5. Huida

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Narra Rai

Salimos de casa siguiendo al doctor Simons que avanzaba rápidamente por las calles. No había parado de jugar con mi mechero en todo lo que llevábamos de trayecto.

Llegamos al punto de encuentro. Allí nos estaban esperando Sam y Alex.

Alex era un muchacho de pelo castaño y corto con los ojos cafés. Estaba sentado en su silla de ruedas, ya que quedó paralítico tras un accidente. Este tenía veintidós años, y era el mayor de nuestro grupo. Era muy agradable y nos trataba a todos como si fuéramos sus hermanos pequeños.

Sam por su parte era un niño de trece años, muy travieso e inquieto. Todo era sorprendente para él y todo le provocaba curiosidad. Tenía el pelo rubio oscuro y los ojos grises.

Al parecer Sam le estaba contando su progreso en un nuevo videojuego de su consola, y parecía muy emocionado. En cuanto nos vieron se acercaron a nosotros.

-¿Qué pasa? - preguntó Alex algo preocupado. -¿Ha pasado algo grave? -

-No hay tiempo para explicar, -respondió Simons- ahora tenemos prisa. -dijo empezando a caminar.

Todos le seguimos en silencio sin saber muy bien a donde nos dirigíamos.

Llegamos a la puerta del hospital, aún sin saber a qué hacíamos allí.

-Vale, a ver, -dijo Simons. - ayer por la tarde, llegó una chica que había tenido un accidente y había parado de respirar.- de momento la historia me resultó familiar-Le practicamos reanimación y la chica despertó, pero eso sí,
completamente ciega. Por la noche se despertó muy alterada, provocó el apagón e hirió a.... -

-E-espera, espera un segundo, ¿el apagón de ayer lo provocó ella? -dije sorprendido cerrando mi mechero.

-Sí, pero no me cortes que me pierdo. -respondió, ante eso levanté las cejas incrédulo. -Estoy seguro de que ellos ya saben esto y estarán de camino, así que hay que sacar a la chica de aquí e irnos todos a un lugar seguro, ¿entendido? -todos asentimos. -está en la habitación 267-añadió.

Nos dirigimos hacia la entrada, pero justo antes de doblará la última esquina, el doctor nos paró repentinamente. Uno grupo de tres hombres trajeados entraron en el edificio justo antes que nosotros.

-Mierda.-dijo Simons. -Nuevo plan, iremos por la puerta de entrada de los trabajadores. -empezamos a movernos para dar la vuelta pero él se paró un momento enfrente de Alex- Alex, tu quédate aquí y avísanos si entran más, pero no hagas nada hasta que te lo digamos, se lo más discreto que puedas. - el chico asintió.

Llegamos a la puerta y entramos, esta comunicaba directamente con los pasillos de las salas de consulta, las zonas de descanso para los empleados y las habitaciones. Empezamos a correr por los pasillos para encontrar el número que 267. Teníamos ventaja, ya que los hombres tardarían bastante más en llegar que nosotros.

Por fin encontramos la dichosa habitación, abrimos la puerta. Dentro había una cama con un monitor al lado que indicaba el pulso de la chica que estaba plácidamente dormida.

Yo me quedé afuera en la entrada de la sala con Simons, vigilando que no viniera ninguno de ellos. Mientras, no podía parar de abrir y cerrar mi mechero.

Pocos segundos después, Candela y Sam salieron con la chica. La pobre no tenía ni idea de que estaba pasando e iba andando a duras penas con unas muletas. La miré a los ojos, y me asusté un poco al ver que el izquierdo era completamente blanco, pero inmediatamente después, me arrepentí y mi expresión se tornó triste. Toque instintivamente mis cicatrices-ella no es la única que da miedo-pensé refiriéndome a mi mismo.

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