Tus padres esperan pero seguis sin ver atrás

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Julieta estaba expectante mientras su tía tomaba la pastilla para la presión, la cual se había disparado después del horrible episodio con Tomás y Romina.

Irma miraba los ojos marrones de su sobrina y le recordaban tanto a los de su hijo Enzo.
Tenían la misma forma, el mismo color y la misma dulzura.
Aunque en el último tiempo en que Enzo estuvo con vida sus ojos habían cambiado, ya no eran los ojos de su hijo. Algo se había perdido en el camino, su esencia se había transformado, tanto que a Irma le costaba reconocerlo.

Cuando Irma y su marido Ernesto llegaron a Santa Paula, Enzo tenía 7 años y era un niño lleno de sueños y potencial.
Tenía buenas notas en la escuela y un comportamiento excelente, el amigo de todos solía decirle la señorita Elida de 2do grado.

Irma y Ernesto eran padres amorosos y hacían su mejor esfuerzo pero algunas veces la comida faltaba sobre la mesa.
Esto había generado una especie de espina en el corazón del pequeño Enzo que a su corta edad no comprendía porque tenían que pasar por eso.
Con el paso del tiempo esa espina fue creciendo hasta convertirse en un sentimiento oscuro que rozaba el resentimiento.
O al menos estas eran las conclusiones que sacaba Irma cuando se preguntaba en que había fallado como madre para que su hijo haya cambiado tan drásticamente.

En la villa, Enzo conoció a los Campos y más específicamente a Damián Campos.
Un chico de su misma edad con el que se volvió inseparable. Jugaban a las bolitas, cazaban ranas y jugaban al fútbol en las canchitas.

En 1997, Magdalena Campos tenía 23 años y estaba sola con cuatro hijos a cargo a los cuales no les prestaba demasiada atención.
Era Damian de 7 años el mayor y el que cargaba con sus hermanos a todas partes.

Irma y Ernesto se apiadaron de esas pobres almas que vagaban descalzas por el barrio pidiendo un poco de comida.
Eran ellos quienes peinaban el largo pelo rubio de Claribel de 5 años, quienes limpiaban los mocos de Brian de 3 años o El Chino como solía decirle Damián y hasta incluso cambiaban los pañales sucios del pequeño Tomás de tan solo un año.
La casa de los Cazzucheli se había convertido en el segundo hogar de esos niños, era el único sitio donde recibían un poco de afecto y así fue durante algunos años.

—¿Osea que vos lo cuidabas de bebé al pibe este?— preguntó Julieta.

—Si y me arrepiento tanto— se lamentó—Jamás debí haberlos dejado entrar a mi casa. Capaz que Enzo todavía estaría con vida y Ernesto no hubiera muerto de tristeza— sollozó.

—¿Ellos tienen que ver con el accidente de mi primo?— Indagó Julieta.

—No fue un accidente. Los Campos le arruinaron la vida— afirmó.

Los años corrían en Santa Paula y los niños ya no eran tan niños.
Se habían convertido en adolescentes y Damián ya no llevaba a sus hermanos a la casa de los Cazzuchelli, ahora era la calle el único lugar en el que querían estar.

Enzo ya no era ese niño amable con todos, cada vez se asemejaba más a su mejor amigo y comenzaba a mirar con rabia a cualquiera que tuviera una mejor condición económica.
Irma creía que solo eran cambios de humor típicos de la edad pero poco a poco ese resentimiento por no tener lo llevó a caer en cosas más peligrosas.

Al poco tiempo ya eran delincuentes menores, adictos a los estupefacientes, al alcohol y tenían incontables enemigos.

—¿Vos crees que ellos lo arrastraron a esa vida tía?— preguntó Julieta acariciando la mano de Irma.

—Si, pero eso no es lo peor que hicieron— suspiró— ellos lo entregaron para que lo maten.

—Entonces no fue un accidente en auto como me dijeron— concluyó Julieta.

—No mi amor, te mentí no sólo porque no podía soportar hablar del tema sino también porque con Ernesto estábamos aterrados. A Enzo le dieron 39 puñaladas en el abdomen y 12 en la espalda, después lo dejaron tirado en una zanja— Expresó Irma llena de angustia y sin poder evitar quebrar en llanto.

—Tia no se como pudiste guardarte esto tanto tiempo— suspiró Julieta abrazandola— ¿Y cómo supiste que fueron los Campos los que lo entregaron?

—Unos días después de su muerte, Claribel Campos vino a visitarme y me confesó que tenía una relación con Enzo. Damián y el Chino no soportaron que un amigo suyo se meta con su hermana, eran tan machos que prefirieron hacer matar a su amigo que aceptar que su hermana ya era una mujer y podía decidir con quien salir— expresó con bronca— tenía enemigos y ellos lo entregaron.

Julieta lloraba abrazada a su tía tratando de alivianar un poco de todo ese dolor guardado, que parecía tan reciente a pesar de que ya habían pasado dos años de aquel horrible día. En el corazón de Irma seguía latente y se culpaba por todas las malas acciones que su hijo había hecho en vida.

—Yo te juro que con tu tío le hablamos mil veces, lo aconsejabamos todos los días y nos enojabamos por las cosas que hacía pero él siguió sin ver atrás— se lamentó Irma.

Julieta seguía incrédula de la historia que acababa de escuchar y al recordar la amenaza de Tomás un frio le corrió por su espalda.

...
Bueno este capítulo estuvo medio choto porque ya tengo sueño pero bueno 3 capitulos en un día!!
Gracias por leerme y por los lindos comentarios que dejan siempre en mis historias ❤️

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