🕰 • 𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐉𝐚𝐞𝐛𝐞𝐨𝐦 𝐈

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Golpeé con fuerza el manubrio de la bicicleta y deseé con todas mis fuerzas haber tenido una maldita bocina y haberla hecho sonar con fuerza.

¿Por qué el maldito tráfico tenía que estar así justo hoy, justo ahora?

Mierda, mierda y más mierda.

El semáforo por fin dio la luz verde y sentí como los nervios aumentaban a cada segundo. El hospital estaba a cinco cuadras, mas si no quería seguir atrapado en el maldito tráfico, tendría que tomar un desvío.

Apenas los autos dejaron una pequeña brecha, mi bicicleta salió disparada entre ellos siendo recibida por los amables bocinazos. Doblé por una calle menos transitada y seguí mi camino a todo lo que la bicicleta daba en línea recta al hospital.

Cuando divisé el aparcamiento del recinto, aceleré lo último que mis piernas pudieron para pedalear y pasé de largo por la caseta del guardia que para mi suerte estaba vacía. Encontré un lugar en dónde estacionar aunque no era necesario porque literalmente la aventé al piso y salí corriendo hacia el elevador que quedaba a un par de espacios a la derecha.

Sólo de suerte alcancé a tomarlo vacío en donde sólo había una mujer joven que me miró con algo de pena cuando entré.

Ya era hora de tener un poco de suerte en algo.

Volteé hacia el otro lado y pude ver mi horrible reflejo en el espejo del ascensor. Tenía unas ojeras enormes y los ojos rojísimos, lo que hacía obvio el hecho de que había estado llorando mucho. Mi nariz roja contrastaba contra mi piel pálida y mi cabello estaba revuelto por la velocidad a la que había venido en la bicicleta.

Me veo horrible.

Ignoré por completo mi asqueroso aspecto para dirigir la mirada a mi celular. Al ver la hora, mi rostro se descompuso.

12:25 p.m

12:25 p.m

¡Maldición!

¡La puta operación es a las 12:30!

ㅡ ¡Mierda! ㅡexclamé mientras la impotencia y la rabia se juntaban en mí, luchándose por un espacio.

La campanilla del elevador sonó indicando que había llegado a mi piso, e inmediatamente, antes de que pudiera procesarlo, mis piernas comenzaron a impulsarse hacia adelante lo más rápido que pude. Las lágrimas se acumulaban cada segundo más en mis ojos.

No voy a llegar.

¡Youngjae!

Si alguien me dijo que no corriera, no lo escuché, porque mi cerebro lo único que podía pensar era en esa bonita sonrisa y esa tierna mirada que había llegado a amar y que en cada momento estaba alejándose más y más de mí.

¡Quédate!

¡No te vayas!

El cartel sobre el último pasillo indicaba que la sala de espera 5 era hacia la derecha, pero cuando estuve a dos pasos de girar para seguir corriendo... una camilla me cortó el paso.

¡Joder!

La camilla era pulcramente blanca y el cuerpo de Youngjae que hizo a mi mundo parar de golpe.

Youngjae.

ㅡ ¡Youngjae! ㅡexclamé con todas mis fuerzas, con toda mi desesperación, casi en un grito. Pero los médicos y enfermeras sólo siguieron su apresurado camino llevándose la camilla cada vez más lejos por el pasillo en dirección al maldito quirófanoㅡ ¡Youngjae! ㅡvolví a gritar con la vista nublada. Pero esta vez ya no había nadie en el pasillo.

¡No!

ㅡ ¡No! ㅡmis piernas dejaron de sostener mi peso y caí de rodillas al piso con mi rostro entre mis manosㅡ ¡No! ¡Maldita sea, no!

¡No te vayas! ¡Quédate a mi lado, por favor!

Ya no había manera de parar las lágrimas, caían de manera tan descontrolada acompañadas de sollozos irreprimibles que aunque lo hubiera intentado con todas mis fuerzas, no hubieran parado.

Me sentía desamparado, completamente solo, a la deriva en un mar de emociones que no sabía controlar, ni siquiera describir. Mis manos comenzaron a temblar con fuerza, quería que fuera un sueño, una pesadilla; que al despertar yo pudiera estar en mi cama, mi teléfono vibrando con un nuevo mensaje suyo, me sentía al borde de un ataque de pánico, y sólo pensar en la escena que en breve comenzaría a desarrollarse en esa sala que me producía ganas de vomitar, sentía que el mundo daba vueltas, el suelo bajo mis rodillas giró en todas direcciones y cuando estuve a punto de desfallecer, fue que sentí una mano en mi hombro.

Bambam me miraba desde arriba, lloraba tal vez más que yo, y se veía como un desastre. Todos éramos un maldito desastre. Sus labios emitieron algo que no escuché, pero fácilmente podría decir que se trataba de algo similar a un "lo siento", ante el cual yo sólo atiné a bajar la cabeza y asentir, ¿qué sentía él? mierda, yo era el que lo sentía, porque había llegado tarde, malditamente tarde, como siempre, mientras que él había sido quien estaba siendo durante todo este tiempo el apoyo de Youngjae ¿Por qué lo sentía entonces?, ¿por mí?, ¿por mí que nunca supe ver lo que tenía en frente?, ¿porque fui lo suficientemente iluso como para creer que ésta sería una historia de cuento de hadas en donde nos encontraríamos románticamente y todo a nuestro alrededor desaparecería? Si era por eso entonces yo también lo sentía, sí. Sentía lástima de mí y de mi estúpida ilusión.

Te dejé ir otra vez. Otra vez fui demasiado lento. Otra vez te perdí.

Perdóname, Youngjae.

Perdóname, mi mocoso.

[ғᴀɴғɪᴄ] ¡ 𝐁𝐮𝐞𝐧𝐨𝐬 𝐃𝐢𝐚𝐬 𝐉𝐚𝐞𝐛𝐞𝐨𝐦 𝐇𝐲𝐮𝐧𝐠! • 2ᴊᴀᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora