Cuando recibió la llamada de su padre y escucho su voz un poco rota supo que nada estaría bien.
Solo necesito oír tres palabras para que su mundo se cayera.
Aquel día no fue a la oficina ni el día siguiente, usando la mala escusa de sentirse mal no salió de su departamento. Acostado sin probar bocado alguno lamento algo que algún día tendría que pasar.
Los siguientes días no fueron mejores y los demás lo notaron, no era alguien muy difícil de leer y cualquiera que lo conociera un poco se daría cuenta, así que cuando las preguntas llegaron las evito todo lo que pudo, no quería que sintieran pena por él.
Usando la mayoría de sus ahorros compró los boletos de avión con sólo una escala, sabía que sería un viaje tedioso, pero era lo mejor que podía costearse.
Con un viaje de casi 10 horas tuvo tiempo para enfriar su cabeza, aceptar las cosas, como el paso del tiempo.
~x~
Había vivió en Brasil. Fue por un corto periodo, quizás unos ocho u doce meses, no lo recordaba bien, pero si recuerda que fue una buena época.
Apenas tenía diez cuando sucedió. En aquel tiempo no se encontraban bien económicamente, las consultas con los médicos sobre la condición de su hermana generaron facturas que eran difíciles de pagar y sus padres seguían empecinados a encontrar una solución al "defecto" de Michella, así que lo mejor que se les ocurrió a sus progenitores fue enviarlo por un tiempo a vivir con su abuela.
Recuerda haber llegado al aeropuerto y estar esperando a su abuela por un buen rato, solo le habían dado una foto para poder identificarla y parecía algo vieja ya. Seria mentira decir que no sintió miedo, era un niño en un país completamente desconocido alejado de todos sus seres queridos esperando a una mujer que nunca había conocido. Estaba más que asustado.
Y luego ella llegó; con su cabello castaño todo enrulado algo ya canoso atado en una larga trenza, usando un vestido de mangas blancas que llegaba hasta sus tobillos y mostrando una sonrisa de las que no se olvidan fácilmente.
Con ella aprendió mucho, como hablar portugués—algo que le llevó un tiempo—, coser con máquina, leer braille, cocinar y otras cosas. Si se volvió un adulto que podía vivir solo fue gracias a ella.
Incluso su amor por la fotografía comenzó allí. Mientras limpiaban el ático de la casa encontraron la cámara de su difunto abuelo. Su abuela— que se llenó de emoción apenas verla— comenzó a contarle historias que alguna vez le pertenecieron a su abuelo, su curiosidad al escuchar aquello lo llevó a intentar usarla. fotografió el pequeño jardín de la casa intentado replicar las fotos del abuelo que estaban repartidas por todo el hogar. No eran las mejores y era solo un chico jugando, pero si tuviera que decidir en qué momento nació su gusto y amor por ella no lo pensaría más de dos veces en recordar aquel momento.
Vivir con ella aquellos meses fue de las mejores cosas en su vida, alejarse de todos los problemas que tenían en la familia y solo desfrutar los días como un niño normal sin tener que cargar con la responsabilidad de preocuparse por Michella la mayoría de tiempo, no es como que no quisiera a su hermana, la amaba y era su luz, pero había veces en las que solo quería jugar sin sentirse un padre. Cuando fue tiempo de irse prometió volver cuando fuera un adulto.
Pero algunas promesas no se pueden cumplir.
ESTÁS LEYENDO
¡Hello World!
Kurzgeschichten¡Bienvenidos a hellsalem's lot! Drabbles y oneshort. Bl, angt, slice of life, Au, etc.