Noche de Luna menguante. Pude escapar de mi prisión para llenar mi estomago con algo, aunque realmente no siento hambre. Hierve mi barriga desde hace días y la falta de alimento no me perjudica, colmarme con sinfín de delicias tampoco ha provocado nada. Todo trabajo de aquel quien vive es gracias a su boca, pero esto no basta para llenar su alma. Vinieron las pequeñas hadas a servirme tan pronto vieron abierta mi puerta. Se apresuraron en ayudarme a vestir, preguntando cómo me iba. Contesté con una sonrisa. Seguían inquietas, buscando entretenerme con malabares curiosos y algún tipo de comentario chistoso. Bajé las escaleras para dirigirme a la cocina, de donde provenía un aroma conocido. Por alguna razón, en lugar de estar en su puesto vigilando nuestro pomposo portón, Meiling estaba laboriosa junto a unas hadas del personal entre vete a saber qué platillo apetitoso, manchando su vestimenta notando apenas su verde original.
Al verme se asustó o sorprendió, la verdad es lo mismo. Casi tira lo que estaba haciendo.
-¡Buenas noches, señora! Me alarmé un poco pero me alegra verla por aquí. Sí, no pasa nada. Dijo moviendo las manos exageradamente.
-Eh, esta bien. Tampoco pregunté algo. Ella miraba hacia el umbral detrás mío y luego regresaba a mí. Voltee yo misma para ver. Tal parece, nada, o mejor dicho, nadie.
Meiling gesticulaba sin hablar. Luego, ya pudo articular algo -Que por cierto, la señorita Patchouli le estaba buscando arriba en la terraza para beber el té.
Ya entiendo. Afirmé que iría y le dí las gracias. Antes de irme ojee lo que hacía, no me doy una idea de que sea que le produce esfuerzos grandes. Mientras subía pensaba la excusa que habría de dar. Debe ser algo convincente, lo suficiente como para calmarle y deje de molestarme. No, soy yo la que le causa molestias últimamente. Estará resentida conmigo aun si no me lo dice. Quiere evitar mi cólera. Ah, sin remedio.
Su silueta era perceptible sin acercarme lo suficiente. Ojeaba un monumental texto tamaño cajonera sobre la mesa del té. Puedo creer apenas que soporte tanto. Tenía ya prevista mi llegada, pues junto a su taza pude ver la mía.
-¿Piensas quedarte ahí sin saludar? Dijo sin apartar la mirada del libro.
Sentí que alguien me estrangulaba, pues no podía decir nada. Me senté finalmente delante de ella, sorbiendo el té frío tal cual la noche. Amargo.
-Lo siento, Patchy...
Cerro sus ojos, negando con la cabeza -¿Soy yo a quien debes una disculpa únicamente?
-Llevas razón en lo que dices. He sido injusta hace un tiempo ya. Debería ir y pedir perdón de forma apropiada. Mientras agarraba la taza ésta tambaleaba. Mis manos tiemblan. ¿Temo por algo?
Siguió con sus ojos cerrados.
-En caso de fallarte la memoria, habrás de permitirme apartar los nubarrones innecesarios que no sólo te infligen daño, sería mejor así. Ese dolor lo exteriorizas con otros -Sorbió té con calma. Cuesta creer esté bebiendo algo, se extiende demasiado. Abrió esos parpados mostrando su severa mirada -Hace no mucho te dirigiste a Eientei, ¿puedes recordarlo?
-No demasiado... Apenas vienen unas imágenes residuales a mí. Creo en tus palabras de todas formas.
-Ohh, sólo doy testimonio lo más amable posible acerca de los problemas que andan en boca de todos en Gensokyo. Están reconstruyendo parte de Eientei. Puedes ver el periódico o buscar a cualquiera que no huya al verte para responder a tus dudas. Las disculpas nos sobran, y las miradas de terror siguen aumentando con la Mansión y sus habitantes. Golpeó la mesa al dejar la taza.
Doy cuenta de sucesos casi ajenos a mí. Trato de vislumbrar claridad entre mis recuerdos para encontrar de nuevo la imagen censurable que inicio todo tormento. Soy culpable de actos donde perjudiqué a otros sin conocerlo, recordarlo, ni creerlo.
-Por favor, detente. Cuesta dar fe a tus palabras, mucho más cuando cargas en ellas sentencias o pecados contra mía. Si he errado como dices-
-Lo has hecho -me interrumpió- existen pruebas palpables e inefables. Queda más que patente ese hecho. Puedes ir a corroborar los daños para nada minúsculos, las victimas aterrorizadas, te invito a recorrer esos rumbos si acaso te lo permiten. Agrego además, un pecado es una falta contra la razón, la verdad y la conciencia recta. Aspectos de los cuales careces ya tiempo atrás y me duele reconocerlo. Verdad sólo es una, juzgo bien en decírtelo. Mostró una mirada lejana, claramente sin disfrutar lo que me esta diciendo. Inclusive cerró su libro.
Me gustaría creer que no era cierto, pero sus ojos se humedecían tras decir lo ultimo. Suspiré. Quisiese entender cómo se tornaron los hechos tan violentos, más bien, entiendo las razones posibles a provocarme inmundicia. Sé bien que tratar de recobrar esas memorias sólo acrecentara la nausea, los dolores y no me regresará nada al fin y al cabo.
Patchy dejó escapar un irritante murmullo. Repite algo para sus adentros que comienza a provocarme de a poco, trato de discernir qué conjuro o plegaría innecesaria está recitando frente mío. Una, y otra, y otra vez, continua con eso, ¡qué insolencia mofarse de mí así!
Intento leer sus pequeños labios trémulos separando silabas reconocidas. Menuda impertinencia, debiendo adivinar un mantra aleatorio e inconexo a mí. Cuánto habría deseado fuera cualquier verso vacuo. Descifrando el embrollo se clava otra estaca agraviando mi ya marchitado corazón...
-Sakuya... Dijo finalmente.
Asfixia. Dejé de respirar contra mi voluntad, presa de los recuerdos y ayeres que amargan el porvenir. Dime, ¿por qué? ¿Para qué torturarme así ahora mismo? ¿Qué destino maldito recibo para conocer la más pura desgracia de espíritu? Me retiré del asiento dirigiéndome a donde estaba ella.
-Invocando a quien ya no está. Eres cruel, Patchy... Cuantiosas ocasiones trate de llamarle, ¿tuve resultados? ¡Por supuesto qué no se obtiene nada de repetir sandeces! Tu magia ya puede procurarnos refugio, seguridad, comodidades, facilitar nuestras acciones y todavía con ello, ningún conjuro me la devolverá. De errar en mis palabras, llama pues si quieres, ¿quién te responderá? Convengo castigarte previniendo una futura falta hacía mí de nueva cuenta. Más nos vale creer en lo que se ve que dejarnos llevar por deseos exiguos. Y continúo llorando, maldiciendo mi atadura al mundo. Calla y cesa los molestos susurros, condenada. No más...
Percatándome hasta ese momento, la había orillado a una pared de ladrillos sosteniendo y alzándola con ambas manos desde su vestido. La perseguí mientras molesta, asegurándome de que atestiguara su influjo maligno conmigo, desquitaba mis penurias atrapándola, lastimándola. Es ella quien llora ahora. Aparta sus ojos cuando me ve, huyendo pavorosamente. Le solté. Desconozco mi actuar. No me conozco justo ahora.
Quise disculparme. Estaba abrazando sus rodillas sentada en el suelo, pretendiendo estar bien. Dije "perdóname" y salí de allí refugiándome de nueva cuenta bajo la celda multicolor donde aumenta la aflicción. Intenté dormir, llegando así fragmentos del pasado no tan lejano y amado. Cuesta recobrar serenidad al tratarlos. Día tras día entre misero fango a tal punto de perder sueño y sin conseguirle descanso al odioso corazón que te desea. Veo ya tus brazos alrededor cubriendo cada rincón de mi ser, escucho tu melodiosa voz, recobro la sensación del roce con tu piel y... ¡¿Esperabas me olvidase de ti?! ¡Cómo osaría acometer tamaña injuria! Los años juntas me son patentes cual lo es toda la mansión. Pues, ¿cómo no consigo imagen siquiera de los últimos días?
Oh, estoy somnolienta al fin. Dormiré, y espero bastante volver a ti.
![](https://img.wattpad.com/cover/226763290-288-k538033.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Enfermiza Eternidad
أدب الهواةEn ese camino hacia la única y segura muerte, ¿quién quisiera tenerle ventaja? Especialmente, aquellos incapaces de conocer su designio. Remilia Scarlet ha dejado de vivir hace poco. Quiere recobrar su "vida", encontrarse con ella o traerla de vuelt...