llegando a tomar incluso clases de danza y le encantaba poder enseñarle a Charlie a bailar como ella. Era una especie de juego para ambas, donde cada una tomaba por momentos la batuta para después cederla a su compañera.

Había ocasiones en qué, tras horas de baile ininterrumpido, tomaban un descanso sobre la cama de la rubia, donde optaban por hablar de cualquier cosa. Eran pequeños momentos de paz entre ellas, donde podían hablar y preguntar lo que quisieran.

Por supuesto, después de la actividad física y su pequeña charla, solían tomar un baño juntas. En principio, Vaggie se había mostrado un tanto renuente a ello, pero cuando su relación avanzó, incluso llegó a tomar cualquier cosa como excusa para compartir la tina y tener un momento más íntimo con su pareja.

Y si bien, ambas disfrutaban de una buena noche de intimidad entre ellas, donde permitían a la otra recorrer sus cuerpos sin pudor alguno, había algo que sobre todo Vaggie disfrutaba más que nada.

Charlie, siendo la hija de Lucifer, compartía ciertos razgos angelicales con su progenitor (y posiblemente con los hermanos de este.) Su piel tersa y blanca como la porcelana, sus grandes ojos llenos de brillo, su hermosa cabellera rubia... Pero había algo más que solo Vaggie sabía. Charlie poseía un par de alas blancas como cualquier ángel.

Y por supuesto, sabía usarlas. La primera vez que se las mostró, Vaggie casi cayó por la impresión. Pues además de el par enorme de alas, la apariencia de Charlie cambio por una un poco más tosca, dejando ver sus cuernos por sobre su cabeza, sus ojos cambiaron a amarillo con esclerótica roja, una cola terminada en punta se hizo visible tras de ella, sus colmillos se agrandaron y su rostro pareció alargarse un poco al igual que su cuerpo pareció crecer. Por primera vez, Charlie se presentó ante ella con su "forma verdadera."

Una vez superada la primera impresión y, asegurándole que todo estaría bien, la princesa llevo a su novia en un paseo por los cielos, cargándola cuidadosamente entre sus brazos y mostrándole una maravillosa vista del lugar, procurando no salir más allá de los terrenos de su padre. Había sido algo asombroso, único. Las emociones que sentía no podía ponerlas en palabras al estar en los aires, experimentando la maravillosa sensación de volar con la persona que amaba.

Tras esa primera vez, la polilla solo podía ansiar por hacerlo de nuevo, esperando poder volver a sentir el aire sobre su rostro, y los brazos de su novia sobre su cuerpo, atrayendola hacia ella para protegerla.

Por qué le encantaba ese tipo de citas con Charlie, que sabía cómo asombrarla con algo nuevo cada vez, siendo a veces con un pequeño obsequio o una acción repentina como un beso robado, u otras con momentos como ese, donde podía descubrir cosas nuevas sobre su novia y el mundo donde ahora vivían. Le resultaba un tanto irónico que, encontrándose en el infierno, había encontrado su pequeño paraíso a lado de aquella joven de mejillas rojas y sonrisa amable, y estaba segura que era algo que no cambiaría por nada, ni siquiera el cielo.
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Algo corto, pero es lo mejor que pude hacer(?

En algún momento leí ese headcanon donde decía que Charlie solía llevar a Vaggie a pasear por los aires y me gusta bastante la idea xD

Dulces y regalosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora